Ganhuyag CH. Hutagt |
Contando el Perú con una diplomacia que se enorgullece de haber tenido un peruano en el cargo de Secretario General de la ONU, hay un lado poco brillante que deja al descubierto no solo la condición del Perú de ser país derrotado y perdedor, sino una reiterada vocación de traicionar los intereses del estado peruano y de la nación peruana.
Aunque los hechos demuestran que las relaciones diplomáticas y comerciales con Chile han servido para que este país se sitúe como dominante de la economía peruana y —en silenciado acto de guerra— nos robe cuatro hectáreas de tierra tacneña y 36 000 km2 de mar, persiste una conducta servil de gobernantes y diplomáticos de pasar por alto todos los agravios chilenos y abrirle siempre las puertas, dejando que Chile se apodere de nuestra posición geográfica
En contraste, como veremos, Mongolia, con una población que no llega a los tres millones de habitantes y pese a estar emparedada entre dos poderosos vecinos (Rusia y China) que podrían absorberla y anularla, tiene una visión geopolítica clara que le permite mantener un equilibrio y seguridad razonables. Por ejemplo:
1) Ha impuesto un límite a las inversiones de China y de Rusia, que no deben pasar por cada uno de estos países de la tercera parte del total de las inversiones extranjeras.
2) Restringe el número de inmigrantes al 0,33% de los 2,8 millones de habitantes (lo que significa que no debe haber más de 10 mil inmigrantes o visitantes por país)
3) El parlamento mongol, si falla el poder ejecutivo, reacciona para impedir que los capitales de un país en Mongolia pasen del límite establecido.
4) Invita a países lejanos a invertir, como contrapeso a los dos vecinos.
5) Caracteriza a la actividad minera, por varias razones, como una vulnerabilidad a la seguridad nacional, por lo que pone mucho cuidado en los correspondientes controles.
6) Desestima resentimientos o reacciones de otros países; para Mongolia no es un objetivo estar rodeada de vecinos sonrientes; no oculta que los considera un riesgo para su seguridad1.
7) Toma medidas para limitar las vías de comunicación con otros países: el ferrocarril mongol que de las minas va a la frontera china se hace con un ancho de trocha que le impedirá circular en China (e impedirá también que los trenes chinos entren a Mongolia2).
Es necesario que los diplomáticos peruanos, y también los políticos, estudien la conducta de países como Mongolia y Polonia3, que cuidan mucho su independencia y seguridad y que no se preocupan de mantener buenos modales y costumbres cortesanas que son la máscara que en el Perú oculta al servilismo aceitado de los traidores a la patria que facilitan la hegemonía económica y política del enemigo chileno en el Perú.
Aprendamos: los mongoles, gente con dignidad, tienen teoría y práctica de Geopolitica y, principalmente, no traicionan a su país..
Leamos.
Los vecinos pugnan por tener máxima influencia en Mongolia
SOGTTSETSII, Mongolia, Después de años de acalorado debate, Mongolia abrió un camino esta primavera para un ferrocarril que transportará carbón a China a través del desierto de Gobi, pero hay una condición costosa.
Citando motivos de seguridad nacional, el gobierno ordenó que se tendieran rieles separados por 1.520 milímetros, que es el ancho de trocha estándar de Mongolia, heredado de la era soviética y que aún permite la interconexión con Rusia.
Pero el ancho de trocha de la vía férrea asegura que los rieles no se puedan conectar a China, que son 85 milímetros más estrechos. En consecuencia, en la frontera o el transporte por tren tendrá que cambiarse, o el carbón será transferido a camiones, lo que incrementa los costos de la entrega de combustible [carbón] al cliente más grande de Mongolia.
En cuanto a China, Mongolia sólo irá hasta donde ha llegado ahora y no más.
“Esta es una decisión política”, dice encogiéndose de hombros Battsengel Gotov, alto, de aspecto juvenil Director Ejecutivo de Mongol Mining Corporation, que está construyendo el ferrocarril de su preciada mina de carbón, que está a unas pocas horas de sacudidor viaje en auto al norte de la frontera con China.
