Escribe: Efraín Choque Alanoca 

juan luis pacheco de cespedes

Militar cubano Juan Luis Pacheco de Céspedes, Prefecto y Comandante General de Tacna, baluarte de la lucha contra el enemigo chileno. Hizo fusilar al espía prochileno José Báscones.

(Manzanillo, Cuba, 1853 - Moquegua, Perú, 27 de enero de 1895) 

Después que las fuerzas expedicionarias chilenas causaron ingentes e irreparables daños a la economía de la Sierra Central y Cajamarca, ya sea a través de imposición de cupos, incendios y otras exacciones entre febrero y julio de 1882, los terratenientes serranos liderados por Luis Milón Duarte y Miguel Iglesias dieron nacimiento a un movimiento por la capitulación inmediata con Chile. Esta fuerza capituladora, llamada “Partido de la Paz”, insurgió cuando la resistencia armada, liderada por Cáceres y los campesinos de la Sierra Central, obtenía sus mejores triunfos frente al enemigo chileno.

Como es sabido, Miguel Iglesias, fue el abanderado del “Partido de la Paz”, mientras se producía la heroica resistencia patriótica. Su prédica caló hondamente en los terratenientes serranos y la clase dominante en crisis. En su “Proclama de Montán” del 31 de agosto de 1882, aceptó la cesión territorial de Tarapacá y las demás exigencias chilenas. En diciembre de este año convocó la Asamblea Constituyente de Cajamarca y se hizo proclamar “Presidente Regenerador del Perú”. Como tal desconoció la jerarquía de Montero y Cáceres (presidente encargado, el primero; y vicepresidente, el segundo, del gobierno provisional de García Calderón). Cáceres, en sus Memorias, lo consideró como un escurridizo traidor, conspicuo colaborador y aliado de los chilenos. Precisamente, Iglesias y sus tropas apoyaron al ejército chileno en Huamachuco, donde sucumbieron con honor y heroísmo las guerrillas de Cáceres. Basadre refiriéndose al colaboracionismo iglesista, escribió: “Lynch dijo al corresponsal del New York Herald y éste lo trasmitió a su periódico en carta del 13 de agosto de 1883: “Damos toda clase de ayuda a Iglesias. Le damos dinero, le damos armas, y destruimos a sus enemigos”.

En todo el primer semestre de 1883, los partidarios de Iglesias se movilizaron a lo largo y ancho del país, predicando el colaboracionismo y la “paz”, expresados en el “Manifiesto de Montán”. Con estas acciones buscaban debilitar y complicar la infatigable resistencia nacional. Naturalmente la actitud prochilena del grupo de Iglesias fue condenada por Cáceres en la Sierra Central, Montero en Arequipa, y Pacheco de Céspedes y Nicolás Ortiz en Tacna y Moquegua.

En Tacna los iglesistas, en coordinación con los militares chilenos, combatieron política y militarmente a las fuerzas de la resistencia local-regional. El Tacora, diario local en su etapa prochilena, del primero de enero de 1883 hasta mediados de 1884, fustigó duramente a Cáceres, Montero, Canevaro y Pacheco de Céspedes. Transcribía puntualmente los discursos del “Presidente Regenerador” y las actas de los pueblos que “luchaban” por la paz. Publicaba cartas y correspondencias de los iglesistas locales, dando a conocer las “bondades” que traería la capitulación del Perú.

Mientras tanto los pueblos de la Sierra Central y del extremo Sur peruano, se batían con grandes dificultades por la defensa del honor nacional, y por conseguir una paz más cómoda y aceptable para el Perú. Cuando las contradicciones se agudizaron, se desataron sendos enfrentamientos armados. El 14 de febrero de 1883, el comandante guerrillero tacneño Nicolás Ortiz y sus hombres, fusilaron al espía chileno Rafael Feliú, y a un comerciante argentino por colaborar con el enemigo. Idéntica suerte iba a correr el colaboracionista y traidor gobernador iglesista de Sama, Andrés Aguayo, pero logró huir. Ello sucedió en la víspera del combate de Sama del 15 de marzo de 1883. En los meses posteriores Aguayo debió mantener simpáticas relaciones con los editores chilenos de El Tacora, pues el 22 de mayo de 1884 le dedicaron esta nota: “El Sr. Don. Andrés Aguayo, ha sido nombrado para ejercer el mismo cargo [Gobernador] en la provincia de Tarata. Felicitamos al pueblo de Tarata por tan acertada elección”.

