Midiendo la paz

Por Alberto Piris (*)

Un investigador para la paz que desee medir la eficacia de sus instrumentos (mediación, diálogo entre las partes, justicia para todos, equidad en el reparto de recursos, etc.) para resolver conflictos carece de unidades de medida que le faciliten la solución del problema. A veces, ni siquiera sabe qué se entiende por paz, ni cómo comparar la gravedad de los conflictos en términos que todos puedan entender, aunque sólo sea como la escala Ritcher que mide la energía liberada por los terremotos.

Suiza: La dignidad de las plantas

Lobbies de investigación transgénica ridiculizan a los suizos

La Comisión Ética Federal para Biotecnología en el Campo no Humano (CENH), de Suiza, publicó el mes pasado un informe sobre la dignidad de las criaturas en el reino vegetal, el cual ha sido incomprendido por científicos de otros países y ha recibido comentarios despectivos, incluyendo a la revista Nature.

La Europa que no queremos

Por Xavier Caño Tamayo (*)

Los irlandeses dijeron ‘no’ al Tratado de Lisboa, sustituto de la Constitución Europea, que fracasó en 2005. Las negativas a la Constitución y Tratado (antes Francia y Holanda, ahora Irlanda) expresan el rechazo a una construcción europea poco democrática. Los voceros de esa Europa proclaman las bondades del Tratado, pero nadie cita su carga camuflada de política económica neoliberal. El truco es análogo al de magos de teatrillo. Hablan sin parar, cuentan chistes malos, eligen a alguien como cabeza de turco de sus chanzas… Y distraen al respetable público mientras dan el cambiazo.

Las “treguas” de Hamas

Yasser Arafat

Por Adrián Mac Liman (*)

En 1994, Yasser Arafat se fijó como objetivo prioritario negociar una tregua con el Movimiento de Resistencia Islámica – Hamas. El entonces líder de la OLP y futuro Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) estaba persuadido de que la convivencia entre las principales corrientes de la sociedad palestina sólo se podía conseguir sellando las paces con el núcleo duro de la resistencia islámica, es decir, con los detractores de los Acuerdos de Oslo y de la llamada “vergonzosa traición de Washington”.

Europa pierde los papeles

Por José Carlos García Fajardo (*)

Los inmigrantes sin papeles que sean detenidos en suelo europeo podrán pasar hasta 18 meses retenidos en centros de internamiento mientras se tramita su expulsión. Podrán ser detenidos con una mera orden administrativa y una vez expulsados no podrán volver a la Unión Europea en cinco años. Los inmigrantes menores de 18 años no acompañados podrán ser repatriados.

Paraísos para infames

Por Iván González Alonso (*)

La evasión de impuestos a nivel mundial en paraísos fiscales supera los 200 billones (no los ‘billions’ americanos) de dólares, repartidos entre más de 3 millones de sociedades, fundaciones, o particulares, según cálculos de la ONG Tax Justice Network. Esa cantidad de dinero cubriría de forma sobrada el objetivo de la ONU de reducir la pobreza a la mitad para el año 2015.

El papel de la mujer en el movimiento yihadista

Por Adrián Mac Liman (*)

“La mujer casada, la pata quebrada y en casa”. Curiosamente, el refrán encontró eco en las últimas declaraciones de Ayman Al-Zawahiri, el “número dos” de Al Qaeda, quien invitó a las esposas de los hombres-bomba a dedicarse a las labores del hogar y a la educación de sus hijos. Según Al Zawahiri, la “noble tarea” de acabar con los enemigos del Islam incumbe a sus maridos.

Sí a Bolonia, pero no así

Por Carlos Berzosa (*)

La convergencia en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) está siendo algo convulsa en nuestro país. El EEES es conocido vulgarmente como Bolonia por ser esta ciudad donde se produjo la declaración de los representantes políticos europeos por la que se comprometían a crear dicho espacio. Con él se pretende que converjan sistemas educativos superiores muy distintos entre sí, con la finalidad de facilitar la movilidad de estudiantes y profesores y de conceder validez a los títulos universitarios de cualquier país para poder trabajar en otro distinto. Esto es lo que pretendía la Declaración de Bolonia, de 1999, que defiende la diversidad cultural y educativa de los diferentes países, lo que demuestra que en ningún caso debe confundirse convergencia con uniformidad.