Aleksandr Dunáev
Roma, 3 may (Sputnik).- En las últimas décadas la riqueza nacional italiana se va concentrando en manos de los más adinerados, mientras la cuota de los pobres se reduce inexorablemente, lo que agrava la desigualdad económica en el país.
Los ricos cada vez más ricos y los pobres más pobres. Es un adagio viejo que incluso puede sonar demagógico, pero en las últimas décadas el caso de Italia parece confirmar su validez.
MILLONARIOS VS. POBRES
Paolo Acciari, Facundo Alvarado, Salvatore Morelli, autores de un estudio, citado por el diario La Repubblica, quisieron investigar la situación patrimonial de los cresos italianos y llegaron a conclusiones impresionantes.
En 1995 el 1 por ciento más rico de la población del país (unas 500.000 personas) poseía el 16 por ciento de la riqueza nacional. Para 2016 su cuota aumentó hasta el 22 por ciento.
Si nos concentramos en el 0,1 por ciento más rico, descubriremos que en el mismo período su parte del patrimonio nacional creció desde el 5,5 hasta el 9,3 por ciento, mientras la riqueza media de cada componente de este grupo creció de los 7,6 a los 15,8 millones de euros.
Pero el cambio más sorprendente se produjo en el 0,01 por ciento más rico (5.000 personas): su cuota casi se triplicó, pasando del 1,8 al 5 por ciento de la riqueza nacional.
A su vez, para los que están en el lado opuesto de la escala las condiciones económicas no dejaron de empeorar. Según el referido estudio, en 1995 la riqueza media del 50 por ciento de los italianos más pobres era de 27.000 mil euros, mientras poco más de 20 años después les quedaban tan solo 7.000, con lo cual la cuota de esta parte de la población en la riqueza nacional bajó hasta un miserable 3,5 por ciento.
Otro estudio, realizado por la ONG Oxfam, revela que en 2019 más del 40 por ciento de los italianos se encontraban en condiciones de pobreza financiera, definida como una situación en la cual "los ahorros acumulados no bastan para vivir, en ausencia de ingresos, por encima del umbral de pobreza relativa durante más de tres meses".
EFECTO DEL COVID: MÁS DESIGUALDAD
Un cuadro ya bastante preocupante, que no hizo más que agravarse con el estallido de la pandemia del coronavirus.
Después del primer confinamiento por el covid-19 que terminó en mayo de 2020 la mitad de los hogares afirmaban que sus ingresos se habían reducido, mientras el 30 por ciento declaraba que con sus ahorros no podían cubrir los gastos esenciales ni siquiera durante un mes entero. Como consecuencia, el gasto medio de las familias cayó a niveles mínimos desde 1997.
Además, según el Instituto Nacional de Estadística (Istat), la cifra de las personas que viven en condiciones de pobreza absoluta aumentó en más de un millón, llegando a 5,6 millones de individuos (9,4 por ciento de la población total). Se trata del nivel más alto desde 2005, cuando el Istat empezó a elaborar estos datos.
Pero ¿los tiempos de covid fueron igual de duros para los ricos? Parece que no. Basta decir que en un año la riqueza conjunta de los 36 multimillonarios italianos, que entraron en la lista de la revista Forbes en 2020, creció en casi 46.000 millones de euros, mientras la riqueza de los tres italianos más ricos, Giovanni Ferrero, Leonardo Del Vecchio y Stefano Pessina, supera con creces el patrimonio del 10 por ciento más pobre de la población.
EL GOBIERNO ENTRA EN ACCIÓN
Dándose cuenta de la gravedad del problema, las autoridades italianas aprobaron una serie de medidas para mitigar la desigualdad económica. En 2019 introdujeron el ingreso de ciudadanía para apoyar a los más pobres: para finales de 2020 lo cobraban ya casi 3 millones de italianos.
En las condiciones extremas de la pandemia el Gobierno del país prohibió los despidos y ofreció varios subsidios a diferentes categorías de los trabajadores. Según los cálculos de Oxfam, en 2020 la cifra de los trabajadores pobres, o sea de los ocupados que cobran menos del 60 por ciento del sueldo medio, creció un 1,7 por ciento, mientras sin la intervención del Ejecutivo se habría incrementado en un 16 por ciento.
En los próximos meses Italia deberá llevar a cabo varias reformas para poder acceder a los fondos, que le fueron asignados por Bruselas en el marco del Fondo para la recuperación de la economía europea. Se espera que la combinación de reformas internas y subsidios externos fomente el crecimiento económico del país.
Sin embargo, según asegura la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), existe una clara correlación entre la desigualdad y el crecimiento: "Por cada punto porcentual de aumento de la desigualdad el PIB se reduce entre 0,6 y 1,1 por ciento". Si es así, para la recuperación de la economía italiana, mermada por la pandemia, la distribución más justa de la riqueza nacional podría ser un instrumento no menos eficaz que los millones prometidos por Bruselas. (Sputnik)