▪ Nauseabundo servilismo prochileno de militares afecta la moral de todo el país
▪ La máxima aspiración de lacayos uniformados es invitar a Lima a militares del país que perpetró crímenes execrables
El mal ejemplo cunde. Un grupo de militares peruanos corruptos y sumisos ante Chile invitan cada año a los militares chilenos para que paseen en Lima su bandera vencedora. Aparte de ser esto una conducta indigna y que mella el honor militar, a una parte de la población civil (de cualquier parte del país, incluyendo Tacna) llega a parecerle correcto confraternizar con el país que nos derrotó en la guerra y robó territorio.
La soldadesca chilena desfilando en Tacna
Una canción militar chilena significativa para el Caín de América es el himno de rateros titulado “Adiós al séptimo de línea”, que cantan para recordar el robo territorial que cometieron contra el Perú y, cuando van a Tacna, para refregarles la derrota en la cara a los tacneños, como puede verse en videos (en una versión de "Los cuatro cuartos" del 7.mo de línea" señala "toca a degüello, los corvos brillan", "a comerles los riñones" y otras asquerosidades. Por supuesto que estas cosan afectan seriamente la autoestima de los tacneños patriotas. Lo menos que debería hacerse en el sistema educativo es enseñar la Historia del Perú tal como fue —subrayando el robo territorial de Arica y Tarapacá y las barbaridades que cometieron los rateros— y considerar simplemente vecino indeseable al chileno, para evitar que la juventud y el pueblo del sur se acostumbren a cumplir el humilde rol de “noble perdedor”.
Ya que nuestros políticos y empresarios corruptos hace tiempo hablan de globalización o mundialización de metas y valores (o antivalores), debemos señalar que ya los militares peruanos son famosos en el mundo no solo por sus derrotas ante Chile sino por ser los únicos en todo el mundo que rinden homenaje a su vencedor (Chile), de diferentes maneras. Los franceses, belgas, rusos y holandeses sufrieron en la Segunda Guerra Mundial la invasión de Alemania, y nunca se les ocurriría rendir homenaje a su invasor. Pero en el Perú sí hay admiradores fanáticos del invasor vencedor Chile, lo cual en los mencionados países europeos sería algo increíble, inconcebible.
Una muestra de la sumisión a Chile ladrón y homicida es la estatua que en honor del ratero y asesino chileno Arturo Prat han puesto en el patio de honor de la escuela naval del Callao. Y no podemos consolarnos diciendo que esa ignominia es patrimonio de la Marina de Guerra del Perú, cuando en realidad los otros institutos armados aceptan esa vileza, pues hasta la fecha no hemos visto ninguna protesta o reclamo del ejército o la fuerza aérea, lo cual signfica que están de acuerdo con esa vergüenza.
Si alguien piensa que los militares en actividad se abstienen de manifestarse contra la estatua a Arturo Prat por temor a ser castigados o expulsados (“la calle está dura”), la respuesta es que ni siquiera los militares retirados —incluyendo los que se hacen elegir congresistas— quieren romper esa servil armonía de homenaje a quien los derrotó.
Como no todos los militares serviles pueden hacer peregrinación a la escuela naval para expresar sus respetos y adoración al ratero y maricueca chileno Arturo Prat, lo compensan, como buenos perdedores, invitando a la parada militar del 29 de julio de cada año a sus admirados chilenos y a su bandera hermoseada por haber flameado tres años en Lima; de esa manera se afianza el patriotismo prochileno de los lacayos que invitan al patrón chileno.
Desde el punto de vista ideológico, los corruptos y arrastrados que se someten así a Chile minimizan el hecho de que en la campaña de la Breña los chilenos quemaban viva a la gente y con bayoneta abrían el vientre de embarazadas para sacarles el feto y ensartarlo. Estos modernos felipillos sienten que esos campesinos y Cáceres debieron comprender a tiempo que no se debía reisistir la llegada amistosa y civilizadora de los chilenos. De igual manera, cuando se toca la masacre de 4000 peruanos realizada por Chile ladrón y asesino en Santa María de Iquique en 1907, se hacen los tontos, guardan silencio pero para sus adentros se prometen que nadie les puede quitar el gusto y el privilegio de ver siquiera una vez al año la gloriosa (para los serviles) bandera de Chile vencedor.
Los ciudadanos que con nuestros impuestos mantenemos a los militares debemos preguntarnos si la minoría de militares peruanos que demuestran ser prochilenos serían capaces de defender al Perú y enfrentarse a Chile.
