De hace unas semanas ha habido diversos comentarios y opiniones sobre la compra de aviones para la Fuerza Aérea del Perú (FAP), entre los que destaca la difusión de noticias en que se subraya que se trata de aviones “de guerra” (como quien dice “¡Uy, aviones de guerra, qué barbaridad!”), o que tenemos otras necesidades, otras urgencias, que somos un país pobre, etc.
Algunos puntos
1. Una idea que se intenta implantar con esta campaña es que la adquisición de armamento es innecesaria porque vivimos en una época de paz con todos los países vecinos y que, consecuentemente, una compra de esa naturaleza desentonaría con el clima de armonía en medio del cual vive el Perú.
Respuesta. Ahora hay guerras en todas partes —Oriente Medio, Europa, África— y nada ni nadie nos asegura que no estén tramando algo contra el Perú en la cueva de asesinos y ladrones históricos que es Chile, que tiene un extenso prontuario de ratero de territorios. ¿Por qué preocupa a nuestros corruptos y rateros que el Perú renueve o reemplace armamento, pero no les importa (no mencionan) que Chile tiene más del doble de aviones de combate que el Perú?
2. Tenemos otras necesidades, ¿para que invertir en armamento?
Respuesta. Es cierto que hay otras necesidades en el país, pero más cierto es que a medida que el Perú se desarrolla, aumenta la inquietud de los rateros chilenos, especialmente si tomamos en cuenta la cercana inauguración del megapuerto de Chancay y la asociación con Corea del Sur para la construcción de barcos y submarinos. ¡Tenemos mucho patrimonio que resguardar!
3. Otro “argumento” es que en estas compras va a haber sobrevaloración, comisiones y sobornos que pagaría la empresa favorecida a los militares encargados de aprobar la compra.
Respuesta. Se sabe que en diversos momentos ha habido corrupción en la compra de armamento, y también es posible que pueda volver a suceder. Sin embargo, delatando que en el fondo su actitud es antiperuana y prochilena, quienes agitan este tema nunca sugieren cómo pueden mejorarse los métodos de auditoría y control de gastos, que es lo que estos personajes deberían proponer en estas circunstancias, si lo que les interesase fuera la seguridad del Perú.
4. Compra de “aviones de guerra”. Si desde hace tiempo es de público conocimiento que los aviones de combate del Perú son antiguos y pocos en relación con nuestro territorio y con el número de aviones del enemigo del sur, ¿cómo es posible que finjan alarma ante la necesidad de renovar armamento?
Respuesta. Por fuentes de internet, se conoce que Chile tiene en servicio 13 aviones F-5 y 46 F-16, que totalizan 59 aviones; mientras que en servicio el Perú cuenta con 8 MiG-29, 11 Mirage 2000 y 5 Su-25, que hacen un total de 24 aviones. Se ve que el Perú, debiendo tener más aviones que Chile, posee menos de la mitad de lo que tiene Chile. Entonces, ¿de qué se alarman los “analistas” y “periodistas” que parecen mantenidos por la coima chilena?
El Perú necesita renovar y ampliar su equipo militar, como aviones de combate y defensa antiaérea, y esto debe hacerse sin reparar en el qué dirán de Chile y de la gentuza a sueldo que el enemigo tiene acá.
La compra debe tener en cuenta no sólo precio y calidad sino la libertad de uso de las naves y en caso de conflicto y la libre compra de repuestos, pues por ejemplo los Estados Unidos, por haber venddo sus aviones se apropia del derecho de autorizar o no la venta de repuestos.
Cohetería
De otro lado, se habla también de inversión en cohetería para la FAP, lo cual es positivo, pues en toda guerra moderna los cohetes y misiles tienen papel cada vez más preponderante. En Perú no sólo debería producir cohetes, tenemos experiencia en lanzamiento de cohetes y deberíamos apuntar a ser productores de misiles, que hasta Bolivia los produce, con todos los problemas económicos y sociales de ese país.
Ahorro de puesupuesto
Finalmente, si piensan en no derrochar el dinero de todos los peruanos, los congresistas que critican esta compra, deberían pensar en reducir los sueldos y número de congresistas y asesores parlamentarios, pues a través de los años no sólo que han incrementado el número de personas en su planilla dorada, sino que éste se ha multiplicado, así como su presupuesto, a la vez que ha descendido la calidad de personal contratado. Como el público comprueba a diario, cada vez el Congreso crece en delincuentes e ignorantes contratados a costa de todos los ciudadanos, así como el latrocinio de los sueldos de los empleados de despacho para inflar los bolsillos de los congresistas.
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