Alan García y su responsabilidad en el fracaso de la descentralización
Por Juan Sheput
El presidente García ha reconocido en su mensaje a la Naciòn, que la descentralización en el Perú ha fracasado. Ha olvidado decir que en ello tanto él como su partido han tenido una labor estelar. Veamos por qué.
Por Juan Sheput
El presidente García ha reconocido en su mensaje a la Naciòn, que la descentralización en el Perú ha fracasado. Ha olvidado decir que en ello tanto él como su partido han tenido una labor estelar. Veamos por qué.
El presidente se ha quejado que, tal como está la Ley, es muy difícil que se pueda ejecutar una efectiva descentralización. Ha olvidado, también, que en Octubre del 2006 lanzó veinte medidas para relanzar la descentralización, medidas que no llegaron a ningún puerto pues naufragaron en la incompetencia gubernamental.
Asimismo, uno de los temas que ha recordado en su mensaje el presidente García es el referido a la imposibilidad de juntar a un grupo de gobiernos regionales en una sóla macro región, en una Gran Región. La memoria selectiva del presidente García le hizo olvidar que hace 5 años, el 30 de Octubre del 2005, hubo un Referendum nacional, para que las poblaciones se pronuncien en favor o en contra de la unión de varios gobiernos regionales. Una de las propuestas que mayores posibilidades tenía era la unión, en el Norte del Perú, de Tumbes, Piura y Lambayeque. Esa propuesta, liderada por Yehude Simon, fue saboteada por el actual Premier, congresista Javier Velásquez Quesquén, quien en la época viajó hasta Lambayeque para dedicarse en cuerpo y alma a sabotear y hacer fracasar esta iniciativa. Es decir, el APRA, es gran culpable del fracaso de la descentralización.
Pero hay otros elementos que han coadyuvado a este fracaso. La Ley de Regionalización exige primero la generación de planes regionales y construcción de capacidades antes de transferir recursos. Tiene lógica. Sin un plan estratégico y sin el recurso humano capaz de conducir el proceso hacia los objetivos, no se puede construir una región. Sin embargo el gobierno del presidente García se dedicó a transferir recursos económicos, cerca de 15,000 millones de dólares durante estos cuatro años, sin que existieran ni planes ni capacidades en los gobiernos regionales. Cada funcionario regional, así, se dedicó a construir lo que le propusiera el lobby empresarial, las poderosas empresas de construcción. Vino así el desorden, la obra inútil, la corrupción. Como imaginará, la causa de que la obra sea ficticia en muchos casos es por la gigantesca corrupción, que a través de conocidos operadores apristas, también se descentralizó.
Pero este no fue el único daño que ha causado Alan García. La transferencia de recursos económicos sin reflexión ni orden, atizó las ambiciones de caudillos y corruptos regionales de querer manejar los dineros públicos. Esta situación ha generado violencia, a tal punto que ya se acusa al presidente regional de Ancash, de estar involucrado en el asesinato de un funcionario regional convocado a reemplazarlo en el cargo.
Finalmente, con millones en juego, no van a querer fusionarse. Mientras mas disperso esté el archipiélago, mayor cantidad de burocracias listas a derrochar los fondos del Estado.Con los miles de millones de soles que se pueden transferir gracias al canon minero va a ser muy difícil que las burocracias regionales quieran abandonar el actual sistema de privilegios, que desborda por su amplitud a la Contraloría.
La regionalización y la descentralización, por tanto, gracias al voluntarismo de García, ha fracasado.
Asimismo, uno de los temas que ha recordado en su mensaje el presidente García es el referido a la imposibilidad de juntar a un grupo de gobiernos regionales en una sóla macro región, en una Gran Región. La memoria selectiva del presidente García le hizo olvidar que hace 5 años, el 30 de Octubre del 2005, hubo un Referendum nacional, para que las poblaciones se pronuncien en favor o en contra de la unión de varios gobiernos regionales. Una de las propuestas que mayores posibilidades tenía era la unión, en el Norte del Perú, de Tumbes, Piura y Lambayeque. Esa propuesta, liderada por Yehude Simon, fue saboteada por el actual Premier, congresista Javier Velásquez Quesquén, quien en la época viajó hasta Lambayeque para dedicarse en cuerpo y alma a sabotear y hacer fracasar esta iniciativa. Es decir, el APRA, es gran culpable del fracaso de la descentralización.
Pero hay otros elementos que han coadyuvado a este fracaso. La Ley de Regionalización exige primero la generación de planes regionales y construcción de capacidades antes de transferir recursos. Tiene lógica. Sin un plan estratégico y sin el recurso humano capaz de conducir el proceso hacia los objetivos, no se puede construir una región. Sin embargo el gobierno del presidente García se dedicó a transferir recursos económicos, cerca de 15,000 millones de dólares durante estos cuatro años, sin que existieran ni planes ni capacidades en los gobiernos regionales. Cada funcionario regional, así, se dedicó a construir lo que le propusiera el lobby empresarial, las poderosas empresas de construcción. Vino así el desorden, la obra inútil, la corrupción. Como imaginará, la causa de que la obra sea ficticia en muchos casos es por la gigantesca corrupción, que a través de conocidos operadores apristas, también se descentralizó.
Pero este no fue el único daño que ha causado Alan García. La transferencia de recursos económicos sin reflexión ni orden, atizó las ambiciones de caudillos y corruptos regionales de querer manejar los dineros públicos. Esta situación ha generado violencia, a tal punto que ya se acusa al presidente regional de Ancash, de estar involucrado en el asesinato de un funcionario regional convocado a reemplazarlo en el cargo.
Finalmente, con millones en juego, no van a querer fusionarse. Mientras mas disperso esté el archipiélago, mayor cantidad de burocracias listas a derrochar los fondos del Estado.Con los miles de millones de soles que se pueden transferir gracias al canon minero va a ser muy difícil que las burocracias regionales quieran abandonar el actual sistema de privilegios, que desborda por su amplitud a la Contraloría.
La regionalización y la descentralización, por tanto, gracias al voluntarismo de García, ha fracasado.