Con las prisas del mundo para enriquecerse con las inversiones chinas, Mongolia trabaja fuertemente para asegurar que la inversión china no se convierta en dominación china. Es un acto de equilibrismo compartido por muchos países, especialmente en la periferia de China. Mongolia, sin embargo, destaca por su vulnerabilidad y por su notable y decidido evitamiento del abrazo de Beijing.
Sin salida al mar y con solo 2,8 millones de personas repartidas en un territorio de 1 565 000 km2, más extenso que el del Perú, Mongolia está empequeñecida por China, con 1300 millones de habitantes y la segunda economía del mundo.
Todo un 90 por ciento de las exportaciones de Mongolia —carbón, cobre, lana de Cachemira y ganado— va a China, que a su vez envía maquinaria, electrodomésticos y otros bienes de consumo que representan un tercio de las importaciones mongolas.
El creciente comercio con China asciende ahora a tres cuartas partes de la economía de Mongolia, una de las proporciones más altas del mundo, según un análisis de la Associated Press de los datos comerciales de FMI.
El otro vecino de Mongolia, Rusia, continúa siendo importante, proporciona combustible y posee participación de 50% en una gigantesca mina de cobre y de 50% en el sistema ferroviario nacional, legado de los setenta años que Mongolia pasó como un estado de la órbita soviética. Pero es China, con su enorme población y voraz demanda de recursos, la que asoma como un gigante más grande que Rusia, rica en recursos naturales y escasamente poblada.
Equilibrio con los grandes
Mongolia ha buscado minimizar la influencia tanto de Moscú como de Beijing forjando vínculos con otras potencias mundiales. El naciente gobierno democrático ha contribuido con tropas a misiones de mantenimiento de la paz de ONU en Sierra Leona y otros países y para la guerra desatada por la invasión de los EE. UU. a Irak. La Secretaria de Estado de los EE. UU., Hillary Clinton, en una visita en julio, elogió a Mongolia como “inspiración y un modelo”.
En medidas que políticos locales dicen que —sin mencionarla por nombre— están dirigidas contra China, Mongolia también recorta el número de inmigrantes de cualquier país al 0.33 por ciento de la población de 2,8 millones del país —esto es, menos de 10.000 personas— y restringe el número de trabajadores extranjeros y tipos de inversión.
“No seremos otra África”, dijo Ganhuyag CH. Hutagt, banquero y exviceministro de finanzas, que quiere convertir a Mongolia en un centro internacional de finanzas. “No podemos permitir que una determinada nación controle nuestros negocios”.
De la estepa a las calles de la capital, Ulan Bator, los mongoles evidencian desconfianza de los chinos. El sentimiento va más allá de la actuación de neonazis que rapan la cabeza de las mujeres mongolas que tienen relaciones sexuales con chinos. Casi todo el mundo dice que China roba el carbón de Mongolia.
Cuando el basquetbolista estrella de la NBA Dwight Howard apareció en una promoción al aire libre organizada por el influyente operador de telefonía móvil Mobicom, en Ulan Bator, en 2011, el popular rapero mongol Gee subió la temperatura del público con su éxito “Hujaa”, un término peyorativo para designar a los chinos.
A diferencia de países como Japón e India, Mongolia no tiene barrios chinos. Raramente se ven trabajadores chinos de las decenas de miles que han llegado atraídos por el auge de la minería de Mongolia, porque viven en campamentos mineros cercados, escondidos en la inmensidad del desierto de Gobi, o detrás de altas paredes en sitios de construcción en la capital Ulan Bator. Se pide [a los chinos] permanecer fuera de las calles para evitar que sean agredidos por pandillas juveniles. Los pocos restaurantes chinos anuncian comida “asiática”, no china.
En las zonas carboníferas es donde se pone a prueba el malabarismo de Mongolia. La demanda china de cobre y especialmente de carbón ha impulsado la economía mongola, que es una de las de más rápido crecimiento en el mundo, lo cual ha creado algunos ricos y agravado la pobreza en un país que aún es pobre. Y China quiere una mayor proporción de los recursos.
