Canciller peruano: Nos sentimos ofendidos por el espionaje chileno

Por Juan Sheput


El doctor García y su canciller dicen que el Perú está ofendido por el espionaje chileno. Lo dicen los dos funcionarios que han permitido el avance vergonzoso de pseudoinversiones chilenas que lo único que han logrado es consolidar su accionar prepotente en nuestro país.


Es de reirse lo que dicen Alan García y su Canciller. Un presidente sin dignidad y sin afecto por el Perú como Alan García que engaña sin escrúpulos para impedir que el Congreso del Perú discuta un Tratado de Libre Comercio con el país que nos traiciona una vez más. Un presidente sin dignidad y sin afecto por el Perú como Alan García que promete en La Moneda, delante de personeros chilenos, que no tocará el tema de La Haya, en lugar de ser firme con la posición peruana desde un principio. Un presidente como Alan García que dijo "cuidado que Chile se molesta" en una declaración infeliz avergonzando a la Nación peruana.

Si Chile ha avanzado hasta límites intolerables es porque sabe el nivel poco digno de la política peruana empezando por el Partido Aprista, su dirigencia y como es obvio Alan García, que sin dignidad ni respeto por nuestra historia se han colocado como serviles ante el ímpetu económico chileno. Los chilenos avanzan hasta estos extremos intolerables porque saben que al norte hay un presidente como Alan García al cual sólo le interesan las "inversiones" que no son otra cosa que vulgares negocios. Pero Alan García no está sólo. Nuestra crisis de país sin élites nos lleva a que a García lo rodeen una corte de periodistas sin visión de país, empresarios enloquecidos por la ganancia fácil que han sido incapaces de formar una burguesía patriota y digna y cómo no, políticos que no entienden lo que es geopolítica y defensa de los intereses de la República.

Así que no venga el Canciller José Antonio García Beláunde y Alan García a decir que se sienten ofendidos cuando este par de funcionarios ha hecho todo lo posible en estos 40 meses de su gobierno para satisfacer sin remilgos los apetitos expancionistas de Chile.

El caso del espía miserable que trabajó para Chile nos dibuja una fractura vergonzosa en nuestras Fuerzas Armadas que no se recuperan del daño que les hizo Fujimori, en la "política" y su expresión comerciante que tan buen exponente tiene en un personaje tan pequeño como Alan García y en nuestras estructuras sociales que prefieren la comodidad que el sacrificio que exige encontrar nuestro propio sendero de desarrollo.

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