Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Deseo relatar los antecedentes, importancia y entretelones de la mayor distinción concedida por el Estado peruano, cuyos orígenes se remontan al nacimiento de nuestra vida republicana cuando el “Protector de la Libertad del Perú” la instituyó el 8 de octubre de 1821, para reconocer la abnegación de valientes libertadores, ciudadanos virtuosos y hombres de bien.
En sus inicios se llamó “Orden del Sol” y según el dispositivo suscrito por José de San Martín y su ministro de Guerra y Marina, Bernardo Monteagudo, se dividía en tres clasificaciones: Fundadores, Beneméritos y Asociados. Los Fundadores fueron los generales Juan Gregorio de Las Heras, Juan Álvarez de Arenales y Toribio Luzuriaga y Mejía, entre otros oficiales “en atención a sus distinguidos servicios el mariscal de campo marqués de Torre Tagle, el coronel del batallón de Numancia D. Tomas Heres y el teniente general Conde de Valle-Oselle”, quienes gozarían de preferencias para ocupar cargos estatales.
Los Beneméritos eran los miembros del ejército desde la clase de teniente coronel hasta la de subteniente inclusive, “cuya elección se hará por una junta de los jefes del ejército presidida por el general en jefe, teniendo presente las hojas de servicios de los oficiales de cada cuerpo y de las demás circunstancias particulares que los recomienden”. Se nombraban Asociados a los connacionales de cualquier fuero “que hayan hecho o hicieren acreedores al aprecio público, en un grado menos eminente que los anteriores, a juicio del Gran Consejo”.
Asimismo, se estableció un Gran Consejo de la Orden integrado por el “Jefe Supremo, sea o no de la Orden, que será su presidente nato, un vicepresidente que será el más antiguo entre los jefes presentes del ejército y nueve Fundadores, elegidos todos por el presidente del Consejo”, quienes tendrían una pensión anual. Lamentablemente la “Orden del Sol” tuvo breve validez: el 9 de marzo de 1825 el Congreso Constituyente la declaró “extinguida”.
Coincidiendo con el centenario de la Independencia Nacional, el presidente Augusto B. Leguía (1919-1930) la restituyó, el 14 de abril de 1921, con la denominación “El Sol del Perú”. Al respecto, Jorge Zamora Botta en su texto titulado “La Orden del Sol del Perú, 1821 - 1921” asevera: “…También fue restaurada ´para enaltecer los merecimientos contraídos en su servicio por los extranjeros´. Se hizo en aquella ocasión con cuatro grados o clases: Gran Cruz, Gran Oficial, Comendador y Oficial. Los primeros ejemplares fueron hechos por la afamada Casa francesa Arthus Bertrand, de París, para luego empezar a fabricarse en nuestra reconocida Casa Nacional de Moneda. En la década siguiente, durante la presidencia de Oscar R. Benavides, se añadiría el grado de Caballero y es con estos cinco grados que se concede hasta el día de hoy”. Su vigencia está regulada mediante ley del 31 de agosto y por reglamento del 6 de setiembre (1923).
Su diseño conserva la concepción artística original e incorpora el escudo creado en 1825. La insignia tiene la forma de un sol radiante con rayos de oro, en el centro ostenta el escudo nacional en relieve, rodeado de un círculo que en su parte superior lleva esmalte rojo y blanco en el lado inferior. Sobre el color encarnado ostenta la inscripción: “El Sol del Perú” y sobre blanco la fecha de su fundación: “1821”. Este disco se encuentra circundado por una corona de laureles en oro, en barniz verde en el caso de la placa de gran cruz. Cuando es concedida a soberanos o jefes de Estado, así como a notables personalidades, la placa de los símbolos del primer grado, llevará un círculo de diamantes.
Este galardón, considerado el más antiguo de América, se confiere para "premiar los servicios extraordinarios prestados a la patria por los peruanos, civiles y militares, como a enaltecer los merecimientos contraídos en su servicio por los extranjeros". El Gran Maestre de la Orden es el primer mandatario y su Canciller es el ministro de Relaciones Exteriores. Por tradición se asigna en su máximo grado al presidente electo -antes de juramentar en el Congreso de la República- en el Palacio de Torre Tagle.
Según lo estipulado en la directiva del Ceremonial del Servicio Diplomático de la República, corresponde su imposición al Ministerio de Relaciones Exteriores. Ésta puede ser otorgada por el canciller o, en su representación, por el vicecanciller o por el director nacional de Protocolo y Ceremonial del Estado. En ocasiones ha sido impuesta por el titular del Poder Ejecutivo cuando el acto se realiza en Palacio de Gobierno.
La ceremonia comienza con la lectura de la resolución que confiere la condecoración, luego el encargado del portafolio de Relaciones Exteriores pronunciará unas palabras y procederá a imponer la insignia y entregará del diploma respectivo; seguidamente, el homenajeado expresará su agradecimiento y, para concluir, se procede al saludo de los asistentes.
En las últimas décadas personajes de las más variadas disciplinas y procedencias la han recibido en su más alta categoría, como Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando de Szyszlo Valdelomar, Luis Bedoya Reyes, Luis Jaime Cisneros Vizquerra, Mario Vargas Llosa, José de la Puente Candamo, Ricardo Vega Llona, Beatriz Merino Lucero, Henry Pease García, Valentín Paniagua Corazao, Manuel Aguirre Roca, Miguel Baca Rossi, Augusto Tamayo Vargas, Walter Alva Alva, entre muchos más.
En vísperas de nuestro bicentenario evoquemos, con espíritu reflexivo y fervorosa convicción, el mensaje del prócer argentino: “…La Orden del Sol, que sea el patrimonio de los guerreros libertadores, el premio de los ciudadanos virtuosos y la recompensa de todos los hombres beneméritos. Ella durará mientras haya quien recuerde la fama de los años heroicos, porque las instituciones que se forman al empezar una grande época, se perpetúan por las ideas que cada generación recibe, cuando pasa por la edad en que averigua con respeto el origen de lo que han venerado sus padres”.
(*) Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/