La ‘criollada’ está presente —lamentablemente— en el quehacer cotidiano, desde aquel que por lo bajo le da una ‘propina’ al policía para no tener que pagar una multa por ir a excesiva velocidad; hasta las transacciones en altas esferas, como ha ocurrido con el escándalo por sobornos millonarios atribuidos a la constructora brasileña Odebrecht.
Recientemente un estudio de la University College de Londres, publicado en la revista Nature Neuroscience, determinó que el cerebro humano es capaz de aceptar y adaptarse a la deshonestidad cuando se repiten los mismos estímulos.
Economistas y especialistas en comportamiento humano que interpretaron la investigación, sostienen que además de las características propias del individuo, la sociedad juega un rol importante en la ‘deformación’ de la gente.
Y si hablamos del perfil psicológico del ‘coimero’ llegamos a la misma conclusión. Según explica el psiquiatra peruano Hugo Lozada, se necesita que el sistema social implante duras sanciones para que la población piense dos veces antes de corromper o ser corrompida.
El especialista precisa que el ‘coimero’ tiene una personalidad psicopática, es decir, es un ser antisocial que busca su beneficio permanentemente, es hedonista, y busca corromper a los demás porque cree que todos son iguales a él. Los rasgos de este tipo de personas, son los de un psicópata.
El psicópata es una persona que busca su propio beneficio sin importarle lo que le rodea. No necesita cometer delitos de sangre, pero sí se vale de la manipulación.
1.Manipuladores. “En estas personas su potencial está en su nivel de inteligencia, pues a través de eso identifican a quienes son más vulnerables a caer en actos de corrupción”.
2.Son simpáticos. “Tienen toda la disposición para parecer empáticos sin serlo. Buscan caer bien para sacar provecho del resto”.
3.No tienen valores. “Su discurrir social es a través de la mentira, el engaño, el robo, la coima”.
¿Conducta reversible?
La respuesta es ‘no’. Como decíamos inicialmente, hace falta que las sociedades se reconstituyan y dejen de percibir la corrupción como algo normal, dejar atrás comentarios tan arraigados como: “roba, pero hace obras”. De esa forma también se ayuda a que menos gente sea susceptible a ser seducida por actos ilegales.
“Cuando el sistema es permisivo, es decir, no es punitivo ante la corrupción, van a cundir las conductas ilegales”, anota el psiquiatra Hugo Lozada, exdirector nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa).
El corrompido -de acuerdo al experto- puede que tenga rasgos psicopáticos o una personalidad más pasiva y dependiente. “Buscará cargos que le faciliten cometer actos ilícitos, pero también puede ser una persona vulnerable porque atraviesa momentos difíciles y es susceptible a ceder ante la corrupción”.
Fuente RPP, 22.12.2016