mauricio mulder 5Por César Lévano

Mauricio Mulder declaró días atrás que “muchos compañeros son homosexuales, algunos han salido del clóset y otros no”. Más importante hubiera sido que reconociera que muchos miembros de su partido ganaron millones ilegítimos gracias al gobierno de Alan García, pero siguen ocultos en el clóset de la coima y la corrupción.

 La cúpula aprista se especializa en el arte del olvido. En su información sobre el cumpleaños de García, ocurrido el 23 de mayo, asegura que hubo un festejo organizado por vecinos, “quienes le agradecieron por el tren eléctrico”. Han de ser vecinos olvidadizos (y apristas) que prefieren callar sobre el faenón con que su líder, entonces en su primer mandato, inició su carrera hacia el millonariato. Sobre ese hecho delictuoso, que costó fortunas al país, ni García ni sus buenos vecinos dijeron nada.

Hubo en su momento investigación profunda, que está plasmada en libros, que demostró que en el caso del tren eléctrico hubo una corruptela gigante.

Hay muchas aventuras económicas protagonizadas por García y grandes empresarios. Mineros hay que lograron, gracias a Jorge del Castillo, líder entonces de la bancada aprista en el Congreso, que no se les impusiera un gravamen a las sobreganancias.

Banqueros, grandes mineros, pesqueros que no pagan impuestos ni multas, gozaron del favor, sin duda no gratuito, del presidente aprista. Los industriales de la droga favorecidos por el convenio del mandatario y Dios (García dixit), salieron a la calle pero no del clóset.

A fines del año pasado apareció en Buenos Aires, con el sello de siglo veintiuno editores, el libro Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, editado por el periodista Horacio Verbitsky, el gran compañero de Rodolfo Walsh en la lucha contra la dictadura fascista de los gorilas argentinos, y Juan Pablo Bohoslavsky, economista argentino experto en deuda soberana de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo. Sus 461 páginas arman un expediente acusatorio abrumador.

En la introducción de ese volumen se citan estas palabras de Fatou Bensouda, la fiscal de la Corte Penal Internacional:

“Cuando se juzgan crímenes de lesa humanidad, se deben considerar todos los elementos y se debe hacer foco en todos los actores involucrados: líderes políticos y militares, ejecutores y también aquellos que financiaron dichos crímenes. En principio, ellos también son responsables y deben rendir cuentas por las víctimas civiles”.

Amplia sección del libro estudia la colaboración de un sector del sindicalismo argentino con la represión y el asesinato de dirigentes clasistas. Algo parecido a lo que instaló García con traidores y maleantes contra construcción civil.

La Primera, 25.05.2014