El colapso de un orden mundial

Por Humberto Campodónico

Dos acontecimientos recientes nos ilustran sobre el avance de los cambios en la geografía económica y política mundial: las negociaciones de Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC, que ya lleva 7 años y sigue entrampada) y las Olimpiadas de Beijing.


Las negociaciones en la OMC son complejas, pues abarcan desde temas tradicionales como el comercio hasta propiedad intelectual y reglas de libre competencia. Son por lo menos 18 temas, como los que se han negociado en el TLC entre Perú y EE. UU. Con una sola diferencia, pero fundamental: allí no negocia el grande con el chiquitito (logrando imponer sus reglas), sino todos con todos.

En esta negociación (que merece llamarse tal, no como el TLC que se aceptó aquí sin discusión; ¿recuerdan la frase "TLC, sí o sí"?) los países industrializados tienen al frente a países que no les dicen chicheñó, sino que le disputan el poder económico de igual a igual: China, India y Brasil, principalmente.

El centro de la disputa en julio pasado siguió siendo la perseverancia de los países industrializados de no querer eliminar sus subsidios agrícolas y, al mismo tiempo, querer que los países en desarrollo abran sus mercados, bajen los aranceles y les den concesiones en propiedad intelectual y servicios, fundamentalmente.

"En Ginebra nos encontramos para un último esfuerzo. En la cuestión agrícola, India y China pedían un mecanismo de salvaguardia que pudiera gatillarse si aumentaban dichas importaciones. EE.UU. consideraba que las condiciones de China e India eran muy laxas y que limitarían el comercio. Tratamos de buscar un compromiso pero no pudimos, pues EE. UU. y la India no dieron su brazo a torcer".

Eso dijo Jonas Gahr Store, ministro de Relaciones Exteriores de Noruega en reciente artículo (Colapso en la OMC y un nuevo orden mundial, www.ipsnews.net). Agrega:

"Quizá estuve presente en el colapso de un orden mundial. Pero al mismo tiempo he sido testigo de un nuevo orden mundial. Hasta hace poco, si EEUU y la UE se ponían de acuerdo en una solución, generalmente todos los países aceptaban. Esos días han terminado. Ahora los países demandan sus derechos y eso requiere que todos demuestren una voluntad ilimitada de negociar, hacer compromisos y encontrar soluciones. Hoy nadie puede ignorar a países como India y Brasil, que hablan en nombre de cerca de 100 países en desarrollo" (ídem).

O sea que hay cambios en la geografía económica y en las voluntades políticas. Pero también las Olimpiadas de Beijing son un signo de los tiempos. Dice Thomas Friedman, del New York Times: "Compare lo que significa llegar al alicaído aeropuerto de La Guardia en Nueva York y manejar por las carreteras crujientes de Manhattan, con llegar al esbelto aeropuerto de Shanghái y tomar el tren de levitación magnética (que usa propulsión electromagnética en lugar de ruedas de acero y rieles) con una velocidad de 350 km/h. Y entonces, pregúntese: ¿Quién está viviendo en un país del Tercer Mundo?" (Siete años bíblicos, 26/8/08, www.nytimes.com).

Friedman dice que EE. UU. se ha pasado estos últimos 7 años persiguiendo a Al Qaeda, descuidando la economía y la infraestructura, mientras que "los US$ 43,000 millones que gastó China fueron la culminación de 7 años de inversión nacional, planificación, poder concentrado del Estado, movilización nacional y trabajo duro" (ídem). Estas son frases que dejan entrever una constatación, similar a la del ministro Gahr: hay cambios en el orden económico y político y si no nos ponemos la pilas ya fuimos (y también lecciones para el Perú, ojo).

Friedam termina diciendo: "Es hora que volvamos a trabajar, en el único hogar que tenemos, es hora de construir nación en EEUU. No le quiero decir a mis hijas —y estoy seguro de que Obama piensa lo mismo en este tema— que se tienen que ir a China para ver el futuro".

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