Muchos tenemos el derecho de dudar.
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(*)
Los Cuatro Cuartos - ¡AL "7º DE LINEA"!
Los Cuatro Cuartos
¡AL "7º DE LINEA"!
RCA Víctor
Santiago de Chile - 1965 (reed. 1997)
LOS JURAMENTADOS DE ATACAMA
(canción de soldados)
A defender la patria amenazada
partieron cinco desde Atacama
eran cinco mineros de faz tostada
los que así juraron con toda el alma.
Partimos juntos, juntos luchemos.
Seremos todos igual que hermanos.
Y si uno muere, que mueran todos.
Digan juramos, jurado hermanos.
Fue en la Batalla de San Francisco
peleando cual titanes juramentados.
Tres de aquellos bravos muertos quedaron
y sobre sus tumbas este epitafio:
Cayeron entre el humo del combate
peleando por su patria y por su honor.
heroicos y esforzados camaradas,
valientes de Atacama adiós, adiós, adiós.
Frente a las defensas y los cañones
los que defendían la entrada a Tacna,
fieles ahí cumplieron su juramento
los dos que quedaban del Atacama.
Partimos juntos, juntos luchemos.
Seremos todos igual que hermanos.
Y si uno muere, que mueran todos.
Digan juramos, jurado hermanos.
Juntos cayeron entre las balas
mezclando su noble sangre, sangre de hermanos
y desde lo alto sus camaradas
fueron repitiendo este epitafio:
Cayeron entre el humo del combate
Peleando por su patria y por su honor
heroicos y esforzados camaradas,
valientes de Atacama adiós, adiós.
Valientes de Atacama adiós, adiós.
A TRAVÉS DE LA PAMPA
(marcha de caminos)
Atrás quedaron los pueblos
con sus casas y sus huertos;
los soldados marchan ciegos
por el medio del desierto.
Los soldados vienen grises
cual procesión de fantasmas.
Fiebre, pampa, polvo y sol
queman sus gargantas.
¡Adelante, vivo el paso!,
grita el sargento Chamorro,
y el suelo vibra al redoble
de los duros calamorros.
Hilera de rojo y de azul,
caballería y cañones,
van venciendo al arenal
entre sol y ventarrones.
Atrás quedaron las novias,
los hijos, y los amores.
Los hombres siguen marchando
detrás de sus pabellones.
Con su bravo son de estrellas
la noche prueba al desierto;
hambre, pena, frío y sed
lleva el regimiento.
¡Adelante, vivo el paso!
¡Adelante, vivo el paso!
ROMANCE DE LEONORA LATORRE
(canción)
Leonora Latorre, tu nombre
quedó envuelto en el misterio.
Ni un retrato, ni una carta,
conservaron tu recuerdo.
Tus ojos, dos verdes lagos
llenos de melancolía;
tus labios, suaves y sabios
fueron tus armas de espía.
¿Dónde quedaste, Leonora?
¿Qué hizo el destino al final?
Quizás fuiste una quimera,
o del guerrero un ideal.
Peligros y amor se enlazaron
ante tu sombra furtiva;
los que fueron tus amores
se perdieron con tu vida.
Llegó la paz aquel día,
se silenció la metralla;
tu rostro quedó perdido
tras los campos de batalla.
¿Dónde quedaste, Leonora?
¿Qué hizo el destino al final?
Quizás fuiste una quimera,
o del guerrero un ideal.
LOS CHINOS DE CERRO AZUL
(refalosa)
Los libró el Príncipe Rojo
a los chinos de Cerro Azul;
los libró el Príncipe Rojo,
¡se acabó la esclavitud!
Y marcharon en legiones
tras el gran Patricio Lynch,
dejando las plantaciones
los siguieron hasta el fin.
¡A cortar cabeza, diablo!
Gritaba Leo Tan Sin Chin.
¡A cortar cabeza, diablo!
Gritaba Leo Tan Sin Chin.
¡Y a comenles los liñones
con palillos de malfil!
¡Y a comenles los liñones
con palillos de malfil!
Se cubrieron con mascarones
y avanzaron pa' Lurín
con banderas de dragones
siguiendo a Leo Tan Sin Chin.
Y corriendo por las calles
entraron a la ciudad,
mucho antes que lo hicieran
las tropas del General.
¡A cortar cabeza, diablo!
Gritaba Leo Tan Sin Chin.
