Jon Cordero
Bilbao (España), 19 abr (Sputnik).- El pasado martes, el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) comunicó oficialmente a su plantilla su intención de iniciar un proceso para despedir a varios miles de empleados en España.
El anuncio venía advirtiéndose desde hace meses apoyado en informes, e incluso su propio consejero delegado, Onur Genç, lo dejó entrever en la presentación de resultados de la entidad del pasado enero. El plan de ajuste estaba "en fase de estudio", dijo por aquel entonces el ejecutivo.
Sin embargo, el caso del BBVA no es un hecho aislado: en los últimos meses, buena parte de las entidades bancarias españolas importantes habían hecho lo mismo.
La catalana CaixaBank, recién fusionada con la madrileña Bankia, había iniciado ya los trámites para desprenderse de entre 6.000 y 8.000 trabajadores, según las informaciones que se manejan en el sector; en el caso del Santander, serían 5.000; Banco Sabadell, 1.500 salidas; Unicaja, otras 1.500.
En el caso del último en sumarse a la lista, el vasco BBVA, no han trascendido cifras oficiales, aunque se calcula que podrían ser 3.000 de sus 23.000 empleados. En total, entre 15 y 20.000 empleados menos en este 2021 en el conjunto de las entidades financieras españolas.
Según datos del Banco de España solicitados por Sputnik, y si se toma como referencia 2008, las entidades financieras españolas perdieron casi 100.000 empleados hasta el año 2019, el último del que hay datos, hasta situarse en un total de 181.575 trabajadores.
A DISTANCIA
El responsable del Sector Financiero del sindicato español Comisiones Obreras (CC OO), Joan Sierra, explica en conversación con Sputnik que "en las grandes entidades estamos viendo que parte de esa plantilla se está reconduciendo a la banca a distancia".
Esta valoración va en la línea de los últimos estudios del sector, como el que hizo la consultora Accenture en 2018 y que concluye que el 39% de los clientes de entre 18 y 34 años estaría dispuesto a cambiarse a un banco que solo trabajase por Internet, o sea, más del doble del 16% de los de más de 55 años.
Fuentes del Banco Santander consultadas por Sputnik refuerzan esta tesis: "los clientes cada vez usan más los canales digitales, algo que se aceleró durante la pandemia y se mantiene en este 2021".
No obstante, estas fuentes matizan que "las oficinas van a seguir teniendo un papel importante en el modelo de futuro del banco, aunque evolucionen hacia otro concepto como el Work Café u otros".
Estos "Work Café", que en el caso del Banco Santander en Hispanoamérica también están presentes en México, Chile y Argentina, son espacios a caballo entre un banco y una cafetería; donde además de las gestiones bancarias, también se puede asistir a eventos, conferencias y cursos.
MÁS INFORMÁTICOS
Con este contexto, las contrataciones que se han dado en los últimos años, mucho menores en número que las bajas, han tenido un perfil muy claro "no han sido bancarios puros, sino de un perfil más técnico: análisis de datos, matemáticas, estadísticas, etc", afirma Joan Sierra.
Unas contrataciones de perfiles tecnológicos que desde el Banco Santander estiman en alrededor de 3.000 empleados en los últimos años.
Junto a este panorama, hay que tener en cuenta que la mayoría de las salidas en el caso de la banca española han intentado hacerse mediante jubilaciones anticipadas, para tratar de hacerlas menos traumáticas.
Y no hay que olvidar que, además de los cambios de hábitos de los clientes, la reducción de los márgenes de beneficio en la banca de la Unión Europea, con varios ejercicios acumulados con tipos de interés cercanos a cero, ha hecho que la menor rentabilidad del negocio empuje hacia el recorte de gastos.
En este capítulo, la reducción del número de oficinas, tradicionalmente ocupando caros locales en el centro de las ciudades, ha sido uno de los primeros objetivos.
Las fuentes consultadas estiman que con estos ajustes la banca española podrá caminar unos años, aunque todo dependerá de la evolución del negocio.
En la memoria colectiva española aún permanece como una herida la inyección de capital público de 64.000 millones de euros que tuvo que recibir la banca para no venirse abajo tras la crisis de 2008.
Ahora, en un contexto diferente, marcado por la pandemia, pero en el que la situación económica parece estar más controlada, este negocio busca su sitio y su rentabilidad en el futuro. (Sputnik)