Conferencia Episcopal contra despenalización del aborto
Conferencia Episcopal Peruana
LA VIDA ES EL FUNDAMENTO DE TODOS LOS DERECHOS HUMANOS
Los Obispos del Perú, ante la discusión pública que se le ha dado en estos días al tema de la despenalización del aborto por violación y por malformación, consideramos necesario emitir un pronunciamiento en defensa de la vida.
Conferencia Episcopal Peruana
LA VIDA ES EL FUNDAMENTO DE TODOS LOS DERECHOS HUMANOS
Los Obispos del Perú, ante la discusión pública que se le ha dado en estos días al tema de la despenalización del aborto por violación y por malformación, consideramos necesario emitir un pronunciamiento en defensa de la vida.
l. La Declaración Universal de los Derechos Humanos optó decididamente por la defensa de la vida. También nuestro ordenamiento constitucional vigente reconoce y protege la vida humana desde su inicio: la concepción.
2. Por ello la protección al niño por nacer no debe admitir excepciones ni dudas de ningún tipo. Desde la concepción se inicia el desarrollo de la vida, que no debe ser interrumpido por ningún motivo. El valor de la vida y su defensa desde el primer instante no se puede alterar sin causar un gravísimo daño al más genuino compromiso con el ser humano y sus derechos.
3. En este sentido afirmamos que no hay situación o dificultad humana que autorice matar a un inocente. Si se niega al niño por nacer su derecho a la vida caemos en el gravísimo riesgo de perder la coherencia que debe tener nuestro ordenamiento legal, pues tergiversamos gravemente el fundamento de la vigencia de los demás Derechos inherentes al ser humano: la defensa de la vida desde la concepción.
4. Cada ser humano tiene un valor único e irrepetible como lo afirmaba siempre el Papa Juan Pablo II. Por ello hacemos una seria invocación para que todos nos unamos en la defensa de la vida sin distinciones ni cálculos políticos ni religiosos. Debemos exigir que no aparezcan leyes crueles inicuas que autoricen la eliminación de los seres más indefensos.
5. La sociedad no debe admitir una tendencia exclusivamente materialista en la que sólo se le da valor y se privilegia lo que se considera útil. Una tendencia a evadir el dolor y no ver en él una ocasión de servicio, sería la corrosión del valor más importante para la convivencia social: la defensa de la vida desde la concepción, hasta la muerte natural. Entraríamos en una espiral que perjudica de manera abusiva a los más pobres e indefensos como son los niños por nacer.
6. No dejemos que se juegue con los sentimientos de nuestro pueblo y menos aún con los de la mujer peruana aduciendo casos dolorosos para justificar el delito del aborto, que es matar a un inocente indefenso. No maltratemos esta realidad sagrada, que es el respeto por la vida, para descalificar con frases agraviantes a quienes no piensan igual. Busquemos respuestas que defiendan toda vida humana, despertando la solidaridad, la fraternidad y el amor gratuito como el Papa Benedicto XVI nos acaba de enseñar en su última Encíclica, “Caritas in Veritate”.
7. Los peruanos, y de manera especial las madres de familia, siempre han dado pruebas de ser un pueblo generoso que acoge y defiende la vida, por ello hacemos un serio llamado a todas las instituciones para que juntos pongamos todos los medios para ayudar a los hogares en dificultades materiales, para sensibilizar a todos, a través de los medios de comunicación, en el respeto a toda vida ya que siempre es un valor sagrado que no se debe eliminar por ningún motivo. Se trata de ser o no ser, de existir o no existir, de seguir viviendo o ser aniquilados antes de poder decidir.
8. Nos preocupa el mensaje que estamos dando a las nuevas generaciones. ¿Cuál será nuestro futuro si a nuestros niños les decimos que una vida dentro del vientre de la madre puede ser eliminada, desechada? ¿Acaso su vida pudo serlo en algún momento? ¿Acaso ellos podrán eliminar una vida en el futuro?, ¿Este es el tipo de mundo que queremos construir?
9. Pedimos a nuestros médicos, fidelidad a su juramento hipocrático de defender la vida y los exhortamos que procuren siempre la defensa de todas las vidas que tienen en sus manos. En el caso de mujeres embarazadas, la vida de la madre y de su hijo por nacer, merecen protección y cuidado, porque todo ser humano, nacido o por nacer, posee la misma dignidad y el mismo valor.
10. Invocamos a quienes tienen la grave responsabilidad política de legislar sobre estas materias para que por respeto a la verdad científica y protegiendo un valor esencial sobre el cual se apoya toda la doctrina universal de los Derechos Humanos, tengan el valor de defender la vida siempre y en todas las circunstancias ya que es un don que Dios ha dado a la humanidad.