Juan Guillermo Mercado, hacendado de Locumba también fue un ferviente iglesista y colaborador prochileno. Firmaba documentos oficiales como “Representante del gobierno regenerador del General Iglesias en el Sur”. El 27 de noviembre de 1883, nombró algunos tenientes gobernadores, entre ellos, el de Ticapampa y Candarave. Lorenzo Silva fue nombrado en esta ocasión Subprefecto de Tarata, y su primer deber fue formar la “Guardia Nacional”. Apoyó al jefe chileno Oyarzún en los preliminares del combate de Mirave del 2 de agosto de 1883, donde Pacheco de Céspedes hizo replegar a las fuerzas chilenas. En esta oportunidad, la columna guerrillera fusiló al espía chileno José Báscones el 6 de agosto de 1883, en Ticapampa, es decir seis días después del referido combate. 

A raíz de esta acción, el ciudadano peruano Dionisio Quelopana fue implicado judicialmente por las autoridades chilenas de Tacna, implicándole corresponsabilidad en la ejecución del espía. Quelopana, acudió entonces a una serie de autoridades y personalidades distinguidas para demostrar su inocencia. Una de esas autoridades fue Juan Luis Pacheco de Céspedes*, Prefecto y Comandante General del departamento de Tacna. La certificación del prefecto Pacheco expresó lo siguiente:


Prefectura y Comandancia General del Departamento Tacna

Huanuara, agosto 24 de 1884

Al ciudadano don Dionisio Quelopana:

En contestación a la comunicación que antecede le diré: que Ud. no ha tenido parte alguna en el fusilamiento practicado en persona del espía José Báscones, que de ninguna manera puede inculpársele tal hecho; pues recibió tal pena, previo Consejo de Guerra que se formó, con el objeto de esclarecer los hechos de que fue acusado, de que resultó su ejecución.

Digo esto a Ud. para que pueda hacer de este documento el uso que crea conveniente. Salvando así su responsabilidad que tan villana e injustamente se quiere hacérsele tomar parte, siendo por consiguiente falso lo que se asevera.

Dios guarde a Ud.

Juan Luis Pacheco de Céspedes


Una nota epistolar aparecida en El Tacora del 6 de octubre de 1883 indica que el coronel Mercado, al conocer que Pacheco de Céspedes había dejado “una pequeña brigada y unos animales” en Curibaya, mandó una fuerza de su guardia a “destruir esa guarnición y tomar esos animales”.

El destacado colaboracionista Juan Guillermo Mercado acompañó, así mismo, a la expedición chilena, que con dos mil doscientos hombres al mando del coronel José Velásquez, partió de Tacna y acampó en Moquegua el 25 de octubre de 1883. La expedición tenía claros objetivos políticos y militares: consolidar el régimen de Iglesias y destruir las fuerzas de Montero en Arequipa. Ambos propósitos fueron cumplidos satisfactoriamente. En esta expedición o “campaña sobre Arequipa”, Mercado y otros oficiales peruanos iglesistas tuvieron significativa actuación, pues se encargaron de persuadir a los “vecinos notables” de Moquegua —principalmente hacendados y bodegueros en crisis— por el “Partido de la Paz”. Y entonces el mismo día en que los expedicionarios tomaban posesión de la Ciudad, “se acercó al Cuartel General una Comisión de la Municipalidad y vecinos de importancia, los que manifestaron que el pueblo de Moquegua se pronunciaba entusiasta por la causa de la paz (...) Al día siguiente, los vecinos que en gran número concurrieron a la plaza pública se adhirieron a la causa de la paz, representada en el Perú por el Sr. Gral. Don Miguel Iglesias, nombrándose como Prefecto del Departamento al responsable vecino Don Lucas Becerra”.

