Pinochet infiltró a 16 espías de la DINA en el Perú

Revelación. El 28 de noviembre de 1974, agentes del aparato de inteligencia bajo el control del coronel Manuel Contreras, brazo ejecutor de Pinochet, obtuvieron pasaportes para viajar al Perú durante el régimen de Velasco. ¿Para qué?

 

pinochet allente 1973

Augusto Pinochet y Salvador Allende, el 23 de agosto de 1973, en Santiago de Chile. En ese mismo año ocurrió el golpe de Estado.

Ángel Páez

El dictador Augusto Pinochet despachó al Perú a 16 agentes de su aparato de espionaje, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), en un momento crítico del régimen del general Juan Velasco Alvarado. Todos los pasaportes fueron expedidos en la misma fecha, el 28 de noviembre de 1974, dos años y dos meses después de que Pinochet diera un golpe de Estado contra el Gobierno de Salvador Allende, el 11 de setiembre de 1973.

Velasco y Allende mantenían buenas relaciones por sus concordancias ideológicas y políticas, pero la asonada de Pinochet y la muerte del presidente cambiaron radicalmente las relaciones entre Lima y Santiago. Pinochet y la cúpula militar chilena creían que Velasco tenía un plan para invadir Chile, una percepción que se consolidó con la compra masiva de equipamiento bélico soviético por parte del Gobierno castrense del Perú.

Con motivo del 50 aniversario del golpe de Pinochet, que dio inicio a una dictadura que secuestró, asesinó y desapareció a sus opositores, tanto en el interior como en el exterior, y en cuya tarea criminal la DINA cumplió un papel clave, el Centro de Investigación Periodística (CIPER) de Chile ha publicado ‘Papeles de la dictadura’, un impresionante archivo de 4.000 documentos sobre las actividades secretas del régimen pinochetista. Entre los expedientes que ha difundido CIPER Chile, se cuentan los 44 pasaportes de agentes de la DINA que fueron enviados a distintas misiones secretas en diferentes partes del mundo. Debe recordarse que personal de la DINA cometió asesinatos de opositores en diferentes naciones, como Estados Unidos, Argentina, Uruguay e Italia, entre otras. Pero lo que llama la atención de este archivo excepcional es que la DINA solicitó la expedición de 16 pasaportes el mismo día, en un solo bloque, y con el mismo destino: Perú.

El director de CIPER Chile, Pedro Ramírez, que compartió con La República el archivo de los pasaportes de la DINA, relató a este periódico cómo obtuvieron los documentos: “El proyecto de los ‘Papeles de la dictadura’ contó con la contribución del Centro de Investigación y Proyectos Periodísticos (CIP), de la Universidad Diego Portales (UDP). La CIP tuvo acceso a numerosas carpetas de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), que en los años 90 tuvo a su cargo esclarecer los casos más emblemáticos de las violaciones de derechos humanos. Por ejemplo, el homicidio del general del Ejército, Carlos Prats, y su esposa en Buenos Aires (1974), y el asesinato con bomba del excanciller Orlando Letelier, en Washington (1976), que, por cierto, causó la disolución de la DINA. Estos atentados fueron esclarecidos y los archivos quedaron guardados. La CIP consigue acceso a estas carpetas, y entre estas se encontraba un registro con los pasaportes oficiales que se entregaron a gente de la DINA para labores de inteligencia en el exterior”.

En cada ficha correspondiente a cada agente de la DINA se consignan datos esenciales, come nombres y apellidos completos, fecha y lugar de nacimiento, domicilio, profesión, edad, estatura, cabellos, rúbrica y, lo más importante, una fotografía. Esta información es crucial para identificar plenamente a una persona, así pase el tiempo. Conociéndose la labor que Pinochet le había asignado a la DINA, a cargo del coronel Manuel Contreras, el equipo de 16 agentes que obtuvieron el pasaporte con destino a Perú el 28 de noviembre de 1974 no fue precisamente para una misión académica, de relaciones públicas o turísticas. El general Velasco era un escollo para los intereses de Pinochet de expandir una guerra contra el comunismo en América Latina. Velasco no aceptaría sumarse a la Operación Cóndor, esa organización criminal anticomunista que ejecutaba izquierdistas con la cooperación de los equipos de inteligencia de las dictaduras derechistas.

