Por Rocío Río de la Loza*
Es verdad que algunos alimentos orgánicos suelen costar más que los alimentos convencionales pero hay razones válidas para ello.
Por eso, cuando veas un producto realmente barato es importante detenerte a pensar ¿por qué es tan económico?, ¿Será posible que contenga ingredientes de mala calidad?, ¿Que hayan sido contaminados con pesticidas letales?, ¿O que estén repletos de químicos (como colorantes y conservadores artificiales) dañinos para el organismo?, ¿Quizá hayan mantenido a los animales enclaustrados en jaulas sin nunca ver el sol?, ¿Podría ser que las personas que lo produjeron hayan sido niños que vivieran en pésimas condiciones?
Es cierto, suena un poco trágico. Pero no quiere decir que todo lo bueno tiene que ser forzosamente costoso. Sin embargo, cuando la comida te la dan casi regalada o a precios súper bajos quiere decir que hay motivos reales para sospechar.
Los alimentos que proceden de la agricultura orgánica y otros sistemas de producción sustentable cuidan al medio ambiente, la salud humana y el bienestar de la comunidad de los trabajadores. Y eso tiene un valor justo que se ve reflejado en el precio de la etiqueta. En realidad, consumir alimentos libres de sustancias tóxicas no es un gasto sino una inversión en tu salud y la de tu familia. De cualquier modo, hay acciones que puedes implementar para comer sano sin estirar demasiado tu presupuesto.
1. Designa un presupuesto. Define cuánto quieres gastar en alimentos y apégate a tu plan financiero.
2. Planea un menú semanal. Busca inspiración en blogs, revistas y libros de cocina. Así solamente comprarás los ingredientes necesarios y añadirás variedad de nutrientes a tu dieta.
3. Come de acuerdo a las estaciones. Los productos de temporada, particularmente la fruta y la verdura, son más económicos. Además, tiene sentido estar en ritmo con los ciclos originales de la Naturaleza.
4. Domina el arte de cocinar en tandas. Preparar una comida completa a partir de ingredientes integrales es ideal pero también puede significar mucho trabajo y una tonelada de platos para lavar. La siguiente vez que guises esa deliciosa salsa de tomate o ese nutritivo caldo de pollo cocina el doble y congela un tanto para otra ocasión.
5. Compra granos enteros, condimentos, frutos secos, nueces, semillas y leguminosas a granel. Casi todos los mercados tienen puestos especializados en esta área, así como los grandes supermercados y algunas tiendas independientes. En lugar de gastar en todo el paquete podrás adquirir el volumen exacto que requieres.
6. Siembra tus hierbas y hojas verdes. Es realmente sencillo en un huacal o en macetas. Si tienes espacio podrías comenzar tu huerto urbano o tal vez podrías participar en un proyecto de agricultura comunitaria de tu localidad.
7. Compra directamente del productor. Ya sea en tu mercado local, en la feria orgánica o en tiendas independientes que actúan como un puente directo entre el campesino y los consumidores responsables.
8. Cuando se trate de pollo o pescado, adquiere todo el animal y aprovecha mejor sus partes. En cuanto a huevo, carne y lácteos orgánicos se refiere, se puede reducir la cantidad pero incrementar la calidad. Habla con tu carnicero para aprender sobre algunos cortes que tengan un precio más accesible pero que sean igualmente sabrosos.
9. Benefíciate de utilizar técnicas inteligentes para preservar mejor tus compras. Utiliza envases de cristal para mantener los alimentos frescos. Seca tus propias hierbas. Prepara tus conservas. Aprende qué va dentro del refrigerador y qué se conserva mejor en la alacena. ¡Y sácale ventaja a tu congelador!
10. Aprovecha las rebajas para obtener productos básicos como aceite de olivo o para crear reservas de tus favoritos. Verifica siempre las fechas de caducidad.
*Consejera de salud