Recuerdo que hace algún tiempo, un inspector de policía de un país centroeuropeo cuyo nombre prefiero no recordar, se conmovió al descubrir en los medios de comunicación, junto a su nombre, la mención el ilustre desconocido. Desconocido sí, en el horizonte político de un país que descartaba a quienes nada tenían que ver con las quinielas electorales, con las aspiraciones de una persona de a pie del selecto mundo de los gobernantes.
Carta al “hermanón” Ricardo Belmont
Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Estas líneas declinan contener cualquier manifestación de animadversión hacia usted. Su camino está colmado de popularidades, éxitos y tropiezos. Para algunos es un personaje carismático, positivo y esperanzador; para otros, un marginado por los de su clase, marcado por el fracaso y con arraigo en los sectores populares.