La doctora Callisperis, una de las primeras en emplear dióxido de cloro contra el coronavirus COVID-19 en Boliva, informó que la primera ciudad que utilizó formalmente el CDS en sus protocolos de atención del virus, San José de Chiquitos en Bolivia, llevaba 39 días con silencio epidemiológico al 22 de octubre, explicó en conferencia de prensa virtual ese mismo día. Al día de hoy serían 53 días sin nuevos contagios.
Coronavirus. Foto: Universidad de California San Francisco
Marianela Sanabria Leandro, periodista interesada desde Costa Rica en la experiencia boliviana, señaló en el Diario CR de su país, que desde el 24 de junio y hasta el 28 de agosto, Bolivia registró diariamente más de 1.000 casos positivos de COVID-19.
Pero tras la aprobación por parte de la Cámara de Diputados del uso de dióxido de cloro contra esa enfermedad, comenzó a bajar el número de positivos y lleva más de una semana registrando menos de 197 casos diarios positivos, siendo el 2 de noviembre el día con mayor baja al contabilizar 34 casos.
La ley aprobada el 2 de agosto regula la elaboración, comercialización, suministro y consentimiento del uso del dióxido de cloro (CDS) de manera preventiva y como tratamiento para pacientes de coronavirus.
La doctora Callisperis señala que en Bolivia más de 500 médicos trabajan con dióxido de cloro, muchos de ellos comenzaron a utilizarlo bajo anonimato por la presión que existía en contra de su uso.
La Dra. Callisperis dijo que durante 13 años han querido desprestigiar el uso del CDS para tratar enfermedades. “Es uno de los descubrimientos más importantes de la medicina en los últimos 100 años y justamente por intereses económicos no se quiere dar a conocer lo real, lo verdadero y lo importante de esta sustancia, porque no cura solo el coronavirus, sino otras enfermedades”, dijo la doctora.
El dióxido de cloro es infaltable en las transfusiones en todo el mundo, pero de ello no quieren hablar los charlatanes y dicen que es "lejía" |
Como se sabe, el dióxido de cloro se añade a la sangre en las bolsas de transfusión desde hace unos 30 años en todo el mundo, pero cierta prensa, por ignorancia o motivada por los intereses de las grandes farmacéuticas, alarma a la gente diciendo que eso es lejía y que es tóxico. De ser así, todos los pacientes que recibieron transfusiones habrían muerto.
La desinformación usa unos pocos casos en varios países, donde personas se automedicaron y en lugar de consumir el producto diluido en un litro de agua, lo tomaron concentrado. Es como culpar a los fabricantes de aspirina porque alguien quede grave o muera por consumir 100 tabletas de aspirina en lugar de una, pues de la misma manera en que ningún médico recetaría esa dosis, tampoco lo haría con el dióxido de cloro en cantidad 100 veces a la indicada.
Para evitar que las grandes farmacéuticas lucren con la producción de dióxido de cloro, el investigador Andreas Kalcker tramitó una patente para su uso contra el coronavirus, para garantizar que sea de uso libre. La ventaja es su bajo costo y la posibilidad de que cualquier farmacéutico o ingeniero químico lo puede producir.
En el país altiplánico ya han autorizado ensayos clínicos con dióxido de cloro para tratamiento del coronavirus COVID-19. La evidencia clínica en varios países indica que esta sustancia, que elimina virus, bacterias y hongos, además de aumentar la cantidad de oxígeno disponible en la sangre y evitar la coagulación, ha logrado recuperar a pacientes graves sin necesidad de unidad de cuidados intensivos, por lo cual debería ser de máximo interés la regulación de su uso.
En el Perú es creciente el número de personas que toman dióxido de cloro bajo su responsabilidad porque se ha prohibido a los médicos recetarlo y en lugar de investigar, hasta ahora no aprueban el pedido de realizar un ensayo clínico con este producto, que podría salvar muchas vidas y nos salvaría de una segunda ola.
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