Alberto Nisman 2César Lévano

La noche del domingo 18, el fiscal general de la Argentina, Alberto Nisman, fue hallado muerto en su hermético departamento, cerrado por dentro. De inmediato la derecha argentina intentó negar que se trataba de un suicidio.

 

El lunes, sin investigación alguna, el periodista neoliberal Jorge Lanatta exclamó en el Canal 13 de Buenos Aires: “¡La gente no dice: el fiscal se suicidó, sino: al fiscal lo asesinaron!”. ¿Qué creía él? No lo dijo, en una expresión de su papel confusionista y provocador.

En esos momentos, la fiscal Viviana Fein habrá ya expuesto los resultados de la autopsia practicada en el cadáver del personaje: “En la muerte del fiscal Alberto Nisman no intervinieron terceras personas”.

Ayer martes, el canal de Lanatta se aferró a una frase, que repitió sin cansancio: No había huellas de pólvora en las manos del extinto. Los peritos en balística indicaron que el calibre de la pistola hallada junto al cadáver y la munición empleada permitían esa ausencia. La televisora siguió machacando la frase. El propósito era evidente.

Todo indica, pues, que se trató de un suicidio. El fiscal tenía motivos para practicar ese acto impío. El lunes debía sustentar ante el Congreso su acusación contra Cristina Kirchner como encubridora de terroristas iraníes que en 1994 causaron 85 muertes en AMIA, una mutual judía.

Esa acusación era insostenible. Dos declaraciones de protagonistas centrales del caso AMIA parecen haber atormentado al fiscal en los últimos días. Una es de Rolando Noble, el estadounidense director de Interpol entre el 2000 y el 2014. El texto final de Nisman sostenía que el régimen argentino había pactado la impunidad de los sospechosos iraníes y que el canciller Héctor Timerman pidió que se anularan las órdenes de captura con alerta roja contra esos sospechosos.

“Lo que dice el señor Nisman es falso”, declaró Noble. “Jamás hubo una sugerencia o gestión para que se levantaran las capturas. Todo lo contrario. Todas las veces que me reuní o hablé con Timerman o con cualquier funcionario del gobierno argentino me reiteraron ciento por ciento su compromiso con las alertas rojas. Lo hicieron por escrito y pidieron que Interpol lo ratificara por escrito, lo que se hizo en 2013”.

“Con esas frases, Noble derrumbó uno de los principales sostenes de la denuncia de Nisman”, escribe Raúl Kollman en el diario bonaerense Página 12.

En la misma semana, el juez del caso AMIA sostuvo: “La denuncia de Nisman tiene escaso o nulo valor probatorio”.

Existe el suicidio por decepción amorosa, también por frustración política. Ahora sabemos que por desengaño judicial también se muere.

Diario Uno, 21.01.2015

 

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