Por Rocío Ferrel
Para las cámaras el presidente Ollanta Humala ha simulado reiteradamente una posición firme ante la comprobación de espionaje chileno contra el Perú perpetrado por al menos un militar de Chile, que se infiltró entre personal de la Marina de Guerra del Perú.
Así, llamó al embajador peruano en Chile, ante la gravedad de los hechos. En este punto, ya su actitud no era coherente, pues el espionaje estaba en investigación y se había cometido hace tiempo, pero el presidente Humala mantenía silencio y continuaba perpetuando la política de ceder beneficios a Chile en perjuicio del Perú, como el TLC con Chile, ofrecerles gas, continuar con las quintas libertades, esto es, los cielos peruanos regalados a Chile sin licitación y sin pago de impuestos, y otros actos antiperuanos graves, como pretender entregar propiedades del Ejército a intereses chilenos.
Cuando era candidato, Humala calificó de “inmoral” la política de cuerda separada del presidente Alan García, quien pese a los actos inamistosos de Chile, les permitía beneficios comerciales como el TLC y otras preferencias para que Chile acentúe su penetración económica en perjuicio del Perú.
Ahora el actual Presidente practica lo mismo que criticó, lo cual evidencia no sólo otra falta más a sus promesas, sino hasta traición, pues no sólo se trata del espionaje, sino que otro tema grave, la proclamación de Chile de la apropiación del triángulo de Tacna, continúa.
Es decir, más ofensas y vejámenes de Chile, mientras el Perú continúa hablando de “integración”, término eufemístico que para Chile significa la parasitación de los recursos peruanos y de su posición, como son los cielos y los servicios portuarios.
Para más escarnio, Humala mantiene en secreto las tres respuestas chilenas, maniobra que le sirve para justificar su antiperuano y prochileno proceder, al mismo estilo que Javier Pérez de Cuéllar, quien ocultó las notas reversales de 1968 y 1969, con absurdas excusas de secreto diplomático, que finalmente sirvieron de argumento a Chile para despojarnos de parte de nuestro mar con el fallo de La Haya. Por cierto, tras 45 años de traición, la Cancillería y el gobierno se niegan a publicar dichas notas, mientras Humala y su esposa Nadine Heredia se jactan de su cercanía a Pérez de Cuéllar.
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