Londres, 17 abr (Sputnik).- Con la llamada a la acción de cuatro cornetas de los Marines Reales y tras el lamento de una gaita y el himno nacional del Reino Unido, Isabel II y sus familiares se despidieron del príncipe Felipe en la capilla de San Jorge, situada en el castillo de Windsor.
El duque de Edimburgo, que fue el sostén matrimonial y moral de la reina británica durante más de 73 años, fue conducido a la cripta real del templo tras una emotiva ceremonia religiosa oficiada por el decano de Windsor, David Conner.
El arzobispo de Canterbury y jefe de la Iglesia anglicana, Justin Welby, ofreció oraciones y bendiciones en el solemne e íntimo acto, cuyos principales componentes fueron elegidos por el propio duque antes de morir, con 99 años, el pasado 9 de abril.
Música de Britten, salmos cantados por el coro local, temas insignia de la Armada o un clásico ruso en despedida de los difuntos se oyeron a lo largo de la ceremonia privada, que se emitió en directo por televisión y radio.
El funeral se ajustó a las reglas y restricciones contra el COVID-19 de distancia social, motivo por el cual no hubo rezos y cánticos de los congregados.
Unos treinta familiares acompañaron a la reina en esta jornada de comedida pompa, elegancia y precisión militar.
Los asistentes se agruparon por "burbujas sociales" del coronavirus, de forma que la monarca y el príncipe Enrique, entre otros, siguieron en solitario el servicio religioso.
El funeral marcó la primera reunión en público del núcleo central de la familia Windsor desde la rompedora entrevista de los duques de Sussex —Enrique y Megan Markle— con Oprah Winfrey.
Las cámaras de televisión captaron algunos momentos de contacto e intercambio de palabras entre Enrique, su hermano Guillermo y su cuñada Catalina.
La ceremonia comenzó con una sincronizada procesión de nueve familiares caminando detrás del féretro, que fue transportado hasta la capilla sobre una furgoneta Land Rover, de color verde militar y distintivas modificaciones que diseñó el propio Felipe.
El heredero de la corona, el príncipe Carlos, y la única hija de la reina, la princesa Ana, lideraron el cortejo fúnebre, seguidos por sus dos hermanos Andrés y Eduardo, sus hijos y sobrinos varones Peter Philips, Guillermo y Enrique, además de sir Tim Laurence, marido de Ana, y David Linley, sobrino de Isabel II e hijo de la ya difunta Margarita.
Pese al carácter eminentemente castrense de la velada, ningún Windsor vistió uniforme militar en supuesta deferencia con el duque de Wessex, quien perdió sus cargos y honores como veterano de las Fuerzas Armadas cuando renunció a la vida pública monárquica y se mudó a Estados Unidos con su mujer e hijo.
Se impuso, por tanto, el chaqué negro o gris oscuro, con las medallas e insignias militares en el pecho, y vestido de riguroso luto para las mujeres. Todos los invitados se colocaron la mascarilla en el interior de la iglesia.
Unos 730 miembros de las Fuerzas Armadas, representantes de los tres Ejércitos y de regimientos asociados al duque de Edimburgo, participaron en distintas fases de la ceremonia.
La histórica despedida de Felipe transcurrió en privado, dentro de los muros de la ciudadela donde también se levanta la residencia oficial de invierno favorita de Isabel II.
Apenas se concentró público en torno al castillo este sábado soleado y primaveral, después de la insistencia de la Casa real de que se evitara ir a Windsor debido a las restricciones sociales de la pandemia.
"Príncipe Felipe, le echaremos mucho de menos. Gracias por su generoso servicio (…) descanse en paz. Nunca le olvidaremos", rezaba la nota que un matrimonio dejó junto a un ramillo de jacintos ante la verja del palacio de Buckingham.
Una serie de cañonazos, que se lanzaron desde la Torre de Londres, el castillo de Edimburgo y otros enclaves del Reino Unido, rompió un minuto de silencio nacional en memoria del príncipe de origen danés y cuna en la isla de Corfú que se convirtió en el más longevo consorte de la historia de la monarquía británica. (Sputnik)