Por Rocío Ferrel
Muelles pesqueros son tierra de nadie ante inacción de las autoridades y sobrepesca mata de hambre a las aves y mamíferos marinos
Los barcos chinos trajeron dos epidemias al Perú, una en 1904, la peste y la del cólera en 1991. Esta vez trajeron a un africano proveniente de un país azotado por la epidemia del ébola, que, por suerte, no fue un real afectado.
Pelícanos hambrientos en busca de la caridad en Chimbote.
El dirigente del Frente Nacional de Pesca, Roberto Vieira, desde hace meses viene denunciando la sospechosa (¿coima?) inacción de las autoridades encargadas de velar por la seguridad en los muelles pesqueros, que se han convertido en tierra de nadie, con embarcaciones que zarpan y atracan a su antojo en total descontrol y en este desenfreno están depredando nuestra riqueza ictiológica al punto que se encuentran aves y mamíferos muertos o agonizantes por inanición (ver por ejemplo este vídeo).
Muchos países impiden que flotas extranjeras faenen en sus mares, lo cual debería seguir el Perú. Vieira explicó que, además de los permisos que pueda darse a naves extranjeras, hay embarcaciones, en especial de la China, que pescan en el límite de las 200 millas, pero ante un control débil o nulo ingresan en nuestro dominio marítimo, con la consiguiente depredación.
Hay buques multipropósito, que pescan, procesan y fabrican conservas y harina de pescado, los cuales no tienen facilidades en Chile ni Ecuador, pero llegan al Perú a abastacerse de combustible y por mantenimiento. Incluso, sucios lobbies les dieron privilegios tributarios. Así, mientras estos depredadores se enriquecen con grandes cargas, a los pequeños pescadores les incautan los pocos kilos que pescan, denuncia Vieira.
Esto también explica la comodidad con que por vía marítima se sentían impunes narcotraficantes que pretendían embarcar toneladas de drogas, como se supo tras el escándalo que vincula al congresista León, por lo cual se presume que esta actividad ilícita está infiltrada en el poder.
Que se vayan los pesqueros extranjeros
Los barcos chinos, además de depredar, son un peligro para la salud pública por las precarias condiciones en que mantienen a su tripulación, como denunció el ciudadano africano sospechoso de estar contagiado. Además, es característico de los empresarios chinos explotar a sus trabajadores violando normas internacionales laborales.
¿Qué lobbies están operando en el ministerio de Producción, de Salud, Economía, Transportes, Defensa, capitanías para que “no vean” este desgobierno? ¿Cuánto hay de coima? Ya hemos visto que bastaron unos correos de Cecilia Blume, gestora de intereses grotescos, para que se extiendan los plazos de pesca.
La actividad descontrolada además priva de una buena alimentación a los peruanos pobres, el pescado se lo llevan al exterior y se importa pescado. Para burla, el gobierno promueve el consumo de pescado, cuando está fuera del alcance de las personas de escasos recursos.
Esta epidemia es la gota que colma el vaso de las barbaridades de los pesqueros extranjeros y es la oportunidad para poner punto final a su presencia en nuestros mares y muelles. Con gran presupuesto y cuidados en los Estados Unidos ya hay dos contagios entre personal de salud que sabe lo que tiene que hacer. Sería inimaginable lo que sucedería en el Perú.
Esperemos que los congresistas decentes que quedan exijan poner fin esta aberración que amenaza a todos los peruanos y que las organizaciones de salud, de defensa de los animales, pescadores nacionales y empresarios se unan para poner fin a esta atrocidad sin nombre.
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