Ana Delicado Palacios
 
Tiene el don de la palabra. Se expone en entrevistas casi a diario y confronta cuando lo cree necesario. Rara vez se llama a silencio. Exhibe una locuacidad sin ornamentos ni circunloquios, propia de quien durante un lustro se aventuró a defender las medidas del Gobierno ante cualquier micrófono que se le pusiera por delante.
 
 

Alberto Fernandez

 

 
Pero quien tiene boca, se equivoca, dice el dicho. Y el presidente de Argentina se dejó llevar por su afán "europeísta", como él mismo dijo durante un acto en Buenos Aires con su par de España, Pedro Sánchez, y ante una comitiva de empresarios de ambos países.
 
"Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos", dijo, ufano, Alberto Fernández. "Y eran barcos que venían de allí, de Europa", porfió.
 
El escritor mexicano nunca formuló semejante reduccionismo.
 
"Los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos, de los incas, y los argentinos, de los barcos", escribió quien obtuviera el Premio Nobel de Literatura en 1990.
 
Fernández tocaba de oído, pues la frase que repitió es parte de una zamba del rockero argentino, Lito Nebbia, que lleva por título, "Llegamos de los barcos".
 
La cita fallida corrió como la pólvora y no tardó en ensordecer las redes sociales.
 
Se molestaron los mexicanos. La acotada definición que les despachó el presidente argentino fue objeto de reproches en los medios de comunicación del país.
 
Y se molestaron los brasileños. El furcio fue aprovechado por el presidente Jair Bolsonaro, que no profesa especial simpatía por el gobernante argentino. Bolsonaro publicó una foto en la que se lo veía rodeado de integrantes de una comunidad indígena. Para mayor sorna, acompañó la imagen con un "SELVA!", en mayúsculas.
 
El presidente argentino intentó explicarse y acudió a esas mismas redes que lo vituperaban para recordar la impronta migratoria que configuró la actual demografía de su país.
 
"A nadie quise ofender; de todas formas, quien se haya sentido ofendido o invisibilizado, desde ya mis disculpas", sostuvo.
 
No fue suficiente, en un territorio en el que casi un millón de habitantes, de los 45 que tiene el país, se reconoce como descendiente de indígenas. Por eso el mandatario salió en la víspera a cubrir las espaldas del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), que se mantenía en un prudente silencio.
 
Aunque no hizo gala de humildad, pues adjudicó el malestar a los "prejuicios" de la sociedad, Fernández reivindicó la diversidad cultural y reconoció que "desde antes de la colonización había en el país diferentes pueblos originarios".
 
Este blanqueo étnico en el que incurrió el presidente argentino, oriundo de la ciudad de Buenos Aires, fue repetido en 2018 por su predecesor, Mauricio Macri (2015-2019), también porteño, como se conoce a los habitantes de la capital del país.
 
"En Sudamérica todos somos descendientes de europeos", llegó a decir Macri en el Foro Mundial de Davos.
 
NO TAN PRECIPITADO
 
No habían terminado de calmarse las aguas cuando la locuacidad presidencial volvió a levantar marejada. Fernández fue el primer gobernante en saludar al candidato Pedro Castillo como "presidente electo" de Perú, aunque no había confirmación oficial de su victoria en la segunda vuelta de los comicios.
 
El Gobierno del país andino hizo llegar una nota de protesta, con la advertencia de que los resultados finales de las elecciones no habían sido anunciados. Volvieron los chascarrillos y burlas contra Fernández, pero horas después apareció una carta en la que 16 expresidentes de América Latina, y uno del Gobierno de España, pedían que no se declarara ganador a ningún candidato hasta que no se resolvieran las impugnaciones presentadas por ambos contendientes.
 
Se hizo eco de esta misiva la adversaria de Castillo, Keiko Fujimori, que lanza acusaciones de fraude en su tercer intento de llegar a la presidencia, mientras es acechada por un juicio en un caso vinculado a Odebrecht en el que la fiscalía pide su prisión preventiva.
 
A la luz de este apoyo a la candidata conservadora, de parte de exmandatarios de la región, la elocuencia de Fernández pudo ser meditada. El gobernante es consciente del carisma que lo hizo brillar cuando permitió el refugio político del expresidente boliviano, Evo Morales (2006-2019).
 
Y Argentina no tiene afán de pasar desapercibida, en un continente en el que es más conocida por su labia que por sus aciertos. 
 
 
Con información de Sputnik