Un gobierno que no respeta la vida no merece ser gobierno. En todo el mundo civilizado las protestas se controlan. Si hay desmanes, o incluso violencia, los responsables deben ser dispersados o detenidos, no asesinados. Además, como en las protestas anteriores, están matando a personas que nada tenían que hacer con la protesta.
Policías vándalos apedreando en la calle en Puno.
Las protestas realizadas la tarde de este lunes 9 de enero contra el régimen de Dina Boluarte, por elecciones en 2023 y cierre del Congreso degeneraron en actos de violencia en la región altiplánica de Juliaca, Puno, y dejan al menos 17 personas fallecidas y decenas de heridos, al menos 52, que requirieron atención hospitalaria.
Además de estos fallecidos, se cuenta uno más, un bebé que no pudo ser trasladado a un hospital a causa del bloqueo de vías en Chucuito.
La cifra de 17 decesos de esta tarde ha sido confirmada por la Defensoría del Pueblo, contándose en total 46 muertos desde las protestas en todo el país desde el 11 de diciembre.
El ministro de Defensa, Jorge Luis Chávez Cresta, afirmó que "el Ejército el día de hoy no ha tenido contacto con la población", por lo que todos los enfrentamientos de los manifestantes han sido con la Policía, pese a que las Fuerzas Armadas están desplegadas en su apoyo en virtud del estado de emergencia decretado por el Gobierno de la presidenta Dina Boluarte.
Según el Gobierno peruano, cerca de 9.000 personas se dirigieron este lunes a los alrededores del aeropuerto de Juliaca, y unos 2.000 de ellos “empezaron un ataque sin cuartel” contra la Policía y las instalaciones.
El primer ministro, Alberto Otárola, denunció este lunes que hay en marcha un "ataque organizado hacia el estado de derecho y a las instituciones" y un "golpe de Estado", del que responsabilizó a los manifestantes.
En una declaración sin preguntas, Otárola afirmó que los enfrentamientos en Juliaca fueron “un ataque organizado, sistemático de vandalismo y de organizaciones violentas hacia el estado de derecho y las instituciones” de la sureña región de Puno.
“Como si estuvieran en un escenario de guerra, han tratado de tomar el aeropuerto”, y acusó a los manifestantes de querer dar “un golpe de Estado".