Nuestra felicidad se ha visto afectada por la adaptación humana al entorno digital, que se ha acelerado debido a la pandemia de la COVID-19.
 
La felicidad de los ciudadanos de países de América Latina ha caído, en México, Chile, Perú, se registra una baja de 13%, 15% y 26% respectivamente, según un estudio realizado por Global Happiness 2020, de Ipsos. Somos menos felices, pero en muchas ocasiones ni siquiera somos conscientes de las variables que determinan qué afecta nuestro estado anímico. La felicidad depende de una dimensión más profunda, relacionada con nuestra identidad y la satisfacción de vivir la vida que queremos vivir, y una dimensión más superficial, que tiene que ver con los momentos de felicidad y el bienestar emocional del día a día. No obstante, «cuando se definieron las dimensiones del bienestar todavía no nos había dado tiempo de teorizar sobre el bienestar digital. Ahora sabemos que en la dimensión del bienestar emocional digital ocurren cosas diferentes, como la dependencia emocional, el estrés y la angustia por la gestión de la hiperconectividad o las relaciones distorsionadas», comenta Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
 
 

trabajo remoto

 

 
Por su parte, Marta Calderero, también profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, explica que «la era digital ha dado lugar a una nueva realidad en la que nos movemos entre dos mundos: el virtual y el físico. Nos hemos convertido en personas que transitamos sin limitaciones entre ambos espacios. Esta nueva realidad nos puede llevar a sentir la necesidad de reconceptualizar nuestra felicidad en un entorno tan fluido e hiperconectado», y más en un momento en el que la crisis provocada por la pandemia del coronavirus ha hecho que muchas personas se hayan tenido que adaptar al entorno digital repentinamente para trabajar o mantener su vida social.
 
Teletrabajo y redes sociales: todo el día conectados
Para bien o para mal, el teletrabajo ha afectado a las personas de diferentes maneras en función de sus necesidades, valores y prioridades. Cabero defiende que «para unos ha sido muy positivo poder estar en casa, mientras que a otros les ha desequilibrado el hecho de no poder tener los dos espacios vitales separados».
 
Por lo que respecta a la salud mental, «a algunos les ha afectado no poder mantener su vida presencial de siempre, aunque a otros les ha resultado muy saludable poner distancia física». En cuanto a la organización de los equipos de trabajo, «hay quien ha fortalecido los vínculos y el compromiso propio y colectivo teletrabajando, mientras que otros han comprobado que ni la organización, ni los liderazgos, ni los equipos estaban preparados para teletrabajar, y esto ha hecho que las personas se sintieran perdidas y solas».
 
En cuanto a las redes sociales, Mireia Cabero explica que «sin duda, el entorno digital no se puede tocar ni vivir en primera persona; por lo tanto, nos lleva a crear expectativas e imaginaciones ideales». Idealizamos la vida de otras personas y las comparamos con las nuestras, que suelen ser peores, y esto puede llegar a generar inseguridad, baja autoestima y envidia.
No obstante, estas cualidades forman parte de la dimensión más superficial de la felicidad, por eso es importante contar con un buen desarrollo de la felicidad más profunda. «Igualmente, una inteligencia emocional muy integrada y desarrollada nos da herramientas para gestionar de manera autónoma y positiva estas pequeñas adversidades que nos hacen sentir mal», concluye la profesora colaboradora.
 
Cinco consejos para vivir una vida significativa y feliz en la era digital
Cabero relata que «hace falta construir nuestro propio bienestar emocional físico y nuestro propio bienestar emocional digital, ya que cada uno nos ofrece un tipo de calidad de experiencia diferente», y Marta Calderero nos da las claves para combinar la vida virtual con la desconexión digital:
 
1- Reorganiza tu realidad: diseña tu hogar y tu entorno de trabajo para que te sientas cómodo interactuando en el entorno físico y el virtual, con mobiliario adecuado para el uso de la tecnología y también espacios donde la desconexión esté asegurada.
 
2- Aplica una desconexión intermitente: intenta incluir en tu rutina diaria el hábito de desconectar unos treinta minutos dos o tres veces al día; de este modo conseguirás que tu cerebro se recargue de energía. También es muy recomendable establecer unos límites de uso de los programas y dispositivos, ya que perdemos mucho tiempo al día consultando continuamente el móvil y comprobando si hemos recibido nuevos correos electrónicos. Haz un esfuerzo y elimina todas las distracciones, como suscripciones y notificaciones innecesarias.
 
3- Potencia el optimismo: al principio del día consulta las cuentas de redes sociales que contengan información inspiradora, pues te ayudarán a reducir el sesgo atencional negativo que generan las noticias que copan los titulares del día.
 
4- Vive experiencias únicas: siempre que sea posible, prioriza las relaciones sociales en el contexto físico, y cuando las lleves a cabo en el entorno virtual es mejor que intentes conectar con personas más que con información impersonal.
 
5- Participa en comunidades que tengan tus mismos intereses: aunque parezca que la felicidad es un concepto unipersonal, la percepción de felicidad colectiva tiene mucho peso en nuestro bienestar. Por ello es muy recomendable que aproveches el entorno digital para conectar con aquellas personas que, aunque viven lejos de ti, comparten tus mismas aficiones. En este sentido, las redes sociales pueden ser una herramienta muy positiva.