Recordemos la célebre expresión de la Madre Teresa de Calcuta: "El más grande destructor de la paz es el aborto porque, si una madre puede matar a su propio hijo ¿qué nos queda a nosotros, matarte a ti y tú matarme a mí? ¡No nos queda más que eso!”
Lima. 16 de octubre de 2009.
2. Por ello la protección al niño por nacer no debe admitir excepciones ni dudas de ningún tipo. Desde la concepción se inicia el desarrollo de la vida, que no debe ser interrumpido por ningún motivo. El valor de la vida y su defensa desde el primer instante no se puede alterar sin causar un gravísimo daño al más genuino compromiso con el ser humano y sus derechos.
3. En este sentido afirmamos que no hay situación o dificultad humana que autorice matar a un inocente. Si se niega al niño por nacer su derecho a la vida caemos en el gravísimo riesgo de perder la coherencia que debe tener nuestro ordenamiento legal, pues tergiversamos gravemente el fundamento de la vigencia de los demás Derechos inherentes al ser humano: la defensa de la vida desde la concepción.
4. Cada ser humano tiene un valor único e irrepetible como lo afirmaba siempre el Papa Juan Pablo II. Por ello hacemos una seria invocación para que todos nos unamos en la defensa de la vida sin distinciones ni cálculos políticos ni religiosos. Debemos exigir que no aparezcan leyes crueles inicuas que autoricen la eliminación de los seres más indefensos.
5. La sociedad no debe admitir una tendencia exclusivamente materialista en la que sólo se le da valor y se privilegia lo que se considera útil. Una tendencia a evadir el dolor y no ver en él una ocasión de servicio, sería la corrosión del valor más importante para la convivencia social: la defensa de la vida desde la concepción, hasta la muerte natural. Entraríamos en una espiral que perjudica de manera abusiva a los más pobres e indefensos como son los niños por nacer.
6. No dejemos que se juegue con los sentimientos de nuestro pueblo y menos aún con los de la mujer peruana aduciendo casos dolorosos para justificar el delito del aborto, que es matar a un inocente indefenso. No maltratemos esta realidad sagrada, que es el respeto por la vida, para descalificar con frases agraviantes a quienes no piensan igual. Busquemos respuestas que defiendan toda vida humana, despertando la solidaridad, la fraternidad y el amor gratuito como el Papa Benedicto XVI nos acaba de enseñar en su última Encíclica, “Caritas in Veritate”.
7. Los peruanos, y de manera especial las madres de familia, siempre han dado pruebas de ser un pueblo generoso que acoge y defiende la vida, por ello hacemos un serio llamado a todas las instituciones para que juntos pongamos todos los medios para ayudar a los hogares en dificultades materiales, para sensibilizar a todos, a través de los medios de comunicación, en el respeto a toda vida ya que siempre es un valor sagrado que no se debe eliminar por ningún motivo. Se trata de ser o no ser, de existir o no existir, de seguir viviendo o ser aniquilados antes de poder decidir.
8. Nos preocupa el mensaje que estamos dando a las nuevas generaciones. ¿Cuál será nuestro futuro si a nuestros niños les decimos que una vida dentro del vientre de la madre puede ser eliminada, desechada? ¿Acaso su vida pudo serlo en algún momento? ¿Acaso ellos podrán eliminar una vida en el futuro?, ¿Este es el tipo de mundo que queremos construir?
9. Pedimos a nuestros médicos, fidelidad a su juramento hipocrático de defender la vida y los exhortamos que procuren siempre la defensa de todas las vidas que tienen en sus manos. En el caso de mujeres embarazadas, la vida de la madre y de su hijo por nacer, merecen protección y cuidado, porque todo ser humano, nacido o por nacer, posee la misma dignidad y el mismo valor.
10. Invocamos a quienes tienen la grave responsabilidad política de legislar sobre estas materias para que por respeto a la verdad científica y protegiendo un valor esencial sobre el cual se apoya toda la doctrina universal de los Derechos Humanos, tengan el valor de defender la vida siempre y en todas las circunstancias ya que es un don que Dios ha dado a la humanidad.
Recordemos la célebre expresión de la Madre Teresa de Calcuta: "El más grande destructor de la paz es el aborto porque, si una madre puede matar a su propio hijo ¿qué nos queda a nosotros, matarte a ti y tú matarme a mí? ¡No nos queda más que eso!”
Lima. 16 de octubre de 2009.