¡A cortar cabeza, diablo!
Gritaba Leo Tan Sin Chin.
¡Y a comenles los liñones
con palillos de malfil!
¡Y a comenles los liñones
con palillos de malfil!
Con furor vengaron los chinos
a los chinos de Cerro Azul;
rompiendo así sus cadenas
se acabó la esclavitud.
Ellos fueron la avanzada
para el gran Patricio Lynch,
y murieron cual valientes
siguiendo a Leo Tan Sin Chin.
¡A cortar cabeza, diablo!
Gritaba Leo Tan Sin Chin.
¡A cortar cabeza, diablo!
Gritaba Leo Tan Sin Chin.
¡Y a comenles los liñones
con palillos de malfil!
Y a comenles los liñones
con palillos de mal...¡Huifa!
CAZADORES DEL DESIERTO
(canción de caballería)
Cazadores del desierto,
voz de los caballos negros,
ellos fueron los primeros
que el pecho a la guerra dieron.
Patrullando los salares,
la pampa inflamó su aliento,
y en las cargas de Dolores,
de Germania y de Negreiros,
la muerte montaba al anca
de sus caballos tan negros.
¡A la carga, cazadores!,
grita el toque del clarín;
¡Mis jinetes sableadores
por la Patria hasta morir!
"Oiga, mi Mayor Rodríguez,
¿dónde están los compañeros?"
recitado:
Galopa, ordenanza Acosta.
No hagas caso de los muertos.
cantado:
Cazadores del desierto,
se acabó ya el escuadrón:
en sus caballos tan negros
un soldado y su Mayor.
Redoblando en las arenas
corren los caballos negros.
Las lanzas van sin banderas,
los sables hieren el cielo:
¡no hay esperanza ni pena
para esa carga de espectros!
¡A la carga, cazadores!,
grita el toque del clarín;
¡Mis jinetes sableadores
por la Patria hasta morir!
"Oiga, mi Mayor Rodríguez,
¿dónde están los compañeros?"
recitado:
Galopa, ordenanza Acosta.
No hagas caso de los muertos.
LA TOMA DEL MORRO
(canción cachimbo)
La noche se escapa en sombras,
Arica está soñolienta.
La arena cubre el silencio
de las pisadas resueltas.
Tres regimientos marchan
hacia la muerte, hacia la gloria;
con sangre el Morro espera,
esa madrugada teje su historia.
Ya vienen subiendo el Morro
los del Tercero de Línea,
y el Cuarto en el flanco izquierdo
toca a degüello, los corvos brillan,
y entre los estampidos,
voces que gritan: ¡vamos pa' arriba!
Se abre la camanchaca
como telón de combate;
subiendo van los soldados,
subiendo sus estandartes.
Los del Cuarto de Línea
ganan terreno, pierden su vida:
¡Hay que tomarse el Morro,
vamos pa' arriba, vamos pa' arriba!"
Están llegando a la cumbre
ya los del Cuarto de Línea,
y las últimas defensas
están cayendo, todo termina,
y entre los estampidos,
voces que gritan: ¡vamos pa' arriba!
LOS VIEJOS ESTANDARTES
(marcha)
Cesó el tronar de cañones,
las trincheras están silentes,
y por los caminos del norte
vuelven los batallones,
vuelven los escuadrones,
a Chile y a sus viejos amores.
En sus victoriosas banderas
traen mil recuerdos de gloria;
varas desgarraron sus cejas
y sus estrellas muestran,
y sus estrellas muestran
honrosas cicatrices de guerra.
Cruzando arcos triunfales,
tras de sus bravos generales,
que aunque pasan heridos
van marchando marciales.
Van sonriendo viriles,
y retornan invictos.
Pasan los viejos estandartes
que en las batallas combatieron,
y que empapados en sangre
a los soldados guiaron
y a los muertos cubrieron
como mortaja noble.
Ahí van los infantes de bronce,
fuego artillero de hierro,
y al viento sus sables y lanzas.
¡A la carga, los jinetes de plata!
LOS BOTEROS DE IQUIQUE
(lamento marinero)
Con las sombras de la noche
cuatro boteros de Iquique
hicieron dos ataúdes
y un par de cruces de mimbre.
La caracola del viento,
silbando entre las olas,
va repitiendo el lamento
de la vieja mancarrona,
de la corbeta de Prat,
de la heróica capitana,
que está anclada en el fondo
como gaviota sin alas.
