Por Ubaldo Tejada Guerrero*
“Estamos en un momento en que hay que construir de nuevo el Perú, como si se estuviera fundando en 1821. Los ocho millones de migrantes han cambiado el Perú, hace menos de diez años hubo un desborde popular. Hay que ver cómo cambiamos todo esto mediante la concentración de la mayor inteligencia posible de técnicos peruanos, pero agrupados en nuevos partidos políticos”.
(José Matos Mar-12 de mayo de 2013-Diario “La República”-Perú)
La salida del ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Roncagliolo el 15-05-13, demuestra que la derecha peruana es insaciable. Ella tiene apetitos materiales y políticos desmedidos. Controla ya casi todas las manijas del gobierno, pero no le basta. Quiere tener en sus manos todos los resortes del poder, del gobierno y del Estado. Para lograr ese objetivo quiere limpiar el camino de todos los obstáculos que le impiden avanzar: lo que queda de la izquierda, así sea rosada.
La presentación del ministro de Economía Miguel castilla en el Congreso (15-05-13), terminó con una frase: “El Perú es un país pobre”, pero el sistema difunde una y otra vez que la economía está boyante y que ha crecido; en efecto, en el 2012, según la revista Forbes, multimillonarios peruanos como Eduardo Belmont, CEO de BELCORP y Carlos Rodríguez Pastor, junto a 8 más, aparecen entre los potentados del planeta. Sus fortunas oscilan entre el 1.35 mil millones a 6.100 mil millones de dólares. Sin duda, un colosal aumento de sus ganancias.
La Población Económicamente Activa (PEA) es actualmente de 15.307,300. De ésta solo el 8.2 % tiene un trabajo decente; el resto del porcentaje es maquillado por una ficción llamada población empleada y subempleada. Antes de la aplicación del modelo neoliberal, la población sindicalizada del total de la masa laboral era de 52 %; hoy llega apenas a un 4.5 %.
Pero una izquierda exclusivamente electoral tiene poco futuro. Debe entender que la política ya no transita por el único riel de los partidos, sino tiene otros actores: el movimiento socio-político, cuya representación política hasta ahora no encuentra expresión en el Estado, ello significa capacidad de gobernar, batalla en el campo de las ideas para convencer a las masas y cuadros políticos y técnicos que aseguren una buena gestión.
Si la izquierda peruana quiere gobernar las regiones en el 2014 y el país en el 2016, está obligada a realizar una serie de tareas políticas indispensables que lo lleve a reencontrarse con el Perú “real”, con el nuevo proletariado globalizado del Perú migrante andino y selvático, que conforma la clase media forjada despectivamente en la “informalidad” de las grandes ciudades.
Cambiar la realidad peruana exige transformaciones objetivas, pero también en los sujetos agentes del cambio. Un mundo nuevo, como soñaba José Carlos Mariátegui, necesita de un “hombre nuevo”, como decía Alberto Flores Galindo “Faltan vasos comunicantes entre el Estado y la sociedad. La democratización de la sociedad civil ha marchado a contracorriente de la tendencia secular que conduce al autoritarismo estatal y el ejercicio despótico del poder. Las instituciones permanecen excluidas de la escena oficial. Existen pocas conexiones entre instituciones civiles y partidos políticos” (“La Tradición autoritaria”).
Tratemos de precisar algunas ideas matrices: Convocar a la unidad de los partidos y los movimientos regionales de ese signo que quieren un nuevo rumbo para el Perú en democracia, abandonar estilos de capilla y de eternos caudillos, ofrecer una visión del Perú en el largo plazo definiendo un horizonte utópico movilizador, mantener los pilares de justicia, libertad, solidaridad y autonomía del Perú en el mundo globalizado, partir de los grandes clivajes que definen la estructura social, económica, política y cultural del país: Dependencia-autonomía, Modernidad-tradición, Capital-trabajo, Centralismo-descentralización, Homogeneidad-diversidad cultural, desarrollo-atraso, conformar un frente amplio recordando que los partidos no se fundan por decreto ni por refinados diseños institucionales; se forman en la lucha, defender el Estado- nación como espacio de ejercicio de la ciudadanía y de la democracia mientras no se invente la comunidad sudamericana que integre a los estados naciones actualmente existentes. Eso implica el impulso de políticas públicas que encaucen y hagan gobernable la globalización.
Hoy mas que nunca es imprescindible postular los avances de la ciencia y la tecnología como base del desarrollo y revalorar a los intelectuales y a los organizadores de cultura como creadores de proyectos políticos, culturales y morales y de espacios de hegemonía y de integración social y nacional.
No olvidar que la política y la ética son realidades diferenciadas, pero no debieran caminar separadas. Entre los fines buenos y los medios no siempre santos de la política, la izquierda tiene que colocar los valores en la política, como instrumento de regeneración moral del Perú.
Alberto Moreno Rojas expresaba: “ninguna sociedad garantizará desarrollo y progreso, bienestar y estabilidad, si no cuenta con una voluntad nacional cohesionada y con la creatividad y el ímpetu del pueblo movilizado en torno de un proyecto histórico que cree realizable. Una sociedad fragmentada como es el Perú de hoy, una clase dominante sin más capacidad de convocatoria que el lucro desmedido, desarraigada de su realidad y su historia, entusiasmada por la limosna foránea antes que por su capacidad de realización, está condenada a reproducir las condiciones de atraso, miseria, ruina moral y dependencia”. El reto sigue en curso.
*Analista Global
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