Los hongos expuestos a la luz solar proporcionan tanta vitamina D como las pastillas de esta vitamina, indica un estudio publicado en la revista Dermato-Endocrinology.
Los hongos deben ser puestos al sol del verano por 60 minutos para que transformen la radiación ultravioleta en vitamina D2.
Hay ventaja de incorporarlos en una dieta rica en vitamina D, porque al cocinarlos dismnuyen muy poco su cantidad de este nutriente, esencial para tener huesos y dientes fuertes y para absorber el calcio.
El estudio abarcó a 30 adultos a los cuales se les dio una dosis diaria de vitamina D de 2,000 unidades y a otros polvo de hongos soleados, que habían acumulado vitamina D. Al final del estudio, los resultados benéficos fueron similares, sin diferencias significativas.
El doctor Michael Holick, autor principal del estudio, explica que comer hongos soleados, ricos en vitamina D2, es una forma efectiva de mantener un nivel saludable de este nutriente en los adultos, tan igual que consumir comprimidos de vitamina D2 o D3.
Precisó que los hongos continúan produciendo la vitamina D incluso después de haber sido cosechados, siempre y cuando se soleen.
En cuanto a las variedades de hongos, todas poseen el mismo poder de transformar la radiación ultravioleta. Tras comprarlos se les debe solear por una hora cuando la luz solar se encuentra entre las 10:00 h y 15:00 h.
Una porción de hongos soleados aporta 400 unidades de vitamina D, pero cantidades mayores pueden aumentar el nivel de esta vitamina asimilada, que en los adultos debe consumirse como máximo hasta 2,000 unidades diarias.