El Tratado de 1929: el tratado de la traición a Tacna y Arica
El Tratado de 1929: el tratado de la traición a Tacna y Arica
Muchos creen que en 1929 el Perú, débil y aislado, no tenía otra alternativa que la aceptación de una ruptura en la continuidad geográfica, histórica y económica del pequeño territorio de Tacna y Arica. ¿Fue ésa la realidad de entonces? Si lo era, había que darle un puerto a Tacna. Leguía aceptó la fórmula representada por la salida al mar en la zona de La Yarada. Hasta allí obró con lógica dentro de su estrategia. Esta solución era mejor que la posteriormente adoptada. Pero, de modo brusco, opinó que no era viable establecer un nuevo puerto seguro y apropiado. Figueroa Larraín envió el 16 de abril de 1929 el cablegrama confidencial número 90 con un texto que ante los tacneños, ante los ariqueños, ante los peruanos y ante la historia resulta feroz: “Como se ve, U.S. estaba en lo cierto al venirme asegurando que el señor Leguía no quería el puerto sino el dinero”.[1]