Enemigos chilenos, que son históricos asesinos de peruanos y actuales usurpadores de territorio peruano, desean reafirmar en Lima su condición de vencedores dominantes, participando en el desfile militar del día 29.

Aprovechando de una artificial distensión en el ambiente previo a la emisión de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJ), los chilenos redoblan sus esfuerzos de relaciones públicas para crear una atmósfera que haga aceptable el parasitismo que Chile practica en el Perú, especialmente la apropiación de las mejores tierras agrícolas peruanas, desde Arequipa hasta Piura, lo que incluye el Proyecto Olmos, que se ha hecho con dinero de todos los peruanos para beneficiar a las garrapatas chilenas.

Sinvergüenza igualada

La semana pasada, por ejemplo, una descendiente del ladrón, asesino y borracho Arturo Prat Chacón logró reunirse en el Huáscar con una descendiente de Miguel Grau; o sea que los políticos chilenos han puesto en pie de igualdad a un delincuente agresor y ratero, que eso fue Arturo Prat Chacón, con un héroe verdadero (Miguel Grau), que actuó defendiendo al Perú agredido.

Ideología derrotista hasta los huesos

Nunca es bueno confraternizar con el enemigo chileno, nada positivo puede surgir de ello; lo correcto es actuar con prudencia y mantener distancia. Debemos comprender que para sobrevivir Chile necesita ser parásito del Perú y tener dominio económico y político del Perú.

Los militares peruanos no entienden eso y con absoluta imprudencia mantienen cordiales relaciones con sus vencedores chilenos, quienes aprovechan esa disposición para acentuar su dominación política en el Perú.

Estas actitudes de los militares peruanos van en contra de los anhelos del pueblo peruano, que desea ver que su fuerza armada sea victoriosa, que haga respetar las fronteras históricas y que castigue de manera ejemplar a los militares chilenos, para quitarles las malas mañas de rateros y asesinos que tienen.

¿Por qué no consultan las aspiraciones del pueblo peruano acerca de nuestra integridad territorial y nuestra memoria histórica? ¡Se darían cuenta de que el Perú quiere una fuerza armada vencedora, no una horda de serviles del enemigo chileno!

Qué les inculcan

El constante y corruptor asedio de los militares chilenos para asegurarse la docilidad de los derrotados militares peruanos tiene su resultado en varias ideas y formas de conducta visibles en el comportamiento de los militares peruanos. Reparemos en lo siguiente:

1) Fuerza armada chilena es invencible. La permanente adoctrinación que ejercen los ladrones chilenos ha logrado que en la mente de los militares peruanos se implante fuertemente la noción de que la fuerza armada chilena es invencible y que sus robos territoriales —Arica, Tarapacá, cuatro hectáreas de Tacna y su mar— son irreversibles.

2) El militar peruano no vale nada. La autoestima del militar peruano es muy baja, sentimiento que a lo largo del tiempo han cultivado los chilenos. Por tanto, el militar peruano sabe que nunca deberá ajustar cuentas con el enemigo chileno, que nunca cobrará le deuda de sangre que nos debe Chile, porque a nuestros uniformados se les ha enseñado que la sangre peruana derramada no vale nada, y que los territorios que Chile ha robado están en manos de quien lo merece. Además, los militares peruanos sufren el escarnio público (disimulado) cuando los chilenos los invitan a desfilar en Chile, donde la gente goza viendo cómo se exhiben los humildes derrotados peruanos.