Tsogttsetsii, la población más cercana a la mina de carbón de Mongolia Mining Corporation y el planeado ferrocarril, bulle en actividad. Un nuevo aeropuerto y complejos de apartamentos se alzan en medio del vacío Gobi, de arenas de color rojizo. Camiones cargados de carbón de coque se mueven por una carretera asfaltada hacia la frontera china, construida por la empresa y que llevan su carga a la frontera china evitando baches y aplastando matas de hierba de la que se alimentan rebaños de camellos y cabras de la llanura.
Al otro lado de la cerca
En el lado mongol de la frontera se ven edificios no muy altos de bloques de hormigón, que alojan a guardias. Al otro lado de la frontera, la ciudad china se muestra con todas sus luces y con extendido crecimiento, recordatorios tangibles de cuán más rica podría ser Mongolia si abre completamente sus puertas a China.
“Hay más edificios. Hay más construcción. Está más desarrollada. El paisaje es más agradable”, dijo Dizaibadiin Luvsandorj, un esmirrriado monje budista convertido en conductor de camiones cargadores de mineral, que hace el viaje a China más o menos una vez por semana. Aun así, no le gusta permanecer en el lado chino, dijo, porque “la comida es cara”.
En ningún otro lugar la huella de China asoma tan grande y, sin embargo, parece tan tenue. Incluso en la totalitaria y hermética Corea del Norte, los constructores chinos de carreteras ponen sus banderolas con caracteres chinos en los sitios en que trabajan.
En Camboya, donde el comercio con China casi se ha duplicado desde el 10 por ciento del PIB en 2006 a 19 por ciento en 2011, y donde las inversiones chinas van desde las plantaciones de caucho a las telecomunicaciones, el gobierno ha cedido a los requerimientos de Beijing. Por ejemplo, deportó a China a uigures que solicitaban asilo. En julio, [Camboya] frustró un intento de aliados del Sudeste asiático de usar un foro anual para criticar a Beijing por sus pretensiones sobre unas disputadas islas del mar del Sur de China.
La presencia de China llegó a ser tan notoria en Myanmar, también conocida como Birmania, que provocó una reacción violenta. El gobierno militar contaba con las inversiones chinas para la inversión y con la protección diplomática china [en la ONU] durante dos décadas de sanciones occidentales. El comercio con China subió a alrededor de 10 por ciento del PIB, sin incluir el contrabando generalizado. Pero las empresas chinas han estado tan afanadas extrayendo madera, gemas, petróleo y gas, que los lugareños se quejaron: “China está usando Birmania como un supermercado”. En la ciudad de Mandalay, un auge de la construcción de casas impulsado por los chinos marginó a los birmanos por sus precios inalcanzables. Alarmado por el problema y la protesta, el gobierno se distanció un tanto de Beijing el año pasado, emprendiendo el camino a la democracia.
Ha preocupado a los mongoles el temor de ser absorbidos por China, por lo menos desde el tiempo en que los conquistadores mongoles de Genghis Khan asolaron gran parte de Asia en el siglo XIII. Faltándole una lengua escrita para unir a las tribus mongolas, [Genghis Khan] se dirigió —para desarrollar un sistema de escritura— a un pueblo de raíces turcas, los uigures, y no a China, cuyo sistema basado en caracteres se utilizó en Corea, Japón y Vietnam.
Los chinos llegaron a dominar el comercio y comprendían aproximadamente el 10 por ciento de la población de un millón de Mongolia después de que fue absorbida por la última dinastía china, la Qing, creada por otro grupo de guerreros a caballo, los manchúes. Purgas, primero por un sanguinario general ruso blanco4 y su abigarrado ejército y luego, en los años 60 y 70. por el gobierno mongol respaldado por los soviéticos, mató o expulsó a los chinos restantes.
Después de salir pacíficamente del régimen comunista, Mongolia ha buscado maneras de liberarse de su dependencia de Moscú, por un lado; y de mantener a raya a Beijing, por el otro.
