Desde hace tres años circulan noticias de planes de ataque de los EE. UU. contra Irán, por la sospecha de que el país musulmán podría desarrollar armas nucleares aprovechando los reactores nucleares e instalaciones atómicas que tiene, los cuales son de uso pacífico (servirán para generar energía eléctrica), pero —si los iranios se lo proponen— tendrían utilidad militar porque les permitirían el enriquecimiento de uranio, que se utiliza en las bombas atómicas.
Además de la sospecha de los estadounidenses, influyen en esta situación las amenazas públicas de Irán de destruir Israel, actitud inaceptable de la cual los mismos iranios ahora deben estar arrepentidos, puesto que ante la amenaza pública, Israel tendría justificación de atacar a Irán. Consecuentemente, Irán debe esperar el ataque de dos países (EE. UU. e Israel), que podrían actuar juntos o por separado. Lo irónico de esta situación es que a pesar de la retórica belicista de sus dirigentes, Irán es un país pacífico con sus vecinos inmediatos, no tiene problemas fronterizos con ellos ni usurpa territorios, como hace Chile, país delincuente y enemigo del Perú y Bolivia. La guerra que entre 1980 y 1987 tuvo Irán con el Iraq de Saddam Hussein fue provocada e iniciada por los iraquíes; lo único que hizo Irán fue defenderse y, al final, llegar a una situación de equilibrio (“empate”).
Posibilidades de EE.UU.
Los estadounidenses han declarado oficialmente que no descartan la opción militar ni el empleo de bombas atómicas. En este sentido, sabiendo que los iranios son maestros en el arte y ciencia de construir profundas instalaciones subterráneas fortificadas, los estadounidenses no están muy seguros de que sus más potentes bombas convencionales (no atómicas) puedan dañar a los iranios, razón por la cual entre sus planes está el emplear bombas atómicas de baja potencia (pero suficiente para destruir los objetivos). En principio, en teoría, podría parecer que las bombas nucleares de baja potencia soltarían poca radiación atómica, pero hay que preguntarse qué pasaría si esa explosión nuclear de baja potencia inflama —por así decirlo— el material radiactivo que poseen los iraníes. En este caso la contaminación nuclear sí sería grave y los EE. UU. tendrían un serio problema político con la opinión pública internacional y en particular con países limítrofes de Irán que serían los primeros en sufrir las consecuencias de la lluvia radiactiva. Por citar sólo un caso —agravado— mencionamos a Turquía, país amigo de los estadounidenses y que incluso les permite tener una base aérea.
Lo declarado y conocido indica que los estadounidenses optarían por ataques aéreos y con misiles de crucero. Los objetivos serían las instalaciones nucleares, todas las instalaciones militares y la infraestructura (puentes, hidroeléctricas, etc.); únicamente dejarían intactos los pozos petrolíferos, los depósitos de petróleo y, en general, todo lo relacionado con el petróleo. Los yanquis saben que enviar tropas a Irán sería suicida, puesto que ya están bastante golpeados en Iraq y Afganistán; los EE. UU. no se encuentran en condiciones de invadir ni un país más, ya enfrentan serios problemas en el relevo y rotación de su fuerza invasora de Iraq. Como ellos mismos no pueden invadir Irán, tratarían entonces de fomentar insurrecciones que debiliten al régimen iraní.
Posibilidades de Irán
Ante un ataque estadounidense con cientos de aviones y misiles, la efectividad de las defensas antiaéreas de Irán sería sólo parcial, puesto que —según se conoce— buenas defensas sólo tiene en los lugares más importantes. Le quedaría a Irán la aviación, que igualmente presenta pocas posibilidades de éxito; con mucha suerte, con sus cohetes antiaéreos y aviones de combate los iraníes, en el más optimista de los casos, derribarían el 10% de aeronaves atacantes. Una tercera opción de los iraníes es la de los cohetes tierra-tierra, con los cuales puede atacar con cierta posibilidad de éxito las bases militares de los EE. UU. La cuarta opción de los iraníes es la de los cohetes antibarco que tiene en sus naves de superficie, en sus submarinos y en lugares camuflados de la costa del estrecho de Ormuz; aquí sí los EE. UU. corren un serio peligro porque siendo cortas las distancias de recorrido de los cohetes, es muy difícil pararlos, es como en el infighting de dos boxeadores que al pelear muy cerca uno del otro inevitablemente ambos reciben buenos golpes. La quinta opción de Irán es que sí se llega a un estado de guerra abierta, en la cual ya nada tiene que perder, puede enviar decenas de miles de bien equipados1 soldados —quizá hasta cien mil— que crucen la frontera sur con Iraq, los cuales, unidos con insurrectos iraquíes antiyanquis amigos de Irán, musulmanes shiitas como los iranios, pasarían a combatir directamente contra las tropas estadounidenses que han invadido Iraq. En este caso los militares estadounidenses invasores —que a la fecha no pueden contener a los combatientes de la resistencia iraquí ni a los terroristas de diverso signo que actúan en Iraq— serían completamente derrotados en el país mesopotámico y serían expulsados de allí a paso de polca. ¡La destrucción que causen en Irán no los salvaría de la debacle total en Iraq!
