La “captura intelectual” del FMI
Por Humberto Campodónico
Es un hecho que, para la mayoría de los economistas ligados a las grandes instituciones financieras y a los organismos multilaterales, así como para un gran número de académicos de importantes universidades de EE. UU. y Europa, la crisis financiera del 2008 apareció “como un rayo en cielo sereno”. Una de las justificaciones más comunes es que “nada hacía prever que podía desencadenarse una crisis de tamaña magnitud”.
Paul Krugman |
Por Humberto Campodónico
Es un hecho que, para la mayoría de los economistas ligados a las grandes instituciones financieras y a los organismos multilaterales, así como para un gran número de académicos de importantes universidades de EE. UU. y Europa, la crisis financiera del 2008 apareció “como un rayo en cielo sereno”. Una de las justificaciones más comunes es que “nada hacía prever que podía desencadenarse una crisis de tamaña magnitud”.
Estas afirmaciones han sido desmentidas en varias oportunidades por economistas como Joseph Stiglitz (Premio Nobel), Nouriel Roubini (Universidad de Nueva York), Paul Krugman (Princeton), Robert Brenner (California). Michel Aglietta (Johns Hopkins) y Robert Reich (Berkeley), entre otros. Si bien sus enfoques no son exactamente los mismos, dieron clarinadas de alarma acerca de la burbuja que se estaba formando en el sector inmobiliario, la que al reventar dio inicio a la crisis.
Estos economistas —entre otros— tienen ahora un inesperado nuevo acompañante. Es el FMI, que acaba de publicar un informe titulado “La performance del FMI en los eventos que llevaron a la crisis financiera y económica” (www.imf.org, 10 de enero 2010).
Dice el Informe: “El FMI, en sus informes sobre EE. UU. y el Reino Unido aprobó decididamente las políticas y prácticas financieras que eran vistas como las forjadoras de rápidas innovaciones y un crecimiento sostenido. La creencia de que los mercados financieros se comportaban correctamente en lo esencial, y que las grandes instituciones financieras podían capear el temporal, disminuyeron la sensación de urgencia para enfrentar los riesgos existentes o de preocupación acerca de posibles escenarios adversos”.
Debemos advertir a los lectores que este informe fue elaborado por la Oficina de Evaluación Independiente del FMI que —como su nombre lo indica— no está conformado por economistas del “staff” y que tiene como objetivo una evaluación crítica de las políticas aplicadas por el FMI.
El Informe tiene críticas durísimas al “staff”: “La habilidad del FMI para detectar importantes vulnerabilidades y riesgos y alertar a los países miembros se vio afectada por una compleja interacción de factores, entre ellos un alto grado de “pensamiento de grupo”, captura intelectual, la idea de que una crisis financiera no era probable en los países avanzados y enfoques analíticos inadecuados”.
No solo eso. Dice el Informe que el staff del FMI “estuvo atrapado en una batalla interna acerca de la supervisión económica a los países, pero ésta se centró en los desbalances de cuenta corriente y las políticas de tipo de cambio en los mercados emergentes, en lugar de centrarse en las burbujas inmobiliarias y financieras de los países industrializados”.
Por esta razón, las políticas del FMI aparecieron como “sesgadas en contra” de los países emergentes, sobre todo China. O, lo que es lo mismo, el FMI aparece “capturado” por quienes lo financian, es decir, los países industrializados.
La oportunidad de la autocrítica es clave, porque los países industrializados aún sufren las secuelas de la crisis del 2008 —que en Europa ha derivado en altas deudas de países como Grecia, Portugal e Irlanda—, lo que hace que muchos analistas planteen que se está incubando una “segunda fase” de la crisis.
Veremos si esta autocrítica influye en la próxima reunión del Grupo de los 20, a celebrarse en París este fin de semana. Si bien en el G-20 los países tienen la iniciativa, en los últimos meses éstos le han conferido nuevas responsabilidades al FMI (aumentando los fondos a su disposición) en los planes de “salvataje” de los países en problemas. Si el FMI sigue “capturado intelectualmente en su pensamiento de grupo”, seguramente repetirá los mismos errores que ahora se le critican.
www.cristaldemira.com
Estos economistas —entre otros— tienen ahora un inesperado nuevo acompañante. Es el FMI, que acaba de publicar un informe titulado “La performance del FMI en los eventos que llevaron a la crisis financiera y económica” (www.imf.org, 10 de enero 2010).
Dice el Informe: “El FMI, en sus informes sobre EE. UU. y el Reino Unido aprobó decididamente las políticas y prácticas financieras que eran vistas como las forjadoras de rápidas innovaciones y un crecimiento sostenido. La creencia de que los mercados financieros se comportaban correctamente en lo esencial, y que las grandes instituciones financieras podían capear el temporal, disminuyeron la sensación de urgencia para enfrentar los riesgos existentes o de preocupación acerca de posibles escenarios adversos”.
Debemos advertir a los lectores que este informe fue elaborado por la Oficina de Evaluación Independiente del FMI que —como su nombre lo indica— no está conformado por economistas del “staff” y que tiene como objetivo una evaluación crítica de las políticas aplicadas por el FMI.
El Informe tiene críticas durísimas al “staff”: “La habilidad del FMI para detectar importantes vulnerabilidades y riesgos y alertar a los países miembros se vio afectada por una compleja interacción de factores, entre ellos un alto grado de “pensamiento de grupo”, captura intelectual, la idea de que una crisis financiera no era probable en los países avanzados y enfoques analíticos inadecuados”.
No solo eso. Dice el Informe que el staff del FMI “estuvo atrapado en una batalla interna acerca de la supervisión económica a los países, pero ésta se centró en los desbalances de cuenta corriente y las políticas de tipo de cambio en los mercados emergentes, en lugar de centrarse en las burbujas inmobiliarias y financieras de los países industrializados”.
Por esta razón, las políticas del FMI aparecieron como “sesgadas en contra” de los países emergentes, sobre todo China. O, lo que es lo mismo, el FMI aparece “capturado” por quienes lo financian, es decir, los países industrializados.
La oportunidad de la autocrítica es clave, porque los países industrializados aún sufren las secuelas de la crisis del 2008 —que en Europa ha derivado en altas deudas de países como Grecia, Portugal e Irlanda—, lo que hace que muchos analistas planteen que se está incubando una “segunda fase” de la crisis.
Veremos si esta autocrítica influye en la próxima reunión del Grupo de los 20, a celebrarse en París este fin de semana. Si bien en el G-20 los países tienen la iniciativa, en los últimos meses éstos le han conferido nuevas responsabilidades al FMI (aumentando los fondos a su disposición) en los planes de “salvataje” de los países en problemas. Si el FMI sigue “capturado intelectualmente en su pensamiento de grupo”, seguramente repetirá los mismos errores que ahora se le critican.
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