Sin embargo, es llamativo que los pasaportes asignados a los 16 agentes de la DINA fueran expedidos el 28 de noviembre de 1974. Esto es, pocos meses antes de que Velasco enfrentara una huelga policial y los desmanes callejeros que ocasionaron 86 fallecidos entre el 3 y el 5 de febrero de 1975. Velasco acusó en ese momento a la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y a infiltrados del Partido Aprista Peruano de haber sido los instigadores.

En perspectiva, el llamado Febrerazo o Limazo fue la antesala del golpe de Estado del general Francisco Morales Bermúdez contra Velasco, el 29 de agosto de 1975. La caída de Velasco permitió a Pinochet un acercamiento con Morales Bermúdez. Como señala el periodista John Dinges en el libro Operación Cóndor (2004), recién en el gobierno de Morales Bermúdez Pinochet consigue atraer a Perú a la Operación Cóndor y ser parte de actividades de inteligencia contra opositores izquierdistas. Como sucedió con el secuestro de los “montoneros” argentinos, entre 1977 y 1980, en Lima. Pero en estas acciones intervinieron espías militares argentinos. ¿Qué hicieron en Perú los 16 agentes de la DINA?

De lo que no hay ninguna duda es de que los pasaportes fueron expedidos a pedido del jefe de la DINA, el coronel Manuel Contreras, el brazo ejecutor de los crímenes de Pinochet.

El director de CIPER Chile, así lo dijo: “Los pasaportes que se han encontrado son del tipo oficial, que se conceden a funcionarios públicos que deben cumplir una misión en el exterior. No es un pasaporte que tiene cualquier persona. Y fueron encargados a la Oficina de Registro Civil de Chile mediante nóminas que enviaba el jefe máximo de la DINA, el coronel Manuel Contreras. Sabemos que para el trámite de un pasaporte se requiere la presencia de la persona, pero en este caso se entregaban nóminas sin que se presentaran los funcionarios. Al notar que se expidieron 16 pasaportes para agentes de la DINA en la misma fecha y al mismo destino, en este caso Perú, por supuesto que nos llamó la atención”.

Como lo menciona el investigador Peter Kornbluh en su libro Pinochet desclasificado (2023), el dictador chileno y Contreras se esforzaron para tratar de afectar al Gobierno de Velasco hasta que este fue reemplazado por Morales Bermúdez, en cuyo periodo se forjó el acercamiento entre dictadores anticomunistas: “A principios de 1978 se unieron dos nuevos países a la Operación Cóndor. En enero, Ecuador se convirtió en Cóndor Siete. […] En marzo, fue Perú el que se sumó al grupo”.

¿Qué hicieron los 16 espías de la DINA en territorio nacional? Esa parte de la historia está todavía cubierta en el misterio.

Documentos y testimonios completamente inéditos

‘Papeles de la dictadura’, además de proporcionar archivos excepcionales sobre acontecimientos clave del régimen de Pinochet, también ofrece reportajes de los reporteros de CIPER Chile.

Un ejemplo, el caso de los 26 médicos y 5 enfermeros que sirvieron en las clínicas clandestinas de la DINA, que “reclutó a un grupo de facultativos que ayudaron a la DINA con el control, reanimación y, en algunos casos, hasta homicidio de detenidos”. También algunos intervinieron en torturas.

‘Papeles de la dictadura’ ofrece también las excepcionales memorias del general Sergio Nuño Bawden, que participó en el golpe.

Más información: https://www.ciperchile.cl/papeles-de-la-dictadura/.

Los 16 espías de la DINA salieron hacia Lima menos de tres meses antes del Febrerazo contra el Gobierno de Velasco.

El mismo jefe de la DINA, coronel Manuel Contreras, solicitó de un solo golpe los 16 pasaportes.

El dato

En 1971, Salvador Allende y Juan Velasco tuvieron un encuentro en Lima. Pinochet buscó afectar al régimen peruano por su temor a una invasión.

El dictador Pinochet temía al régimen izquierdista del general Velasco. Los espías de la DINA de Manuel Contreras llegaron a Lima poco antes del Limazo del 3 de febrero de 1975.

 

La República, 03.09.2023