Por Herbert Mujica Rojas
Por considerarse de pedagógica como polémica utilidad historiográfica se reproduce la entrevista que el colega Guido Sánchez hizo para La Industria de Trujillo, al embajador Félix C. Calderón, a propósito del segundo tomo de su laborioso estudio y análisis sobre las veleidades autocráticas de Simón Bolívar y cuyo título es La fanfarronada del Congreso de Panamá. Hay, no pocas revelaciones y acaso el dintel del rompimiento definitivo de paradigmas creados por inercia y con el avieso propósito de maquillar glorias que no lo fueron tanto o que en realidad obedecieron a designios distintos e inequívocos que Calderón alcanza a subrayar con mano maestra de escudriñador esforzado. Leamos la publicación que saca, literalmente, chispas.
(Herbert Mujica Rojas)
Embajador trujillano, Félix Calderón, hurga las cartas del libertador
Bolívar: ¿el gran traidor del Perú?
• El Perú, como República, nació con muletas con una herencia de 180 años de conflictos limítrofes.
La Industria 29-4-2007
Fotos: Hernán Flores Rodríguez
¿Quién no ha cantado el Himno Nacional y ha desfilado delante de la efigie del Libertador Simón Bolívar?, aquella figura histórica que nos libró del yugo español y “de quien nos sentimos orgullosos”. Cómo no rendirle ese tributo, si en el curso de Historia del Perú los profesores nos hacían repetir hasta la saciedad las lecciones que daban cuenta de sus campañas titánicas independentistas, en las que siempre brilló, derrotando a los realistas.
Esta imagen se desvaneció como una estatua de cera, tras escuchar al diplomático Félix Calderón Urtecho -trujillano que presta sus servicios como embajador extraordinario y plenipotenciario de Perú en Sudáfrica y embajador concurrente en Mozambique- autor de la obra Las Veleidades autocráticas de Simón Bolívar, en la que desnuda al héroe caraqueño y le endosa la responsabilidad del desmembramiento territorial del Perú y de los consecuentes conflictos fronterizos.
“Él (Bolívar) utilizó la independencia como un pretexto para diseñar su marco geopolítico en función de sus intereses fijados en la Gran Colombia, por lo tanto fue desleal con el Perú. Jugó con el proceso emancipista para rediseñar la estructura de poder en América del Sur, en perjuicio de nuestro país”, enfatiza.
¿Y dónde queda esa figura integracionista por lo cual se lo recuerda y admira?
Eso es falso, falaz. En mis libros demuestro que no propugnó la unión, pues se opuso a que se invite a Estados Unidos, Brasil, Cuba y Buenos Aires. Más bien pretendió que los pocos países que estaban con él tengan una alianza con Gran Bretaña.. Antes que un precursor de la unidad latinoamericana estamos al frente de un precursor de una estructura de poder en la que el Perú salió perdiendo en todos los frentes.
¿Entonces nuestra historia está totalmente errada?
Diría que hay necesidad de reestudiarla, revisarla, re-escribirla porque ha sido condicionada a criterios que no respondían, en ese momento, a lo que era el interés primigenio del Perú.
¿Los historiadores están equivocados?
Si alguien quiere refutarme que lo haga. He mandado el primer tomo a la Academia Nacional de Historia, a propósito, para que opinen y me demuestren que estoy equivocado, pero en realidad es difícil porque el 70 por ciento de mi libro está hecho por Bolívar, yo solo recopilé sus cartas con un sentido cronológico e histórico y demuestro que ese accionar perjudicó al Perú.
Calderón Urtecho puntualiza que con el pretexto de las reuniones de Panamá, Bolívar trata de encontrar una solución a los problemas limítrofes con el Perú. Esto significaba quedarse con Tumbes, Jaén y Maynas, ya que en más de una carta decía que los límites de Ecuador, Colombia y Venezuela eran la margen izquierda del río Marañón. Lo más grave es que esto lo afirmaba cuando era dictador en nuestro país.