3) El enemigo es el peruano, el chileno es hermano. Los chilenos, con ayuda de medios de comunicación mercenarios, han difundido la idea de que Chile y Perú son países hermanos (aunque sea del tipo Caín y Abel) y que entre ellos debe haber una relación de "fraternidad" y "confianza", que no debe alterarse ni siquiera cuando Chile nos roba la tierra de Tacna. Consecuentemente, el militar peruano entiende que el peor enemigo de la patria es un peruano de Cajamarca, un ayacuchano, un huancavelicano, un cusqueño o un puneño, especialmente cuando cometen la “barbaridad” de defender sus lagunas, manantiales y tierras de cultivo, o cuando llevados por la miseria originada en el robo de los políticos a quienes defienden los militares se dedican a sembrar coca y trabajan con el narcoterrorismo. Aplicando esta doctrina de que el enemigo del Perú es el peruano y no el chileno, la fuerza armada entró a fines del siglo XIX en matanzas con saldo de hasta 10 mil muertos; en el siglo XX los militares peruanos participaron en la muerte de 6 mil trujillanos (en 1932), dos mil puneños (década de 1920) y unos 50 mil durante la guerra antiterrorista.

4) Se reivindica adulando al vencedor. Al estar en una situación de vacío o falta moral, motivada por no haber identificado bien al verdadero enemigo al que se debe matar y que es el chileno, el militar peruano es vulnerable a los halagos de los chilenos, quienes les explican que el pueblo peruano no comprende el sacrificio de mantener el orden y la ley; pero que los militares peruanos contarán siempre con la comprensión y la solidaridad de sus colegas chilenos, que saben reconocer la sumisión y docilidad de los militares peruanos, quienes, desgraciadamente, llegan a sentir que es un honor tener la amistad de los rateros chilenos.

5) Tres mandamientos. Para asegurar la docilidad de los militares peruanos, Chile vencedor ha impuesto los siguientes tres mandamientos, que acá se respetan escrupulosamente:

Primero. El robo territorial de Arica y Tarapacá que Chile perpetró es totalmente correcto y compatible con el derecho internacional, por lo que corresponde a los peruanos el respeto sagrado de la usurpación territorial chilena;

Segundo. La recuperación de Arica y Tarapacá —y ahora del Triángulo de Tacna— sería una violación monstruosa del derecho internacional y una terrible alteración de la paz y buena vecindad;

Tercero. Mejor es vivir derrotado y perdedor que morir ofendiendo a Chile.

6) La derrota es honrosa. Ahora hay en el Perú gente corrupta, vendida y perdedora que está dispuesta a tolerar que la bandera del enemigo chileno flamee en las calles peruanas. Se ha enseñado a los militares peruanos que es “chévere” ser derrotado y perdedor, y que como tales los chilenos los respetan, porque recuperar Arica y Tarapacá sería un acto salvaje y fratricida contra Chile. Los adoctrinadores chilenos enseñan que el militar peruano nace perdedor y derrotado y muere perdedor y derrotado, porque ese es su destino inalterable, por lo cual no les queda más remedio que someterse a Chile y aceptar la dominante “amistad” de los asesinos chilenos.

7) Renegar de los héroes. Paulatinamente, los políticos y militares peruanos han ido disminuyendo la participación del pueblo en los homenajes a los héroes de la guerra de 1879-1883, y se ha llegado al corrupto y vergonzoso extremo de poner en la Escuela Naval del Perú un monumento al agresor ladrón chileno Arturo Prat Chacón. Pero lo más importante de este abandono de la memoria es que los militares peruanos se portan así porque detestan a los héroes de esa guerra por haberse opuesto a la entrega a Chile de territorio peruano, mientras que ellos ahora son felices espectando que esos territorios y mar estén en manos del enemigo chileno. Consecuentes con su repudio a Grau, Cáceres y Bolognesi, los militares peruanos de ahora jamás moverían un dedo para recuperar el territorio que defendieron los héroes que ahora son detestados y echados en el olvido.

Sepamos que los ladrones chilenos quieren participar en el desfile del día 29 sin retirarse de las cuatro hectáreas que usurpan en Tacna y sin derogar la amenaza de muerte que pende sobre los tacneños y militares peruanos que intenten poner pie en el área usurpada.

Otro motivo que fortalece la amistad con los militares peruanos es —según los chilenos— que Chile al haber adquirido la empresa Nextel se ha convertido en celoso y comprensivo guardián de los datos personales y comunicaciones de los militares peruanos, que deben estar agradecidos por ese control y custodia que ejercen sus vencedores chilenos.