Miguel Ángel Rodríguez Mackay*
El conflicto palestino-israelí es quizá uno de los procesos conflictuales más complejos que registra la historia de la humanidad y que pese a los esforzados avances de arreglo de las últimas décadas permanece sin una solución definitiva que sea garantía de una verdadera convivencia pacífica para ambos pueblos, cuya región tiene honda connotación mesiánica pues es el epicentro de las tres religiones monoteístas más ecuménicas del mundo: Judaísmo, Cristianismo e Islamismo.
Por algún designio, se sabe que Jerusalén –relata la Biblia– es el lugar donde el ángel de Yahvé detuvo el brazo de Abraham en acto de fidelidad; Jerusalén es el Santo Sepulcro donde resucitó Jesucristo; y, Jerusalén, es la piedra donde —según refiere el Corán— durmió Mahoma para luego ascender en un caballo a los cielos. Lo anterior ya es suficiente para descartar la tesis de una unidad eterna e indivisible de Jerusalén como territorio bíblico judío como ha pretendido Benjamín Netanyahu, su Primer Ministro, en su insistencia para no considerarla, como sería más lógico, una ciudad dividida o con jurisdicción internacional tal como fuera propuesto sucesivamente por sus antecesores Simón Peres, Ehud Barack, Ehud Olmert, el expresidente Clinton y ahora el propio Barack Obama.
De hecho, el problema es mayor a solamente el destino de Jerusalén o una complejidad religiosa. En efecto, en el contexto de la situación objetiva, la paz sólo se logrará con la devolución de los territorios árabes ocupados luego de la Guerra de los Seis Días en 1967 y cuando acabe definitivamente el estado de amenaza e inseguridad permanente que ha tenido que soportar Israel por los ataques suicidas en sus ciudades y la consigna política de su extinción como Estado. Es decir, debe imponerse la elevación política para que ambos pueblos puedan determinarse a vivir con fronteras seguras y reconocidas mutuamente.
En ese camino Palestina deberá ser admitido, finalmente, como miembro pleno de la ONU dada su condición actual de observador. Israel dio señales al sincerar la liberación progresiva de una gran parte de presos que mantenía desde la época de los Acuerdos de Oslo en 1993, algo que se ha suspendido recientemente en el marco del plazo que vencía por estos días y que el propio Jhon Kerry, su impulsor en los últimos meses, no solo lo lamenta sino que además desnuda el malestar de Washington porque otra vez se frustra un proceso que inexorablemente deberá reanudarse para asegurar la paz permanente en tan compleja región, tal como lo soñaron Isaac Rabín y Yasser Arafat, sus líderes más cercanos en vida a esta aspiración histórica.
___________
* Internacionalista, Decano de la Facultad de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales, UTP
Correo, Lima 09-04-2014
Informan palestinos en el Perú La ocupación militar israelí en Cisjordania no es solo para vigilar a los palestinos de los territorios invadidos en 1967, sino para botarlos de sus casas y terrenos de cultivo. Los israelíes hostilizan y amenazan a los palestinos y les hacen la vida imposible, para que se vayan y entonces los israelíes se quedan con la tierra.
[Nota de Con nuestro Perú.]
|
Artículos relacionados
ONU defiende a judíos semitas (“palestinos”) frente a abusos, opresión y usurpaciones que comete Israel
Soldados israelíes denuncian los abusos contra niños y adolescentes palestinos
Para sacarlos de sus propiedades, israelíes destruyen olivos de palestinos
ONU condena a Israel por demoler viviendas palestinas antes de navidad