Padre Gastón Garatea, SSCC |
Al parecer el ambiente político se tornó carnavalesco: lo que queda de la comisión encargada de elegir a una terna para el cargo de contralor es sólo cadáveres —ya en descomposición después de los sucesos generados por el escándalo de Ingrid Suárez—: Richard Webb, Cecilia Blondet, el padre Gastón Garatea SSCC y Beatriz, Boza, pero de pronto, cuales zombis resucitan para tratar de dictar lo que debe hacerse para elegir al nuevo contralor.
Estos señores, que deberían estar escondidos llenos de vergüenza, salen a declarar, y no a pedir disculpas por su pésimo trabajo y por todo el tiempo que hicieron perder a los postulantes, al Congreso, al Presidente y a la opinión pública; como si nada hubiese sucedido, sin ninguna vergüenza ¡salen para pontificar y dar sus “recetas” en lo que debe ser la elección de un nuevo contralor!
Richard Webb
Richard Webb (de quien ahora sale a luz que la Contraloría lo investiga por presunta malversación en el Banco Central de Reserva), también condujo una fracasada comisión en el escándalo de la compra de patrulleros a la empresa Gildemeister; ahora dice que los grupos de oposición deben anteponer los intereses nacionales a sus intereses políticos al momento de presentar una terna de candidatos al cargo de contralor general, “es su [sic] obligación juramentada de los políticos servir al país. Tienen que anteponer las necesidades del país por encima de todo, esa es una constante de la vida”, pontificó en la Agencia Andina.
Agregó que dentro de este proceso político de selección se debe establecer un mecanismo de evaluación que garantice la capacidad técnica e idoneidad moral del próximo contralor. “Eso puede estar acompañado por las consultas políticas. Se debe aplicar un mecanismo que priorice la identificación de las capacidades que son necesarias para dirigir bien a la contraloría”, indicó y remató haciento votos para que se escoja a un buen contralor que deba destacar por su integridad moral y ética, y su amplia trayectoria profesional (¿moral?, qpuede él dar lecciones de moral?)
El padre Gastón Garatea
Otro cadáver que se levanta es el padre Gastón Garatea, no sólo muerto por su desastroso trabajo en la comisión, sino que murió para la moral católica al defender —contra lo que es la verdadera enseñanza de la Iglesia— las mentiras y delitos de Ingrid Suárez cuando ya había sido desenmascarada: se ha convertido en predicador de las tinieblas.
El sacerdote tildó de irracional el pedido de denuncia contra la comisión, “no hay por dónde justificar esa actitud", espetó y seguidamente también pontificó al mostrarse en desacuerdo con que la oposición o el Apra propongan a un nuevo candidato.
Garatea subrayó que debe ahora ser el Presidente el que proponga a un candidato. Para Garatea está muy bien que García se burle de su palabra y su promesa de que sería la oposición la que presente a un candidato, cuando más bien debería predicar que la gente honre su palabra (el evangelio dice “Cuando digan ‘sí’, que sea sí; y cuando digan ‘no’, que sea no, para que Dios no los condene”, Stg. 5:12).
Y como si no hubiese sido un fracaso moral el trabajo de su comisión, sugirió que también se podría tomar algún otro nombre de la censurable terna que escogió.
El caso del padre Garatea es extremo, pues no sólo niega su mal proceder, sino que se niega a reconocer su yerro, evidenciando así su soberbia y falta de respeto a la nación, con lo cual no sólo no se arrepiente de lo que hizo, sino que agrava su situación moral, pues está predicano contra la moral católica, como un falso profeta.
El padre Garatea, lo único que hace es dañar la imagen de la orden de los Sagrados Corazones, a la cual pertenece, que tuvo tan ilustres representantes como la madre Hermasia Paget (ver: Petit Thouars y Hermasia Paget).
De Cecilia Blondet ya habíamos visto que opta por un comportamiento similar de contumacia (El colmo: Cecilia Blondet pretende recomendar a otra “contralora”).
En cuanto a Beatriz Boza, por lo menos (por ahora), optó por el silencio.
Esperemos que si se conforma otra comisión por lo menos hagan públicos los criterios de calificación y que no sigan la absoluta falta de transparencia y de normas éticas de la comisión Webb.