Tras la confesión de su autoría del asesinato de la universitaria Stephany Flores, el holandés Joran Van der Sloot sería conducido este martes a la escena del crimen para la reconstrucción de los hechos.
Decenas de periodistas de la prensa nacional y extranjera se agolpan en la parte exterior del hotel Tac de Miraflores, en cuya habitación 309 ocurrió el homicidio, a la espera de la llegada del psicópata.
El homicida mantiene la versión de que un rapto de ira lo llevó a matar a Stephany cuando la vio revisando en su computadora archivos sobre su pasado relacionado con la víctima Natalee Holloway en Aruba, asesinada en la misma fecha, un 30 de mayo del 2005.
No obstante, al verse abrumado por las pruebas, esta sería una salida para obtener una pena más benigna, pues si cometió el crimen motivado por el robo y con premeditación, podría recibir 35 años de prisión y hasta cadena perpetua.
La hipótesis de una súbita motivación para que actúe violentamente a partir de la revisión de su computadora por parte de Stephany no tiene mucho asidero. La policía deberá confirmar la desaparición de cinco mil dólares que Stephany habría ganado en una partida de póquer y la posibilidad de que la víctima haya sido drogada, elementos que configurarían pruebas sobre la motivación de robo y la premeditación.
Por otro lado, si una universitaria descubre los antecedentes de un asesino en su computadora, no es creíble que lo esperará tranquila a que regrese de comprar el pan. Lo lógico es que huya de la habitación.
Además, el padre de la víctima asegura que le dio mil dólares para comprar una latptop. ¿Utilizó este anzuelo Van der Sloot para atraerla a su habitación con el cuento de venderle su computadora? Esta hipótesis también agravaría la situación del homicida.