Más de 700 peruanos se verán afectados por el mal en 2017. Rara variedad de cáncer ataca a la médula ósea y es incurable. No se conoce exactamente qué lo produce, pero la exposición a radiación, químicos, virus o un sistema inmune debilitado pueden predisponer al paciente a adquirir la enfermedad
En el año 2017 más de 700 personas padecerán en el Perú de mieloma múltiple, una rara variedad de cáncer que ataca a la médula ósea. La cifra es una proyección de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, Globocan, de la Organización Mundial de la Salud, que prevé también que casi 230 mil personas en el mundo adquirirán el mal hasta el próximo año.
El mieloma múltiple se origina en una proliferación exagerada de las células plasmáticas de la médula ósea, que tienen un importante papel en la protección del organismo contra las infecciones. Las células plasmáticas terminan desplazando a las células normales y producen síntomas típicos: dolores intensos en los huesos, fracturas patológicas, sangrado inusual, micción excesiva, anemia, fatiga y daño renal que puede derivar en una insuficiencia funcional.
Se trata de una enfermedad incurable y con una alta tasa de mortalidad, dependiendo del estadio en que se encuentre al momento del diagnóstico. Sin embargo, la expectativa de vida ha mejorado, ya que si se la detecta a tiempo y el paciente no tiene una edad muy avanzada, la supervivencia se puede prolongar hasta por diez años.
¿A quiénes afecta esta enfermedad?
No se conoce exactamente qué lo produce, pero la exposición a radiación, químicos, virus o un sistema inmune debilitado pueden predisponer al paciente a adquirir la enfermedad. Se presenta generalmente a partir de los 50 años y en mayor proporción sobre los 65 años, con más frecuencia en hombres que en mujeres. En particular, hay un mayor índice de prevalencia en la población negra y entre los obesos.
Una vez confirmado el diagnóstico de mieloma múltiple, el tratamiento se dirige a prevenir o atender los síntomas y numerosas complicaciones del mal y, al mismo tiempo, a detener el avance de las células plasmáticas anormales con el fin de prolongar la supervivencia.
Las opciones de tratamiento para esta dolencia específica han aumentado en la última década, mejorando las tasas de sobrevida. Pero hay que tener presente que se trata de una enfermedad incurable y altamente progresiva, por lo que muchos pacientes no responden al tratamiento inicial o recaen poco después de terminar el período terapéutico.
Entre las opciones médicas figuran la quimioterapia, corticosteroides, radiación, cirugía y la terapia biológica de células madre, todos los cuales tienen poco éxito en sus resultados. Lo más novedoso es la terapia de anticuerpos monoclonales, que ataca directamente a las sustancias que el cuerpo reconoce como extrañas. No sólo logra alargar la vida del paciente sino también contribuye a darle una mejor calidad de vida.