El acceso al agua potable: el tiempo corre
Por María Neira (*)
Quedan siete años para lograr reducir a la mitad el porcentaje de personas sin acceso sostenible a agua potable y al saneamiento básico, establecido por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
La Humanidad está en vías de cumplir esta meta, según el programa de vigilancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF. Pero aún cumpliendo esta meta marcada por los, para 2015 habrá todavía unos 800 millones de personas, la mayoría de ellas en África, sin acceso a agua potable y es probable que no se consiga reducir a la mitad el número de personas que viven sin saneamiento básico.
Si bien el objetivo sobre agua potable puede ser cumplido a nivel mundial, existen importantes diferencias regionales y entre las zonas urbanas y rurales, así como el retraso de las poblaciones rurales menos desarrolladas.
Además de ampliar el acceso a un abastecimiento de agua potable a más personas, se debe prestar más atención a la explotación y el mantenimiento de los sistemas de suministro ya existentes, lo que socava el concepto de acceso sostenible.
Sin embargo, aunque la tendencia parece haberse invertido, es evidente que las ayudas relativas al agua se concentran en un número reducido de países donantes y receptores. Entre 2000 y 2004, las tres cuartas partes de la ayuda bilateral total para el abastecimiento de agua y saneamiento corrieron a cargo de Japón, Alemania, Estados Unidos, Francia y los Países Bajos. Más de la mitad de las asignaciones se destinaron a Asia y sólo el 15% fue al África subsahariana. Se ha estimado que debe duplicarse la inversión cada año para poder alcanzar los ODM para el agua y el saneamiento.
Todos los profesionales de la salud pública deben hacer incidencia política para incrementar las inversiones en agua potable y servicios de saneamiento adecuado. Para una mejor salud, un mejor bienestar y una mayor justicia social.
La Declaración de Alma Ata sobre Atención Primaria de Salud (1978) no daba a los beneficios del acceso al agua potable y saneamiento la importancia económica que tienen la vacunación, la detección de casos, el tratamiento de drogadicciones o las intervenciones nutricionales. Tomó 20 años y un planteamiento más intersectorial para revertir este planteamiento.
Recientes análisis globales de la relación costo-beneficio de las intervenciones en agua potable muestran un retorno de la inversión de entre 3 y 34 dólares por cada dólar invertido. Un adecuado suministro implica que la población emplea menos tiempo en la recogida de agua potable, y esas horas diarias se emplearán en labores productivas o en el bienestar.
La limpieza del agua no depende sólo de la calidad de las fuentes de agua potable, sino también del tratamiento que se le dé en el hogar. Ayudar a las familias a mejorar y mantener la calidad del agua en el hogar ha demostrado tener beneficios para la salud y ser rentable. La cloración, la combinación de cloración y floculación, la desinfección solar, el filtrado y la ebullición y el filtrado son los procesos más eficientes.
El tratamiento seguro del agua doméstica reduce de una manera rápida y asequible la carga mundial de enfermedades transmitidas por el agua. Por ejemplo, de las más de 600 mil muertes de menores de cinco años que cada año se producen cada año en el África subsahariana, se podrían haber evitado 114 mil con un tratamiento adecuado del agua en casa. De la misma manera se podrían evitar más de 30 mil muertes cada año en el sudeste asiático.
Otra tarea pendiente para los profesionales de la sanidad en muchos países empobrecidos es el saneamiento en los centros de salud, que requieren un alto grado de higiene, una gran calidad del agua y que las instalaciones sanitarias sean adecuadas para no tener equipos y materiales contaminados. También la gestión de los residuos es importante.