Del 70 al 75% de pacientes es diagnosticado con artritis una década después del primer brote psoriásico. El 60% presenta algún grado de trastorno depresivo y el 10% tiene pensamientos suicidas. Nuevas terapias funcionan más rápidamente que el tratamiento convencional y retrasan el daño articular.
Los pacientes con psoriasis tienen un enemigo agazapado esperando a hacerse visible. Como si la enfermedad en sí misma no fuera suficiente, las cifras de la Sociedad Latinoamericana de Psoriasis confirman que el 70 al 75% de pacientes desarrolla artritis psoriásica una década después de que se diagnostica el mal.
“La psoriasis es una enfermedad crónica que se presenta cuando el sistema inmunológico ataca por error las células sanas de la piel y acelera su reproducción, dando como resultado la aparición de placas escamosas que afectan la apariencia física del paciente”, afirma la Dra. Lourdes Galliani, dermatóloga de la Clínica San Pablo.
Discapacidad transitoria o permanente
La artritis psoriásica incide en el estado emocional del enfermo de manera importante, pues además de tener los síntomas típicos de la psoriasis, presenta diversos grados de deformidad en una o varias articulaciones del cuerpo, dolor, hinchazón y falta de movilidad en diversos grados. Esta afectación cutánea y articular repercute en su desarrollo laboral y social hasta el punto de producir un estado de discapacidad transitoria o permanente.
La Dra. Galliani agrega que “es común que el paciente con artritis psoriásica vea disminuida su autoestima, y en cambio aumente su inseguridad y trate de limitar el contacto con los demás. El 60% presenta algún grado de trastorno depresivo y el 10% tiene pensamientos suicidas”.
La psoriasis y la artritis psoriásica suelen presentar diversas comorbilidades que pueden mermar aún más la calidad de vida del paciente, pues presentan con mayor frecuencia obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes, dislipidemias, síndrome metabólico, enfermedad inflamatoria intestinal y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC); así mismo, existe un mayor riesgo de padecer linfomas, cáncer de piel e insuficiencia renal y pulmonar como patologías secundarias.
El tratamiento es la clave
Para el tratamiento de la artritis psoriásica es necesaria una buena elección de tratamiento, a fin de brindarle al paciente la mejor calidad de vida lo más rápidamente posible. Actualmente existen terapias biológicas innovadoras que representan una importante diferencia, ya que en comparación con los medicamentos convencionales, los biológicos atacan partes específicas del sistema inmunológico para ayudar a bloquear o retardar los factores responsables de la inflamación.
Este tipo de terapias actúa sobre los componentes del sistema inmunológico que genera la artritis psoriásica, obteniendo una mayor respuesta y mejores resultados en los pacientes de más riesgo y peor pronóstico. No solo disminuye la actividad degenerativa de la enfermedad, sino que aplaza su progreso y previene o retrasa el daño articular; así mismo, funciona más rápidamente que otros fármacos, surtiendo efecto en una a dos semanas y de manera sostenida.
En el manejo adecuado de la artritis psoriásica, es importante que el paciente viva un proceso de aceptación sobre lo que implica vivir con la enfermedad con el fin de minimizar en lo posible el impacto emocional que ésta suele producir. Adicionalmente, es importante tener un acercamiento con el médico y abrir el diálogo con él sobre las ventajas terapéuticas de las nuevas terapias biológicas existentes; esto con el fin de tomar una decisión que permita aprovecharlas en función de su seguridad y eficacia, del incremento en la calidad de vida y mejora de la experiencia del paciente. Foto: Medscape