Ollanta Humala no sabe por qué lo critican. Ayudémoslo.

El presidente Ollanta Humala declaró a AFP en Vladivostok al final de APEC 2012: “No sé por qué me critican tanto. El juego de la democracia es así: hay un gobierno y una oposición, aceptamos todas las críticas, no me corro a ninguna, pero tengo el derecho de descargar esas críticas; soy una figura pública y me pueden criticar hasta por mi forma de sentarme y todos tienen derecho a criticarme porque soy político”.

Pues se le toma la palabra, y con el único afán de contribuir a recordarle las razones por las que se puede criticar su desempeño, lo cual no implica dejar de reconocer los logros que también está obteniendo, esta columna pretende ser un Memorex que compense la corte adulona que suele caracterizar a Palacio de Gobierno, ahora y como siempre:

1. Falta de una visión de largo plazo del país que su gobierno quisiera forjar por la carencia de una proyección estimulante del futuro y por la dificultad para abordar una agenda ambiciosa porque las premuras del corto plazo le obstaculizan la mirada más allá de la quincena.

2. Lo anterior tiene como consecuencia que, al paso que vamos, el Perú no está caminando en la dirección de dar el gran salto para pasar de la liga de países de ingresos medianos y así ingresar en la ruta de las naciones que llegaron o que están por llegar a la gran liga. Esto significa dejar de crecer a tasas de 5-6% para hacerlo a ritmos de 8/9%. La diferencia, en términos de sus implicancias para la gente, es abismal.

3. Pero lo anterior no es suficiente. También se requiere lo que a este gobierno aún le falta: planteamientos de largo plazo, con políticas públicas consistentes, para reformar de raíz la seguridad ciudadana, la salud y la educación, la justicia, así como para mejorar sustantivamente la competitividad del país y el cierre del déficit de infraestructura.

4. Un cuello de botella para empezar a abordar los asuntos anteriores es una improvisación en el gobierno que le cuesta mucho corregir, así como la carencia de una estructura eficiente de toma de decisiones para, por ejemplo, desenredar muchos problemas vinculados al ámbito empresarial, lo cual está paralizando inversiones relevantes.

5. Mal manejo de la conflictividad social.

6. Falta de un plan, con voluntad política, contra la corrupción.

7. Carencia de una estrategia política lo cual produce un aislamiento peligroso del gobierno.

8. Mediocridad en la gestión pública.

9. Perder el foco con proyectos absurdos como el de negacionismo.

10. Distanciamiento de su elector original porque el presidente no ha sido capaz de explicarle con sinceridad los cambios que él mismo ha experimentado.

La República, 11-09-2012