Factores inhibidores de la guerra
Como en muchos aspectos de la vida de las personas y de los países, hay cosas que se pueden hacer; pero esto no llega a concretarse si las consecuencias traen grave perjuicio o son difíciles de controlar. Así, aun cuando desde el punto de vista estrictamente militar los EE. UU. pueden atacar a Irán y causarle mucho daño, se presentan elementos que limitan esta intención. Mencionemos, en el plano militar, dos: a) el peligro para los EE. UU. de tener sus naves en el estrecho de Ormuz, con forma de embudo y en el que hay corta distancia entre las naves adversarias, lo cual acrecienta las posibilidades de que ambas armadas —la iraní y la estadounidense— sufran muchas bajas2; b) los soldados iraníes que crucen la frontera de Iraq. Repetimos estos dos puntos por una razón: como los planificadores yanquis de la guerra saben que esto puede pasar, si quieren atacar sufriendo poco daño, no tendrían más remedio que retirar poco a poco sus naves del Golfo Pérsico, al mismo tiempo que se verían obligados a reforzar la frontera Iraq-Irán; y ambas medidas precautorias, que no se pueden ocultar, serían clara señal de que la agresión se acerca y se perdería el factor sorpresa. Otro aspecto importantísimo que entra en los cálculos de los militares es el efecto que tendría el conflicto en los precios del petróleo, que de los $ 80,00 que hoy cuesta el barril fácilmente pasaría a $100,00 o más, algo que causaría graves consecuencias y reacciones en todo el mundo, empezando en los mismos EE. UU., cuya población —que tanto depende del petróleo— rápidamente se pondría en contra del gobierno y le retiraría su apoyo político.
Israel
Por la mencionada amenaza iraní de borrar del mapa a Israel, este país puede anticiparse y con su aviación atacar a Irán, sin que se le pueda criticar mucho. Pero esto tampoco es muy fácil. En primer lugar, porque Irán respondería con cohetes como el Shehab, de unos 1 500 km de alcance, que pueden golpear Israel. En segundo lugar, ante un ataque israelí a Irán, es posible que inmediatamente los libaneses de Hizbolá y los sirios (ambos aliados de Irán) arremetan contra Israel, que tendría que meditar muy bien cómo responder a estos ataques3, especialmente si la situación se agrava tomando características de guerra generalizada.
El proclamado y posible ataque de los EE. UU. a Irán traería consecuencias inmediatas en todo el Medio Oriente, y es previsible que si Israel ataca a Irán o no marca distancias de sus aliados y protectores yanquis, enfrente las mencionadas reacciones. Lo más saludable sería que ante un inminente ataque estadounidense a Irán, el estado judío declare su neutralidad públicamente y mediante canales diplomáticos4.
Una no simple posibilidad de paz
Por todo lo expuesto, parecería que tarde o temprano Irán llegará a ser víctima de un destructivo ataque; no se ve quién podría defenderlo; Rusia, la potencia regional, es un país amigo de Irán pero no tienen un tratado de defensa mutua, por lo cual los rusos casi nada podrían hacer para impedir la agresión. Sin embargo, es posible que Irán evite el ataque de los EE. UU. sin rendir cuentas a los yanquis sobre lo que hace o deja de hacer con su programa nuclear. Esto podría ocurrir si Irán ingresa a la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO por sus siglas en inglés), que es un organismo de defensa mutua promovido por Rusia y del cual forman parte China y otros países del Asia Central5. A la fecha, Irán es país observador de la SCO, y si pasa a ser miembro de ella y acata las normas de conducta de esta alianza defensiva, ningún país podría atacarlo (¡los EE. UU. saben que tienen apenas una pequeña ventaja militar frente a Rusia6, pero ya con China se inclina la balanza contra ellos!). Si Irán se hace miembro de la SCO, los rusos pueden poner sus tropas y equipo militar en territorio iraní y allí ya nadie se metería (ni la OTAN ni los EE. UU.).
Ese posible enfrentamiento en un lugar tan lejano nos afectaría por lo menos en los precios del petróleo y gas. Los únicos ganadores serían los países exportadores de petróleo y gas, que se beneficiarían con las grandes ganancias que les dejarían los nuevos precios de los hidrocarburos.
_________________________________
1 No sólo tendrían fusiles sino también armamento antitanque y antiaéreo.
2 Los ostentosos portaaviones estadounidenses, tan temibles y efectivos en mar abierto, son tan vulnerables como cualquier barco en un escenario como el señalado, con las naves adversarias unas muy cerca de otras. Sería mal negocio para los yanquis perder uno de sus costosísimos portaaviones si lo mantienen cerca de una modesta pero peligrosa fragata iraní.
3 Después de su fracaso en la Segunda Guerra de Líbano (julio-agosto de 2006), en la cual Israel no pudo derrotar al movimiento libanés Hizbolá, los planificadores militares israelíes saben que sus antes temibles tanques ya no asustan a nadie (por lo menos no a Hizbolá).
4 En la región hay países amigos de Israel que se llevan bien con Irán y podrían informarle que el estado judío se va a mantener neutral en el conflicto.
5 Unidas defensivamente, Rusia y China constituyen la más poderosa fuerza militar del mundo. Ver Maneuvers to Outflank US
6 Es pequeña porque en ciertos rubros de armamento los estadounidenses están algo mejor que los rusos —en tecnología furtiva (“stealth”) de aviones, por ejemplo—; pero una guerra entre la Federación Rusa y los EE. UU. sería una guerra nuclear, de destrucción total, donde las pequeñas diferencias o ventajas carecen de significado.