“Es un problema de identidad, los mongoles no tenemos que caer en ese gran crisol de China", dijo el coronel Munkh-Ochir Dorjjugder, director de estudios de Defensa en la Universidad Nacional de Defensa y exdirector de análisis para la Agencia de Inteligencia de Mongolia. “Esta pequeña tribu, este pequeño grupo que ha sobrevivido todo este tiempo, ahora quiere preservar lo que tiene”.
El tercer vecino
Para ello, han ideado un plan para contactar a los principales países del mundo, plan al que denominan la política del “tercer vecino”, tomando una frase ocasional de la Secretaria de Estado estadounidense James Baker, que se escuchó en 1990 en un temprano viaje de “tendido de puentes” político.
Además de enviar tropas a Irak y Afganistán y de ofrecer una base aérea después del 11 de septiembre para congraciarse con los Estados Unidos, Mongolia ha atraído a Japón como inversionista clave, a la Unión Europea para obtener orientación sobre el desarrollo, e incluso a la lejana OTAN como socio para la seguridad. El enfoque ha sido consagrado como estrategia de seguridad nacional.
En medio de la desesperada búsqueda de recursos alimentada por China, los estrategas mongoles identifican la riqueza mineral de Mongolia como el talón de Aquiles de la seguridad del país, y perciben el riesgo de “convertirse en un apéndice de materias primas dependiente de otros países”. Como consecuencia de ese análisis, se impone a China y Rusia un límite o margen que no debe ser mayor —para cada uno de esos grandes países— de un tercio de la inversión extranjera total de Mongolia.
Para que nadie tenga posición dominante, el gobierno de Mongolia ha mantenido en suspenso a empresas extranjeras que desean explotar minas, atrayendo firmas de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, China y de otros países. Se encuentra sin utilizar un préstamo chino de bajo interés de $500 millones para proyectos de desarrollo, porque preocupa s lo mongoles que Beijing quiera utilizarlo para obligar a que le otorguen concesiones mineras.
Cuando la Corporación Estatal de Aluminio de China, conocida como Chalco, intentó —mediante la compra de acciones de otros inversionistas extranjeros— ganar una participación mayoritaria en una mina de carbón de Gobi cercana a la frontera con China, el Parlamento rápidamente aprobó este verano una ley para impedirlo. Chalco retiró su oferta.
Al exigir a Mongolia Mining, una empresa privada con sede en Hong Kong, que su ferrocarril que saca carbón de Mongolia use un ancho de trocha diferente que el de China, el gobierno [de Mongolia] ha aumentado en $2 a $4 los costos por cada tonelada de carbón, lo que llega a unos $120 millones cada año. El asunto de este ferrocarril se debatió durante más de dos años en el Parlamento. Un ministro de transporte y otros poderosos políticos argumentaron que el ferrocarril debe conectar primero a Rusia con las líneas férreas existentes.
En una solución de compromiso, ambas líneas se están construyendo, aunque Rusia no necesita el carbón y el puerto más cercano está a 4.000 kilómetros de distancia. El carbón podría enviarse vía ese puerto a Japón o Corea del Sur, pero el viaje encarecería $100 cada tonelada.
“La fiebre de minería de Mongolia es impulsada por la demanda china”, dijo el gerente general de la empresa minera Battsengel. En la esquina de la pared de su oficina del piso 16 del edificio que está en el centro de la Ulan Bator cuelga un mapa de las ciudades, ferrocarriles y puertos del noreste de China que su compañía quiere aprovechar. “Tenemos dos grandes superpotencias como vecinos. Prácticamente, tenemos un cliente”.
Incluso en el cinturón del carbón, donde la prosperidad del auge de las inversiones chinas es más evidente, el comercio con China es impopular.
Myadagmaagiin Zolzaya, un carpintero jubilado y pastor de ovejas, dejó los pastizales para vivir en una tienda tradicional circular conocida como “ger” en uno de los barrios que están surgiendo alrededor de Dalanzadgad.
La ciudad, cerca de donde en la década de 1920 el explorador estadounidense Roy Chapman Andrews hizo su conocido descubrimiento de huevos de dinosaurio, es ahora la más rica de Mongolia porque es una plataforma de acceso a Tavan Tolgoi, un preciado depósito que se estima contiene 6,400 millones de toneladas de carbón, suficiente para satisfacer la demanda de China durante siglos.
