Después de haber escapado a Colombia y Francia para evitar ser investigado por presuntos delitos de gran corrupción, ahora Alan García pontifica a favor de declarar la imprescriptibilidad de delitos de corrupción.
Como se sabe, con su huida García impidió esclarecer innumerables denuncias que lo involucraron en sonados escándalos de corrupción y en París gozó de una vida opulenta manteniendo a su familia de cinco hijos.
Por supuesto, García evitó proponer que se investigue a los denunciados por corrupción alcanzados por la prescripción, como él.
Es más, cuando en anteriores legislaturas se propuso la imprescriptibilidad de delitos de corrupción, esto no pudo lograrse por la oposición del Partido Aprista, cuya deshonestidad es antiquísima, desde Haya de La Torre, que recibió de regalo la casa del narcotraficante Carlos Lamberg.
Además, propuso que un fiscal de las Naciones Unidas se establezca en Perú para supervisar la lucha anticorrupción, pese a que las Naciones Unidas no está libre de corrupción, como fue el caso de Kofi Anan.
Como si el Perú fuese un país africano, planteó un concurso público y si es posible con participación internacional para la elección del Contralor General de la República, y del Procurador Anticorrupción, pero en las décadas de existencia de su partido nunca quiso proponer cambio y celebró que el Contralor sea elegido por el maloliente Congreso de la República.
Sus esperpénticas palabras fueron soltadas en el foro “Los candidatos presidenciales ante la corrupción”, organizado por Proética.
Además, y dijo que se debe impedir las compras secretas en el Estado y evitar las adquisiciones con postores únicos, algo que sucede en este gobierno y que tampoco él quiso practicar en sus dos gobiernos.
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