“No hay duda que ambicionaba crear un gran centro de poder en el norte con Colombia, Venezuela y Ecuador como una potencia que haga contrapeso a Estados Unidos, y teniendo como aliados menores a Perú y Bolivia. Eso explica sus afanes divisionistas, primero creando Bolivia y luego en su intento de fundar otra República al sur, con su capital Arequipa. Eso está escrito en sus cartas, no es una cosa que se me ocurra”, advierte.
- ¿Lo que hizo es un desmembramiento del país?
Claro, porque primero, arbitrariamente, nos quita Guayaquil, un puerto militar importante durante el virreinato, después el Alto Perú para lo cual nos arrebata el sur que llegaba hasta el río Paposo (límite con Chile) para dárselo a Bolivia sin respetar el uti posidetis de 1802 ni la estructura jurídica que existía en 1810. Lo hizo autoritariamente.
¿Entonces, qué reinterpretación le debemos dar a la historia de la independencia del Perú, a la luz de estas revelaciones?
La reinterpretación es que el Perú, como República, nace con muletas porque tuvo una fuerza que vino del Sur que no hizo nada (San Martín) y otra que vino del Norte (Bolívar) que sólo de preocupó de trasladar el centro de poder hacia la Gran Colombia. Debemos conocer mejor nuestra historia y de esa manera rescatar y reconstruir la identidad nacional.
¿Qué podemos hacer para lograr ese objetivo?
Una vez que termine la serie de los cuatro libros, los peruanos deben aprender a identificar mejor el pasado porque es la única manera de pensar en el futuro. Esta región era una gran nación andina durante el Imperio Inca, pero la República sólo trajo la fragmentación y eso jugó en contra. Necesitamos reconstruir esa raigambre milenaria, identificando a quienes conspiraron contra el Perú, de lo contrario nunca tendremos claro lo que realmente queremos. No olvidemos que a nivel de Estados no hay amigos, sino aliados. Y nuestra patria no encontró aliados sino intereses que llegaron con una motivación distinta a la que tenían los peruanos. El problema es que no sólo se lo perjudica geopolíticamente, sino que además se produce una suerte de barrido u ostracismo de los peruanos que pudieron tener un papel descollante. El caudillismo que afronta el Perú desde sus inicios es producto de esa castración que nos deja sin dirigentes con calidad de estadistas para que embarquen la República por el sendero correcto. Sólo nos dejó aprovechados, gente convenida y oportunista.
¿Qué sugiere usted?
Abocarse a un estudio imparcial de la historia, porque fue escrita de manera condicionada e interesada. He visto numerosos opúsculos hablando maravillas de Bolívar, pero pagados por interesados. El estudio imparcial supone el conocimiento de los hechos históricos de manera que podamos reencontrarnos con nuestros verdaderos valores. Es como el hijo que no sabe quien es su padre y tenga como tal a un impostor. Lo que buscan estos libros es que, en un esfuerzo colectivo, se rescate la verdad histórica porque es de interés nacional que el Perú diferencie de qué lado estuvieron los amigos y los enemigos.
¿Esa frustración la seguimos sufriendo hasta ahora?
Sí, por el hecho que desde el comienzo el Perú confronta problemas limítrofes con todos los países vecinos y esa herencia nos dura 180 años. ¿No es suficiente para tener limitado a un Estado?
¿A quiénes hay que revalorar objetivamente y en su verdadera dimensión?
Lamentablemente todos los peruanos que estuvieron al lado de Bolívar terminaron siendo aprovechados. Los ejemplos sobran: José María de Pando fue tránsfuga cinco veces entre los realistas y los republicanos. Hipólito Unánue, otro aprovechado, primero fue secretario de Pezuela, después pasa a ser sanmartiniano y luego es el peón de Bolívar. Este es un grupo de gente mediocre a la que el dictador manipuló a su antojo, entre los que también estuvieron Santa Cruz, Larrea y Loredo, Tomás de Heres, La Mar y otros.
¿Y qué pasó a Faustino Sánchez Carrión?