Con las tablas de sus lanchas,
martillando entre las sombras,
hicieron las capas santas
cuatro boteros patriotas.
Y en esas maderas viejas,
carcomidas por el mar,
recalaron en la tierra
restos de Serrano y Prat.
Cuando en las noches de pesca
surcan sobre la Esmeralda,
los boteros se persignan
ante esa tumba sagrada.
EL ENGANCHE DE LOS PUETAS
(trote)
En la fonda de la Peta,
que era una negra de agallas,
se juntaban los puetas
para batirse a versainas.
Los pilló la guerra
a los puetas, a los puetas;
los equipó un sargento
al trote, con bayoneta.
Era su arma el ingenio;
su trinchera, la guitarra;
sus proyectiles, los versos;
sus estrofas, la metralla.
Sus proyectiles, los versos;
sus estrofas, la metralla.
Los pilló la guerra
a los puetas, a los puetas;
los equipó un sargento
al trote, con bayoneta.
Se engancharon los puetas
en el Segundo de Línea;
fueron saltando trincheras,
siempre en la primera fila.
Fueron saltando trincheras,
siempre en la primera fila.
Los pilló la guerra
a los puetas, a los puetas;
los equipó un sargento
al trote, con bayoneta.
El tuerto Casas Cordero
y el gran Nicasio García
le recitaron al cielo
cuando perdieron la vida.
Le recitaron al cielo
cuando perdieron la vida.
Los pilló la guerra
a los puetas, a los puetas;
los equipó un sargento
al trote, con bayoneta.
Al trote, con bayoneta.
BATALLONES OLVIDADOS
(cachimbo triste)
Barbudos, huraños, fieros,
regresan los batallones.
Son los últimos guerreros
del ejército chileno.
El frío y el viento andino
tuvieron por centinelas:
el frío veló sus sueños,
el viento cuidó la Sierra.
Cinco años de campaña
fueron raleando sus filas,
y en medio de las montañas
están mil cruces perdidas.
Montando guardia en la Sierra,
por montoneras sitiados,
eran al fin de la guerra,
batallones olvidados.
Batallones olvidados,
de banderas en jirones;
veteranos sostenidos
por sus tercos corazones.
También los rostros queridos
que antaño los alentaban,
tiempo, combates y olvido
los borraron de sus almas.
Cinco años de campaña
fueron raleando sus filas,
y en medio de las montañas
están mil cruces perdidas.
Montando guardia en la Sierra,
por montoneras sitiados,
eran al fin de la guerra,
batallones olvidados.
LA NOVIA DE MI CAPITÁN
(canción)
¡A su orden, mi capitán!
¡Listo está su caballo
y su ordenanza Román,
y ya se oyen los tambores!
Pon poropo pon poropo pon pon pon.
Vibrante como una espada,
mi capitán Torreblanca
siempre estaba en la avanzada
del regimiento Atacama.
Cayó en la batalla 'e Tacna
por conquistar la victoria,
y he encontrado en su guerrera
este adiós para su novia:
Cuando suene el clarín de batalla,
bastará, Clementina, tu nombre
para ir a buscar la victoria
con altivo y osado corazón.
Y si el plomo enemigo me derriba,
tu nombre, límpido lucero,
brotará de mis labios de guerrero
como el último y eterno adiós.
¡A su orden, mi capitán!
Tristes marchan su caballo
y su ordenanza Román,
y los clarines lejanos
llorando su muerte van.
Pra pa pa pa pa pa.
LAS BOMBACHAS COLORADAS
(cachimbo)
Las bombachas coloradas,
entallada la guerrera,
la Carmen Vilches marchaba,
¡ay, qué linda cantinera!
Orgullo de su batallón,
todos suspiran por ella,
por su desplante burlón,
por corajuda y por bella.
Bombachas coloradas
tiene la Carmela.
Bombachas coloradas
tiene la Carmela.
¡Parecen en las batallas
una bandera!
¡Parecen en las batallas
una bandera!
Para tomarse aquel fuerte
trepa con las avanzadas;
los soldados van callando,
las bombachas coloradas.
Y sobre el fuerte rendido,
la Carmen Vilches se planta:
su sable en sangre teñido,
escarlatas sus bombachas.
Bombachas coloradas
tiene la Carmela.
Bombachas coloradas
tiene la Carmela.
¡Parecen en las batallas
una bandera!
¡Parecen en las batallas
una bandera!
¡Una bandera!