Un estudio realizado por la Universidad de Brown indica que el 16% de mujeres sufrieron el sabotaje de sus parejas del control de natalidad, llevados por el deseo de procrear con trampa.
Los hombres perforaron los condones o escondieron las píldoras anticonceptivas en su afán de tener prole y control.
Al fenómeno se llama reproducción coercitiva, que afecta por lo general a las mujeres no casadas, que son así víctimas de sus parejas, lo cual sucede en todos los estratos socioeconómicos.
La doctora Elizabeth Miller, profesora asistente de Pediatría de la Universidad de California, había declarado al New York Times que muchos hombres sienten un deseo intenso de tener familia y muchos tuvieron malas experiencias en familias disfuncionales.