Sostengo la tesis que fue mandado a asesinar por Bolívar, como lo sostiene Ricardo Palma. Tomás Cipriano de Mosquera, ayudante principal de Bolívar, en su memoria da cuenta que el asesino fue Tomás de Heres. Las causas fueron las marcadas discrepancias surgidas, después al caraqueño le entra el sueño napoleoniano de coronarse emperador como un presidente vitalicio, implantando una dictadura perpetua. Sánchez Carrión como republicano era un obstáculo, de pronto empieza a sentirse mal y a los pocos meses muere. Se presume que lo envenenaron porque en la autopsia que le practica Cayetano Heredia le encuentra el hígado destrozado. De esa manera sacó de en medio un patriota de fuste.
Un gran estratega
El embajador Calderón, reconoce que Bolívar fue un gran estratega y geopolítico, lamentablemente no pensó en el Perú, sino en su Colombia de las tres hermanas, es decir que su esfuerzo y genialidad favorecieron a otros países en perjuicio del Perú. Este es el análisis e interpretación de la historia desde el punto de vista peruano que nunca se hizo.
Sin embargo, ese sueño bolivariano se rompe no por acción de los peruanos, sino porque Páez, inicia una revuelta en Venezuela y cuando Bolívar viaja a sofocarla, en el Perú se rebela una coalición colombiana, seguidamente se levanta Flores en Ecuador.
“Así se disuelve su sueño irreal porque la coalición no se convierte en un eje de poder, sino que genera fuerzas centrífugas”. Ese propósito no funcionó como en Estados Unidos porque acá hubo una población mestiza con un marcado nacionalismo e intereses diferentes en cada territorio, lo que imposibilitó la confederación y tampoco funcionó la Constitución Vitalicia que Bolívar esperaba sea suscrita por Bolivia, Perú y la Gran Colombia.
Mientras que en EE.UU. los impulsores de la gran nación fueron ingleses que tenían el mismo idioma, ambiciones y raigambre cultural, lo cual les permitió sucederse en el poder hasta 1820, dando continuidad al estado nuevo. La guerra de secesión tiene que ver con la esclavitud.
Esta es una lección que nos deja un sinsabor al mirar hacia atrás, a nuestra historia, aquella que nos enseñaron en la escuela y de la que, de alguna manera, sentimos orgullo. Nos queda la sensación de haber sido estafados, como lo siguen haciendo las castas políticas, mientras sigamos como observadores pasivos.
Más información
Las veleidades autocráticas de Simón Bolívar es una serie de cuatro tomos. En el primero (La Usurpación de Guayaquil) demuestra cómo Bolívar se apropia indebidamente de Guayaquil en perjuicio del Perú. En el segundo (La Fanfarronada del Congreso de Panamá) queda claro que Bolívar utiliza ese parlamento como una herramienta de política exterior a fin de neutralizar el interés de la Santa Alianza para recapturar América Hispana, cuyo primer desembarque sería en las costas de Venezuela y Colombia, partiendo de las bases de Cuba y puerto Rico. “El interés del caraqueño era generar una alianza con las Repúblicas nuevas de esta parte del continente para enfrentar una eventual invasión”.
En el tercer tomo (La Creación de Bolivia) se explica que Bolívar divide nuestro territorio, separando el Alto Perú del Bajo Perú, contraviniendo los deseos de la burguesía y las personalidades bolivianas de incorporarse a nuestro país, con la sola condición de que la capital sea el Cusco. “Él quería debilitar al Perú porque soñaba con un imperio republicano cuyo centro de poder estaba en Nueva Grana (Colombia), lo cual implicaba que Perú y Bolivia sean sus satélites”.
El cuarto tomo se centra en la Guerra de Límites contra el Perú, en el que se demuestra que los 180 años de conflictos limítrofes nacen en las ambiciones de Bolívar. “Él ambiciona Tumbes, Jaén y Maynas, desde entonces afrontamos una herencia funesta”. El autor sustenta esta interpretación en las misivas que Bolívar intercambió con otros militares de la época, en las cuales deslizó sus ambiciones monárquicas.