Los trabajos con fuerte exigencia física pueden aumentar el riesgo de padecer males cardiacos, en comparación con los trabajos de oficina, indica un estudio realizado por la Universidad Harokopio de Atenas.
El riesgo en este tipo de trabajos se incrementa en un 20% frente a los trabajadores de oficina, y aumenta cuando hay más esfuerzo.
Otro estudio belga-danés, presentado en la reunión de la Sociedad Europea de Cardiología, en Roma, mostró que el ejercicio en gimnasios mejoró la salud coronaria de los trabajadores de oficina, pero tuvo un efecto pernicioso en aquellos que realizan trabajo manual. Analizando a 14 mil personas de edad mediana, sin males cardiacos, su seguimiento por tres años mostró un riesgo mayor de presentar enfermedad coronaria en quienes realizan trabajos con fuerte esfuerzo físico, siendo el riesgo mayor para los hombres que además de su trabajo físico exigente se entretenían con pasatiempos que también demandaban esfuerzo físico.
El doctor Demóstenes Panagiotakos, profesor asociado de Epidemiología y Bioestadística en la citada universidad griega, explicó que las personas con trabajos que implican fuerte esfuerzo físico pueden también estar sujetos a estrés adicional, estar mal remunerados y tener menos acceso a la salud.
Señaló que no se conoce por qué el trabajo físico fuerte incrementa el riesgo de males cardiacos, cuando normalmente se relaciona a una mayor actividad física con un menor riesgo de estos males, pero establecido este mayor riesgo, se puede enfocar el trabajo de prevención del personal médico en los trabajadores manuales.
El estudio del doctor Panagiotakos analizó a 250 pacientes que sufrieron un primer derrame cerebral y a 250 que tuvieron un primer ataque cardiaco y los comparó con un grupo de control de 500 personas saludables.
Los pacientes que sufrieron derrames y ataques cardiacos por lo general tuvieron trabajos con mayor demanda de esfuerzo físico, en comparación con el grupo de control. Se observó que a mayor esfuerzo, mayor riesgo.
Los trabajos sedentarios se asociaron a una reducción de riesgos de ataque al corazón o derrames cerebrales de un 20%.