La palma aceitera en Brasil se viene extendiendo sobre todo en el estado amazónico de Pará. BBF (Brasil BioFuels), la mayor empresa en Brasil, tiene acusaciones por crímenes ambientales y violencia contra comunidades, como la comunidad de Virgílio Serrão Sacramento, vinculada al Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA).
La violencia en el campo, en el territorio de Pará, en la Amazonía brasileña, se ha producido sistemáticamente a lo largo del siglo XX en nombre de un 'desarrollo nacional' que no incluyó a los pueblos que habitan ese territorio, y que hasta hoy no forman parte de él. Este 'desarrollo' avanza asesinando, envenenando y expulsando a las poblaciones locales de forma truculenta todavía en el siglo XXI. En la región del Baixo Tocantins esta violencia se presenta a través del monocultivo de la palma aceitera, que llegó a la región en la década de 1980. Desde que llegaron, las plantaciones de palma aceitera y las empresas que explotan ese negocio tienen un historial de asesinatos, crímenes laborales, violaciones de los derechos humanos y tantas otras crueldades producidas en nombre de este 'desarrollo'. Y a pesar de toda esta historia de violencia en los territorios campesinos, quilombolas e indígenas, las empresas afirman que producen energía y aceite de palma 'sostenibles'.