La línea de buses azules que está imponiendo la alcaldesa de Lima Susana Villarárn va desde la zona cercana al Rímac, antes del inicio de la vía Tacna, que sigue por Garcilaso de la Vega y termina en Arequipa, Miraflores, distrito al cual la alcaldesa no quiso perturbar con el estacionamiento de buses, sino al Rímac, donde hay gran descontento.
En lugar de tener una cochera, los buses han invadido las vías del Rímac tapando la visibilidad de los comercios, impidiendo la salida de autos de los vecinos, causando ruido con sus motores desde la madrugada perturbando el sueño y hasta ensuciando la zona con sus desperdicios y excremento, lo cual han tratado de remediar colocando un horrible y pestífero inodoro portátil en la vía pública.
Estos buses deberían pagar sus cocheras aunque eso implique que vayan más lejos, pero a la alcaldesa y sus funcionarios esto no les ha importado y así ahorran unos cuantos soles de combustible y algunos minutos a los propietarios de buses mientras perjudican a los vecinos del Rímac, como denunciaron en varios canales de televisión.
Una vez más, con esta discriminación Villarán demuestra su desprecio a los sectores medios y de escasos recursos. Esta señora se dice “defensora” de los pobres pero en realidad tiene bien marcadas las diferencias sociales y no duda en mostrar su preferencia a los que más tienen y su desdén por los que menos poseen.
Como si fuese poco, los pasajeros de estas rutas ahora se verán obligados a tomar de dos a tres vehículos en lugar de uno para ir a sus destinos de norte a sur y viceversa, lo cual afectará a los que menos tienen.
A esto se suma el caos que causó esta esemana en el distrito de San Juan de Lurigancho, donde para ella sólo hay “lavanderas que van a trabajar a La Molina”, como dijo en su campaña previa, por eso ella considera que no merecen respeto y los enclaustró con unas obras que debió haber programado mejor, pero de las cuales quiere hacer alarde para fines electorales.
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