Por Alberto Adrianzén M.

La invitación de Mercosur a Bolivia para integrar este bloque debe ser discutida con mucha seriedad. Hace seis años, en 2006, Venezuela tomó este mismo camino. El año pasado, en Ecuador, el mismo tema fue discutido en el interior del gobierno.

mapa can

Por eso, este asunto no se puede pasar, como se dice, por “agua tibia” ni mucho menos soslayarse, más aún cuando faltan pocos días para que Lima sea escenario de una cumbre presidencial de los países de Unasur.

Actualmente existen dos maneras de entender la unidad e integración en América del Sur. La primera es la llamada “convergencia” que consiste en la aproximación entre La Comunidad Andina (CAN) y Mercosur para fortalecer y consolidar Unasur.

La segunda es la tesis de la “absorción”, que se fundaría en que el eje rector de ese proceso sería Unasur. Sin embargo, existe una tercera, en parte como consecuencia de la segunda: la división.

Esta última, de producirse, daría como resultado el nacimiento de dos bloques en la región: por un lado, el Mercosur y, por el otro, ya no la CAN sino la Alianza del Pacífico. Para que suceda este hecho Bolivia y Ecuador tendrían que abandonar la CAN, tal como hizo Venezuela en 2006, y sumarse al Mercosur.

El presidente Evo Morales ha dicho, hace unos días, que el proceso para el ingreso de su país a Mercosur se iniciará con una cumbre que se celebrará en Brasilia los días 6 y 7 de diciembre.

Asimismo declaró que el Mercosur “es un mercado mucho más grande que la CAN” y que su país tendría “mucha más fuerza para cualquier negociación” con otros países si está dentro del bloque sureño (La República 23-11-12).

Bolivia tiene razones económicas adicionales que podrían justificar esta decisión. Su comercio con Mercosur es hasta ahora superavitario; asimismo, sus exportaciones al Mercosur aportan más del 50% de las exportaciones de la CAN a esa subregión. A esto se puede sumar que el Mercosur, al ser una unión aduanera (la CAN es una zona de libre comercio), se ajustaría más a la política económica y exterior de ese país.

No es extraño que el propio Morales haya lamentado, más de una vez, que Bolivia tenga ciertos problemas en la CAN y que uno de ellos es que existen dos países (Perú y Colombia) que han firmado TLCs con EEUU.

Sin embargo, es claro que esta posible decisión va más allá de razones puramente económicas. Y si bien el dilema Boliviano expresa el grado de complejidad de los procesos que se viven en la mayoría de países sudamericanos, también lo son las decisiones, casi históricas, a las que se deben enfrentar estos países en tiempos de cambio.

El primero es cómo los países de la región se enfrentan a la crisis económica mundial y cómo se vinculan al sistema internacional. Este es un tema que guarda relación no solo con el diseño de una nueva arquitectura financiera para la región, con el tipo de crecimiento y desarrollo, sino también con otros temas de orden político.

Por ejemplo, qué posición adoptar frente al actual proceso de militarización de las relaciones internacionales que promueve EE. UU. o, también, frente a los intentos de reactivar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que alienta ese mismo país y que apoyan algunos gobiernos de la región. Dicho en términos más simples, a qué se pone más énfasis: a una política sudamericana y latinoamericana o a una política interamericana.

El segundo es cómo entender la unidad y la integración de América del Sur. Por unidad me refiero no solo al viejo mito bolivariano sino sobre todo a las vinculaciones entre los propios países de la región y su conversión en un bloque político capaz de actuar en forma unitaria, soberana e independiente de los poderes externos en el sistema internacional. Por integración, al proceso de convergencia, complementariedad y cooperación entre CAN y Mercosur para crear un mercado ampliado en esta región.

Y si bien se puede argumentar que las trabas que hoy limitan el comercio intrasudamericano, como consecuencia, entre otros puntos, del proteccionismo económico que aplican algunos países o las asimetrías entre ellos, son problemas que retrasan una mayor profundización del proceso de integración, lo que debe quedar claro es que estamos frente a la posibilidad del nacimiento de dos bloques políticos e ideológicos tanto en América del Sur como en América Latina tal como pretende EE. UU. y Alan García en su momento.

Uno de ellos será el Mercosur, cohesionado no solo por el carácter progresista de sus gobiernos sino también por la voluntad de enfrentar colectivamente la crisis económica internacional y conformar un bloque político regional autónomo. El otro, como he señalado líneas arriba, es el conjunto de países que hoy integran la Alianza del Pacífico (Perú, Chile, Colombia y México), esta suerte de ALCA en pequeño, cuya cohesión proviene de su cercanía hacia políticas neoliberales y de haber firmado, todos ellos, un TLC con EE. UU.

En este contexto, algunas de las preguntas que deberíamos hacernos es cómo van a reaccionar los países andinos para evitar una posible crisis terminal si Bolivia decide salirse de la CAN; otra, de qué lado estará el Perú en ese momento crucial.

La Primera, Lima 25-11-2012

http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas-y-colaboradores/dividiendo-la-region_125437.html

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