Por Jhon Valdiglesias*
Brasil y México son las economías más grandes de América Latina con las mayores potencialidades para ser países en desarrollo como territorio, población y recursos naturales, etc. Sus modelos de desarrollo han sido los mismos que el resto de América Latina; asimismo, con resultados similares; incluso se refieren a ellos como países que también pertenecen a la categoría de países en la trampa del ingreso medio. Pero lo que llama poderosamente la atención es la similitud de muchas políticas que se han aplicado en estos dos países y las economías desarrolladas del Este Asiático. Por ejemplo, durante los 1960 y 1970 Brasil contó con un régimen militar que restringió el sistema político a solo dos partidos en las elecciones legislativas; mientras que el Gobierno Central era alternado por diferentes lideres militares. Durante esas décadas se restringieron los movimientos sociales, ejerciéndose todo tipo de control como la censura de los medios de comunicación. Sin embargo, a comienzo de los ochenta también se implementó una política de apertura como China; pero con la diferencia de que las reformas fueron centradas en el aspecto político en lugar de reformas económicas que se hicieron en Asia. Como resultado, el lugar de crecer en producción económica, este país ve crecer exponencialmente los movimientos sociales. Posteriormente, Brasil fue el más lento en América Latina en implementar reformas económicas en 1994, con el presidente Henrique Cardoso, hasta antes las autoridades carecían de credibilidad y eran percibidos como dirigidos por el poder militar.
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