El “fracking”, fractura hidráulica, técnica para extraer gas y petróleo de esquisto, aumenta riesgo de desarrollar cáncer de mama, debido a las sustancias químicas que se inyectan en tierra a profundidades de tres mil o más metros, las cuales se desplazan a las aguas subterráneas y son finalmente consumidas por las poblaciones cercanas.
El estudio, realizado en la Universidad de Massachusetts en Amherst realizó pruebas en ratones, que desarrollaron este tipo de cáncer, al cual muy probablemente también están expuestos los seres humanos, informa la revista Endocrinology.
Los estudiosos analizaron la combinación de 23 productos químicos utilizados en estas y evidenciaron que provocan la proliferación de las células de las glándulas mamarias en los roedores. Un sobrecrecimiento celular que ya está tipificado como un marcador de riesgo de desarrollo de cáncer de mama.
Laura Vandenberg, directora de la investigación, explica que la mezcla de estos compuestos puede afectar a la salud a largo plazo de la glándula mamaria de los ratones, incluso tras la exposición a bajos niveles en el útero. El estudio de los efectos de los compuestos químicos en combinación es ciertamente inusual, pero debe potenciarse dado que la mayoría de compuestos a los que nos exponemos los humanos en el medio ambiente se encuentran en mezclas complejas.
Otros estudios que sugieren que la población residente en las áreas en las que se utiliza esta técnica tiene un mayor riesgo de trastornos gastrointestinales, sinusitis e insomnio.
En los Estados Unidos hay más de 17 millones de personas viviendo a menos de 1,5 kilómetros de pozos de gas y petróleo, lo cual suscita preocupación sobre la posible contaminación de la superficie y las aguas subterráneas por los restos de metales, isótopos radioactivos y otros compuestos inorgánicos liberados en estas áreas».
Las empresas que se dedican al ‘fracking’ aducen que la técnica siempre se lleva a cabo previo aislamiento de los acuíferos, por lo que garantizan que es totalmente segura.
En el estudio, los autores analizaron las muestras de tejido mamario de crías de ratón expuestas durante su desarrollo fetal a la combinación de 23 compuestos químicos empleados en las técnicas no convencionales de extracción de hidrocarburos, caso del ‘fracking’. Y para ello, lo que hicieron fue verter los compuestos en el agua que le daban a las madres ‘ratoniles’ durante la gestación.
En el experimento, en el día 21 de desarrollo, antes de que los animales entraran en la pubertad, la morfología de las glándulas mamarias era completamente normal. No así cuando los ratones alcanzaron la edad adulta. En el día 85, los conductos de la leche,o conductos galactóforos, contenían una cantidad excesiva de capas de células epiteliales, que son lesiones precancerosas con una capacidad de proliferación muy alta.
Vandenberg concluye que estos estudios sugieren que la glándula mamaria es sensible a la mezcla de compuestos químicos empleados en el “fracking”. Los efectos en la salud, a largo plazo, de las glándulas mamarias, incluida su capacidad de lactancia y su riesgo de cáncer, debería ser evaluados en futuros estudios.
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