Hipocresía y crímenes nefandos
Por José Carlos García Fajardo (*)
Hace unos días, cientos de obispos y de clérigos anglicanos se manifestaron contra el hambre en las calles de Londres. Protestaban con pancartas porque los seguidores de Cristo no pueden permanecer callados ante esta bomba de destrucción masiva: el hambre de más mil millones de seres humanos. Debida, más que a las adversidades climáticas, a las manipulaciones de los mercados, a la especulación y a los intereses de los poderosos. No es el mercado quien fija los precios ni el que equilibra la producción de alimentos de acuerdo con las necesidades, sino la voracidad suicida de unos grupos de poder. Destruirán la tierra, pero como Sansón, ellos también morirán con los filisteos.