Por Raúl Allain (*)
Dios no lo permita, pero la realidad de América Latina se electrifica y el hombre blandía. La principal consecuencia derivada de la conducción y manipulación de frecuencias hertzianas, primordial para el aparato telecomunicacional, es el calentamiento global. El uso indiscriminado de energía eléctrica aún no ha sido sometido a una debida medición, siendo este factor usado para la estratagema de las últimas décadas. Las descargas en mención aún son reconocidas en el campo de la medicina como acúfenos o tinnitus y se conciben como principal medio-síntoma. La operación "antenaje" doblega al hombre y en el establecimiento de su conspiración la superficie terrestre también se pervierte, originando un acrecentamiento de la temperatura media global. Sentenciemos que si la energía fuera producida por medios eólicos o solares se diferenciaría la evolución de nuestro espectro.
La siniestra conjunción que corrompe tanto a un individuo por determinados campos electromagnéticos trastorna implacablemente la realidad y su desarrollo sociohistórico. Se somete la materia tangible e la intangible. Esta ‘afección’ generalizada ha pervertido y pervierte la evolución del hombre, siendo la inminente disminución de la esperanza de vida causa de una indignación sociopolítica, basada principalmente y en gran medida en las deducciones del pueblo que si bien coexistieron con respecto al desarrollo de esta estrategia conspiracional, se desmintieron en pos de aguardar nuevas nociones que propicien un mayor debate científico sobre este “error histórico”. Es sabido que un sector decisivo del pueblo se opone al conocimiento y la difusión de esta cientificidad maquiavélica. El hombre no puede despertar de esta condición en la que a ciencia cierta semiobserva la luz, y la ‘libertad’ se metamorfosea.
Las investigaciones se tornan aún más juiciosas. La reverberación de la información puede ser estratégicamente utilizada bajo determinados contextos y por esto sempiternamente vigilada. Este tipo de accionar debe considerarse, por el bien de nuestro futuro humanístico, antiético y deshonesto. El hecho de que un individuo pueda razonar ciertas coincidencias intercotidianas, tomando como punto de partida sus pensamientos puede decodificar un uso estratégico de la información. Este hecho ha sido recurrente y factor de innumerables diagnósticos de demencia. La “telepatía a distancia”, sin presencia de empatía, debe entenderse como doblegación por un oscuro empleo de la información. Las ondas cerebrales pueden modificarse, y en consecuencia se puede descifrar los pensamientos de un hombre. En sincronía, resalto, se sigue incrementando el calentamiento global a causa de morbo de los poderosos.
Las campañas contra el uso excesivo de energía eléctrica no pueden ser juzgadas bastas para el origen del calentamiento global, pues se debe añadir la variable telecomunicación principalmente expresada en el antenaje, pues de esta se derivaría el estrés orgánico. Si bien los desechos generan calentamiento global y se conciben en el discurso del pueblo como principal reclamo, el efecto que producen los instrumentos de la telecomunicación no posee parangón en relación al efecto invernadero, sobre todo cuando se trata de doblegar e investigar a un determinado individuo. La causa social encierra un acápite más que posibilitaría un enfrentamiento del problema con mayor adecuación a lo que denomino ‘conspiración espectral’.
El aporte de la Sociología Política a la Geopolítica se hace inminente, pues los territorios se encuentran dominados telecomunicacionalmente. Necesitamos una reforma de los estados que planteen como teoricé el año 2011 en La cientificidad del consciente: Conjeturas, un determinado ‘Derecho Humano público’.
(*) Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y codirector del sello independiente Río Negro.
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