Myadagmaagiin dejó sus cabras y ovejas a su hijo mayor y siguió los pasos de sus otros hijos hacia la ciudad de rápido crecimiento, donde encontraron trabajo: los tres hijos en la construcción y la hija como cocinera.
Ahora, al mismo tiempo que cuida de sus nietos, el calvo Myadagmaagiin, de 58 años, expresa su enfado por las minas, el daño ambiental y las multitudes de trabajadores chinos que han venido. Al igual que muchos en toda Mongolia, él sabe que una empresa minera estatal está vendiendo carbón a China por debajo de los precios del mercado internacional, un hecho que se menciona sin cesar en las televisoras del país, independientes pero muy partidistas.
La empresa minera consiguió un precio relativamente bajo de 70 dólares por tonelada a cambio de un pago inicial de $250 millones que se utiliza para desarrollar la mina.
“Los mongoles deben obtener los puestos de trabajo en Mongolia, y los beneficios deben ir a Mongolia, no a los chinos. Se llevan la riqueza y [con la minería de tajo abierto] solo dejan grandes huecos”, dijo.
El dinero sale de Gobi del Sur, permite crear negocios y puestos de trabajo en otros lugares del país. Si se mantiene el crecimiento, los economistas prevén que en unos pocos años todo mongol en buen estado de salud y capaz de trabajar probablemente encuentre ocupación. Pleno empleo significa que Mongolia debe importar mano de obra para seguir creciendo. China es la fuente más a la mano.
En su afán de conseguir carbón, Beijing ha actuado cuidadosamente ante el rechazo de Mongolia. En los días previos al auge de 2002, Beijing impidió que la carga de trenes [mongoles] de mercancías entre en China durante dos días, cuando el Dalai Lama, el líder tibetano exiliado y denostado por el gobierno comunista, vino a predicar a los budistas mongoles. En noviembre de 2011, el Dalai Lama volvió, y Beijing protestó solo con palabras. No canceló reuniones de gabinete programadas de tiempo atrás.
El Dalai Lama predicó en Ulan Bator en un nuevo coliseo cerrado con capacidad para 4.000 personas. Fue construido y donado por China.
En Rusia y Mongolia están formando un grupo de trabajo sobre el uso de los recursos del subsuelo, informó el Ministerio de Recursos Naturales de Rusia tras la reunión de una comisión intergubernamental esta semana, según dio a conocer la agencia de noticias Interfax. El grupo de trabajo celebrará su primera reunión durante el primer semestre del año.
El Ministerio dijo que los países estaban interesados en la implementación de proyectos prácticos en el campo de la geología y del desarrollo de minerales, lo cual convoca el concurso de institutos de investigación y desarrollo geológicos de Rusia y de la estatal Corporación de Geología rusa. Ambos países [Mongolia y Rusia] también acordaron intensificar la cooperación en el sector forestal y señalaron que deben evaluarse los riesgos ambientales que las actividades humanas traen a la cuenca del lago Baikal.
Traducido por Con nuestro Perú de
The Moscow Times, 28-12-2012
http://www.themoscowtimes.com/business/article/mongolias-neighbors-vie-for-maximum-role/473715.html
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1 Frente a esto, vemos cómo el presidente Ollanta Humala, el canciller Rafael Roncagliolo y el Congreso expresan su complacencia por el robo de cuatro hectáreas de tierra tacneña y dicen a Chile que ese robo no debe enturbiar las “buenas” relaciones económicas que permiten a Chile dominar el Perú y realizar espionaje.
2 Compárese esto con la corrupta tolerancia a la aerolínea Lan-Latam del enemigo chileno, la cual es dueña del cielo peruano y simboliza la dominación chilena en el Perú.
3 Leer Humala debería aprender de Polonia.
4 Durante la guerra civil que estalló en Rusia cuando triunfó la revolución en 1917, se llamó "blancos" a los partidarios del zar, y "rojos" a los bolcheviques.
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