Acerca de este último personaje iglesista, Lucas Becerra, dice el corresponsal y director de El Tacora de Tacna en la expedición referida: “Las cualidades del Sr. Becerra eran buenas y él sirvió en cuanto le fue posible al ejército del coronel Velásquez; pero una lamentable ambición de ser el único en el mando, lo hizo entrar en intrigas dignas del mayor vituperio contra el coronel Mercado, primer iniciador, único trabajador abnegado de la causa de la paz en el sur del Perú”. El pasaje citado demuestra que había un clarísimo cordón umbilical entre el enemigo y las fuerzas colaboracionistas. A mayor abundamiento pude citarse el oficio dirigido por el Prefecto de Moquegua al oficial mayor de Gobierno con actas de adhesión a Iglesias fechado 27 de noviembre de 1883 (Cfr. Biblioteca Nacional del Perú. Biblioteca Porras BN: D4352).

Solo algunas semanas permanecieron las autoridades que el gobierno de Iglesias impuso en Tacna y Moquegua. Muy pronto sobrevinieron los signos de la inestabilidad política. Cada fuerza en pugna imponía su régimen y autoridades.

El 17 de diciembre de 1883, aun cuando los funcionarios locales de ocupación no tenían directivas precisas del gobierno de Santiago sobre la situación político-jurídica de Tacna, el comandante José Francisco Vargas del Escuadrón “Las Heras”, procedió a nombrar autoridades “por elecciones de la gente notable” porque “ninguna autoridad tiene fuerza suficiente para hacerse respetar”. El oficial chileno se refería así a la inestabilidad reinante y a las endebles autoridades iglesistas. Al respecto, Luis Felipe Pomareda, resultó designado Gobernador del distrito de Locumba; Belisario Suárez, de Camiara; Abelardo Gamarra, de Ilabaya; Ricardo Sánchez, de Mirave. Las autoridades electas dependían de las de Tacna. Reconociendo la precariedad política de la zona, los diaristas chilenos de El Tacora, en la edición del 20 de diciembre de 1883, escribieron: “Locumba ha vivido por varios años sin autoridades sirviendo de teatro a las devastaciones y a las extorsiones de diversos caudillos”. En esta última afirmación hay un tácito reconocimiento a las acciones de la resistencia nacional dirigida en la zona por el incansable e intrépido Pacheco de Céspedes, quien 1883 actuó como Prefecto y Comandante General del Departamento de Tacna. 

Muy poco tiempo duró la ansiada paz iglesista-chilena en la zona, producida después de la firma del Tratado de Ancón y el retiro de Pacheco de Céspedes a Bolivia, en noviembre de 1883, tras los combates de Pachía y Palca. Una nueva etapa política se iniciaría en el país. En el desatado enfrentamiento de los caudillos militares Iglesias y Cáceres, el ejército chileno de ocupación en Tacna, no dudó en apoyar al iglesismo local-regional combatiendo a las huestes caceristas dirigidas por Pacheco de Céspedes.

Fuente

Blog Efraín Choque Alanoca: Historia, Educación y Derecho

Noviembre 28, 2013

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* Este héroe cubano defensor del Perú no ha merecido ningún homenaje; igual que a Bolognesi, Grau y Cáceres, los círculos oficiales en el Perú lo detestan y prefieren dirigir su atención y admiración al monumento de Arturo Prat Chacón, el afeminado delincuente chileno. Y el miércoles 27 de noviembre se impuso la censura chilena para anular el sentimiento patriótico. El diario El Peruano se abstuvo de recordar la batalla de Tarapacá; y en Radio Nacional apenas dijeron que era el Día de la Infantería. [Nota de Con nuestro Perú.]

 

Por qué odian a Cuba

La casta de parásitos prochilenos que desde la fundación de la República Peruana usurpa el poder tiene inmenso odio a Venezuela y Cuba. A la primera porque el presidente venezolano Guzmán Blanco fue el único en esta parte del continente que en forma clara criticó a Chile por la agresión contra el Perú; a la segunda aborrecen por la actuación del guerrillero cubano Juan Luis Pacheco, que combatió contra los ladrones y asesinos chilenos.

 

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