Ramiro Barreiro
 
Buenos Aires, 23 abr (Sputnik).- Argentina vive dos pandemias al unísono: la de COVID-19 y la económica, que posterga desde hace décadas a un sector de la población que no puede esperar más: niños, niñas y adolescentes.
 
 
pobreza Salta indigenas  
Los últimos datos del Indec, la agencia oficial de estadísticas, dan cuenta en cifras sobre el penoso acontecer de miles de "pibes y pibas" que transitan los años más importantes de su vida en cuanto a su formación cognitiva.
 
La pobreza en este país sudamericano alcanzó al 57,7 por ciento de los niños menores de 14 años durante el segundo semestre de 2020, al tiempo que el 15,7 por ciento son indigentes. Se trata de un salto de 2,1 puntos porcentuales si se lo compara con el mismo período de 2019, pandemia mediante.
 
Esta semana se difundió otro informe que ofrece otra magra panorámica. El realizado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi), que dio a conocer que el 42,1 por ciento de los niños, niñas y adolescentes que asisten a comedores y merenderos de 20 provincias presentan malnutrición.
 
SIN DINERO PARA COMER
 
"Hay un par de datos importantes: primero el crecimiento de la malnutrición al 42,1 por ciento, que se corresponde con el crecimiento de la indigencia (…) A esto se le agrega que medimos niños y adolescentes y también las estadísticas oficiales explicitan que los porcentajes de pobreza son mucho más altos en esa población" dijo el director del ISEPCi, Isaac Rudnik, a Sputnik.
 
La indigencia clasifica a las familias que no tienen recursos suficientes para adquirir alimentos.
 
"Al no tener dinero las familias destinan el presupuesto a adquirir los alimentos más baratos y entonces se corren, de aquellos productos que contienen los ingredientes más importantes, a productos con grasas, harinas, etcétera", explica Rudnik.
 
Este relevamiento censal y descriptivo se realizó durante los meses de diciembre 2020 y febrero 2021, convocó a más de 50.000 niños, niñas y adolescentes, de entre dos y 18 años, que asisten a 1.066 comedores y merenderos de 20 provincias.
 
Además, participaron 1.659 coordinadores y promotores de salud de 20 provincias del país, que se capacitaron en el manejo de las técnicas antropométricas para la toma de la talla y el peso, en un trabajo en conjunto con sectores académicos e investigadores.
 
El análisis también dice que el 39,2 por ciento presenta cuadros de malnutrición por exceso (18,6 por ciento por sobrepeso y 20,6 por ciento por obesidad). El déficit por bajo peso representa al 2,9 por ciento.
 
El mayor grado de malnutrición se evidenció entre quienes tienen seis a 10 años, donde el 49,1 por ciento presenta ese problema. En 2019 era un 43,8 por ciento; es decir, en casi dos años en este rango de etario la malnutrición se incrementó 5,3 puntos porcentuales.
 
El mayor incremento de malnutrición se registró entre quienes tienen 10 a 18 años.
 
"Se conjugan también situaciones de déficit en educación alimentaria", añade Rudnik, "Hay productos muy conocidos y que figuran en comerciales muy masivos, supuestamente emparentados a contenidos proteicos o de diversos nutrientes y en realidad no los tienen, y son mucho más rico en azucares y lácteos, en grasas que en proteínas".
 
El especialista dice que "muchas familias adquieren esos productos por encima de otros porque supuestamente conjugan un sabor agradable con el contenido de nutrientes pero es solo lo primero".
 
Mientras tanto, la ley de etiquetado, que busca acercar información sobre los contenidos de los productos a los consumidores, duerme en la cámara de diputados.
 
PROBLEMA CRÓNICO
 
Argentina fue considerada a mediados del siglo pasado el granero del mundo. Incluso, sus campos en la actualidad tienen un rendimiento de producción de alimentos que supera a las 400 millones de personas.
 
Sin embargo, también sufre un profundo y perpetuo empobrecimiento que atenta directamente en los estómagos de buena parte de su pueblo.
 
En 2019, según el Indicador Barrial de Situación Nutricional (IBSN) del ISEPCi, presentaban malnutrición el 40,4 por ciento de los jóvenes, y ahora fue del 46,4 por ciento; lo que implica un aumento de seis puntos porcentuales.
 
Se trata del "sostenimiento de un núcleo duro de un porcentaje de la población que desde hace muchos años no baja del seis o siete por ciento de indigencia, el cinco en los mejores años, y que en épocas de crisis como las que transitamos crece al 10 por ciento. Esa situación se sostiene y marca varias generaciones de familias que viven en situación de inseguridad alimentaria", según plantea Rudnik.
 
La Coordinadora Nacional del Área de Salud Colectiva del Instituto, Laura Lonatti, agrega: "Es necesario la ampliación de los programas alimentarios existentes; la mejora de la calidad nutricional con incorporación de alimentos frescos carnes, huevos, frutas, verduras y lácteos; la equiparación de los montos de los programas de empleo de la economía popular al valor de la CBA; y la jerarquización de acciones preventivas de detección precoz de malnutrición y monitoreo del crecimiento para la protección y cuidado."
 
El problema es reconocido por el Ministerio de Desarrollo Social, que en la voz de Marcela Rebón reconoció las cifras de Isepci y manifestó que "lo valioso de este tipo de estudio, no solo por la información que aporta, es que ha puesto en juego la participación social, la acción de la comunidad y el trabajo en el territorio, es un esfuerzo enorme".
 
Según los últimos datos difundidos a principios de abril, la pobreza en Argentina trepó al 42 por ciento de la población y ya afecta a 19 millones de personas en el país. (Sputnik)